miércoles, 31 de octubre de 2012

“Los Malbec de Matías Riccitelli”


Hace unos días asistí a la presentación de los vinos de Matías Riccitelli, que se llevó a cabo en Aldo’s Vinoteca & Restaurant. Allí, durante el transcurso de toda una tarde, la sommelier Maya García y el propio Matías dieron a degustar sus etiquetas y charlaron sobre ellas.
Hasta el momento Matías elabora sólo malbec, provenientes de las zonas más prestigiosas de Mendoza. Si bien la primera cosecha de su proyecto personal fue en el 2009, con una partida de 15.000 botellas, es el primer año que los mismos se encontrarán en el mercado interno, ya que hasta el momento su destino había sido sólo la exportación (Suiza y Luxemburgo; próximamente, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil y Colombia).
Aclaro que se trata de su proyecto personal, ya que Matías además se desempeña desde hace más de diez años como Chief Winemaker de las reconocidas Bodegas Fabre Montmayou e Infinitus.



Los vinos presentados fueron los siguientes:

Matías Riccitelli - The Apple Doesn’t Fall Far From The Tree Malbec 2010 ($ 140)
Es un malbec 100% de un viñedo de 15 años de Pedriel, con una crianza de 12 meses en roble francés. La cantidad de fruta que entrega impacta tanto en nariz como en boca, donde se lo encuentra muy jugoso, fresco y fluido; no faltan los toques florales y las notas provenientes de la madera acompañan pero “muy moderadamente”. Desde luego que se puede guardar un par de años y va a ponerse cada vez mejor, pero encontrarle hoy tanta profundidad a su fruta me tienta a no esperar y disfrutarlo ya.


Matías Riccitelli - Vineyard Selection Malbec 2009 ($ 220)
Con un roble más presente que el anterior, ya que además de ser de primer uso, posee mayor tiempo de crianza (16 meses), este blend de Malbec se reparte entre antiguos viñedos de Luján de Cuyo: 60% de Vistalba, 20% de Pedriel y 20% de un viñedo de veinte años de El Cepillo (La Consulta, Valle de Uco). Se percibe que Matías buscó aquí un estilo con una madera bien protagonista, aunque excelentemente ensamblada, y que aspira a lograr un vino con más elegancia. La fruta está igual de madura que en el anterior pero quizás se inclina más hacia la fruta negra. A su vez, posee un excelente balance entre todos sus componentes. Contrariamente al The Apple, quizás a éste me gustaría esperarlo ya que presiento que lo que irá ganando en elegancia y complejidad con el tiempo en botella será destacable.


Si bien resalto que ambas etiquetas apuntan a un perfil un tanto diferente, aclaro que en ambos casos, a pesar de sentirse una fruta “bien madura”, su punto es el justo (lejos de ser sobremadura o notas cocidas); ambas tienden a llenar la boca, se muestran largos, con buen movimiento en el paso y equilibrio. Por lo tanto, se ubican en ese tipo de vinos que te invitan a seguir bebiendo. En las fichas técnicas de ambos, se declara rendimientos de 70 y 50 quintales respectivamente, y un sangrado del 15%.


Aún sin etiquetar, también pude disfrutar del que será el hermano mayor de estos malbec, elaborado con el concepto de hacer un vino bien de terrroir y únicamente cuando la calidad amerite. Este primer “single vineyard” proveniente de Vistalba, que quizá salga al mercado en marzo del 2013, posee todos esos atributos que uno suele encontrar en un vino de altísima gama cuando es joven.
En la cosecha 2012, entre las tres líneas, elaboró 60.000 botellas. Para la próxima añada estima llegar a las 100.000.
La traducción del nombre de la primera etiqueta –“La manzana nunca cae lejos del árbol”– tiene relación directa con su historia familiar, con sus raíces que siempre estuvieron ligadas a la elaboración de vinos, principalmente por su padre Jorge Riccitelli, quien desde hace veinte años es reconocido por su labor al frente de la enología de Bodega Norton.

jueves, 11 de octubre de 2012

“Radiografía de “el Colo” Sejanovich”


Los vinos de Alejandro “Colo” Sejanovich tienen relativamente poco tiempo en el mercado local, pero a pesar de ello creo que ya gozan de bastante reconocimiento, al menos para ese nicho inquieto ante las novedades que estila consumir vinos de rango medio/alto. Haciendo un repaso, notarán que en menos de dos años ya hemos hablado mucho acerca de ellos, no sólo en cantidad sino más bien en intensidad. 

Fue a principios del 2011 cuando conocimos el proyecto Manos Negras, que nacía con el objetivo de elaborar vinos de diferentes regiones tanto de nuestro país como de Chile. Las primeras etiquetas en aparecer fueron la línea Manos Negras ($ 88), con tres varietales: un Malbec (Mendoza), un Pinot Noir (Neuquén) y un Torrontés (San Juan). No pasó más de un año para que llegara el Zaha 2010 ($ 180), la botella borgoña de muy atractiva presentación que atesoraba un malbec con un toque de cabernet franc, ambos provenientes de Altamira; un vinazo que para la mayoría la “rompió”. Creo, además, que fue el trampolín para esperar con más expectativa aún al Teho 2010 ($ 300), único hermano mayor hasta el momento, de partida muy limitada, que llegó hace apenas cuatro meses y del que casi ya no quedan botellas.


Como soy un entusiasta, al que por suerte “el Colo” no le da respiro, aprovechando su paso por Buenos Aires hace algunas semanas, nos encontramos para que nos presentara una nueva cara de su proyecto, esta vez proveniente de la zona de Tolombón, Salta. 


Alguien no muy empapado puede pensar que el apellido Sejanovich es relativamente nuevo en el medio, pero su currículo dice lo contrario. Alejandro lleva casi veinte años desempeñándose como ingeniero agrónomo. Luego de haberse recibido en la Facultad de Ciencias Agrarias en el 1993, hizo su primera cosecha en Chandon; más tarde viajó a Montpellier (Francia), donde cursó una especialización en viticultura y enología, y luego, durante dieciséis años, fue jefe de viñedos en Bodega Catena Zapata, donde trabajó primero junto a “Pepe” Galante y después a la par de Alejandro Vigil. De hecho, transcurrida la reunión, nos contó la anécdota de cómo se conocieron con “Ale” Vigil cuando éste se desempeñaba en el área de investigación del INTA y comenzaron los primeros contactos previos a su ingreso a Catena.

Gracias a la colaboración de la sommelier Maya García, organizamos en pocos días la degustación, de la cual también participaron algunos clientes de Vinoteca Mr. Wines. No necesitamos descorchar los vinos para presentir que era mucho todo lo que tenía para contarnos y mostrarnos. Mientras Maya iba ordenando, testeando y descorchando, “el Colo” comenzaba a deleitarnos con una jugosa charla. En un principio se enfocó puramente en el tema “suelos”, una suerte de introducción a todo lo que estaríamos por descubrir dentro de las botellas, y luego continuó con nuestra geografía vitivinícola: desde Neuquén, más precisamente el Añelo, desde donde provienen sus Pinot, hasta Salta, terruño que conoce desde su pasado en Catena y del que hoy intenta extraer lo mejor para sus nuevas etiquetas Anko y Flor de Cardón.

Además de describir las posibles composiciones de los suelos, también nos manifestó la relación que existe con las altitudes, la distancia de la cordillera, o cómo influyen las pendientes en el material que se va depositando en las superficies, el cual puede provocar que en el mismo viñedo o hilera las composiciones sean diferentes. Un ejemplo de esto es el caso del Manos Negras Malbec Stone Soil Select ($ 120), proveniente de un “manchón central” en uno de los viñedos de Altamira, en donde se deposita una mayor cantidad y diversidad de piedras: sobre las esquinas de la misma hilera los materiales son otros, en la cabecera hay arena (es lo más pesado y primero en depositarse) y en el pie hay limo. Viticultura de precisión y microvinificaciones, tareas posibles de realizar en volúmenes relativamente bajos, y que necesitan apoyarse en diversos momentos de cosechas y en todas las elaboraciones pertinentes, siempre en busca de complejidad y la mayor expresión del terroir. 

Luego del ABC acerca del terroir, cuando empezamos a probar los vinos comprendí el porqué de la introducción: esa teoría inicial comenzaba a tener correlación directa con la práctica sobre cada etiqueta degustada.

Otro de los tintos del comienzo fue el Manos Negras Pinot Noir Red Soil Select 2009 ($ 120), cuyo nombre hace referencia al color de los suelos en la zona del Añelo: los sutiles tonos aromáticos de este pinot también son bastante particulares.

Mientras seguíamos disfrutando, “el Colo” también hizo hincapié en la cofermentación, y en cómo el vino gana en expresión con esta práctica. Sin dudas, se trata de un camino más arriesgado que elaborar un blend de vinos ya terminados, pero con una vuelta de rosca que suma a la personalidad y profundidad que él aspira. Un buen ejemplo es el del Zaha 2010, con excelentes resultados en la “boca y nariz”.

Llegó el turno de las novedades que nos convocan y, en lo personal, debo manifestar mi honor como fanático por tener la posibilidad de que seamos los primeros en probar esos salteños de los cuales se murmuró bastante, pero que hasta ese momento nadie conocía por estos pagos. 

Fueron tres etiquetas: Anko Torrontés 2012 ($ 75), Anko Malbec 2012 ($ 100) y Flor de Cardón Malbec 2011 ($ 150).

El primero, un “torro” recién vinificado, proveniente de la zona de San Isidro (Tolombón) y de intensos aromas que recuerdan al varietal (moscatel), con una boca tirando a melosa, muy sabrosa y con cierta untuosidad. Para quien conoce el delicado Manos Negras Torrontés 2011 ($ 65), procedente de San Juan, este torrontés puede ubicarse en un estilo opuesto, en una interesante contraposición.

Yendo a los malbec, el Anko, a pesar de ser de este año y de que casi no tuvo crianza en botella, ya se puede disfrutar. Sus típicas notas salteñas están bien moderadas, su ataque en boca es seco y su paso es equilibrado. En lo que respecta al Flor de Cardón, ya con doce meses en barrica, me resultó tan atractivo como el anterior, obviamente con mayor carácter; sus notas provenientes de la crianza no invaden y, al igual que los otros vinos del porfolio, tiende a tener un paladar bien ameno, de esos que te invitan a otra copa. 

Sí, son de altura porque son salteños, con todo lo que ello representa, son bien jóvenes (2011 y 2012), y sin embargo invitan a seguir bebiendo. Ésa es la mano de “el Colo”, que busca ese rasgo en sus vinos sin importar origen o segmento de precio. Encuentro este denominador común entre todas sus etiquetas. En relación con este tema, nos detalló los intensos trabajos (remontajes, bastoneo) que realiza durante la vinificación, y cómo evita las largas maceraciones para no contraer taninos duros o amargos. Estoy seguro de que los malbec salteños, con el tiempo en botella, en corto/mediano plazo se pondrán cada vez mejor. 

Del emprendimiento en Salta podemos agregar que lo lleva adelante junto a Jeff Mausbach, también socio en el resto de los proyectos, y un nuevo socio salteño, profesional de otra área pero con mucho interés por lograr buenos vinos. Con respecto a las viñas del malbec, nos comentó que son bastante jóvenes (2007/2008), que en total suman unas 25 hectáreas y que dentro de las mismas también tiene plantado, en muy pocas cantidades, Petit Verdot, Garnacha y Tannat (aproximadamente una hectárea de cada uno). Confía en la zona para estos cultivos y lo entusiasma la utilización de las mismas para futuras cofermentaciones con Malbec.

Por lo alto, nos mencionó sus trabajos en Chile: un Cabernet Sauvignon (Alto Maipo), un Carmenere (Colchagua) y un Sauvignon Blanc (Casablanca), con destino de exportación a Estados Unidos. Es una pena que no podamos disfrutarlos por aquí.


Luego de repasar todas las etiquetas, entiendo que los vinos de Sejanovich no son de impacto ni de gran estructura. En este punto, alguien puede quizás cuestionar sus precios (que no son bajos). En lo que respecta a su estilo, los imagino para beber solos o con una gastronomía acorde, más que para concursar en una cata o en el marco de una feria entre muchas etiquetas. En este otro punto, alguien podrá discutirme que el Zaha o el Teho pueden ser buenos para concurso, y disentiré con gusto. 

Su mayor virtud la encuentro en que son para un amplio espectro de consumidores, ya que por su complejidad y expresión van a ser bien valorados por un bebedor más avezado; y por su boca fluida, envolvente, de taninos suaves/dulces, también pueden seducir fácilmente a consumidores iniciados. Es habitual que, cuando alguien se encuentra con un vino de alta gama joven, deba esperar algunos años para que se pula, redondee y sea ameno al paladar. Pues bien, el Zaha y el Teho son 2010 y están listos para disfrutar. Según “el Colo”, eso no quita que tengan los atributos para seguir creciendo con el tiempo.



Imagino un rompecabezas de muchas piezas que pueden ser combinadas de formas diversas, y a su armador, una mezcla de profesional de la enología, artista con alta sensibilidad y capacidad para diseñar algo preparado para gustar fácilmente. Ésa podría ser una radiografía de “el Colo” Sejanovich.

miércoles, 3 de octubre de 2012

“Mesa de Bonardas” (2° año)

Ya con intenciones de convertirla en un clásico de todos los años, me ocupé de convocar nuevamente a algunos amigos y colegas para probar una serie de varietales bonardas, de diversos estilos y rangos de precios. 



En total, dieciséis etiquetas, presentadas todas a ciegas y degustadas en cuatro tandas, tal como se indica a continuación:

1ª tanda: apertura con Inéditos

Inéditos Bonarda Pura 2011 (Passionate Wine)
– Inéditos Bonarda Pura 2012 (Passionate Wine)

Me interesaba mucho saber cómo había evolucionado el maceración carbónica 2011 de Matías Michelini, y de paso ver qué nos presentaba la nueva 2012.
Como primera parte de la prueba, el 2011 resultó espectacular. Fue una grata sorpresa comprobar que sus aromas crecieron en complejidad y que mantiene impecable su sabor y frescura natural. Si alguno lo imaginaba como vino del año, para “beberlo ya”, hoy le pongo “fichas” a que sus aromas pueden seguir creciendo en matices, sin perder la vivacidad que posee cuando recorre el paladar.
Segunda parte, mal. Cuando abrimos la nueva 2012, en nariz apareció una nota no del todo clara, algo que recordaba a medicinal, perturbaba sus aromas de nariz y directamente achataba los de la boca; evidentemente, una mala botella. Semanas después, tuve oportunidad de volver sobre una 2012 en una cata en Ozono Drinks y, a diferencia de la anterior, estaba muy bien.

2ª tanda: Los Alta Gama

Emma Bonarda 2010 de Familia Zuccardi
Gran Dante Bonarda 2009 de Dante Robino
Nieto Senetiner Bonarda Reserva 2007 Edición Limitada

Al revés que en la mayoría de las catas, en ésta preferí darle prioridad y poner la alta gama casi al comienzo, ya que iban a ser muchos vinos y temía que, si los dejaba para el final, pudiéramos perdernos de algo.
Si debo elegir uno entre los tres, me quedo con el Emma: distinto, fino, elegante, fresco y con muy buena nariz. Me recuerda a mermelada, florales; es súper equilibrado, y, si acaso tiene crianza en roble, no apuesta a dichos aromas para seducir.
Dentro del amplio espectro de consumidores, entiendo claramente que debe haber muchos que en este alto rango ($ 180 / $ 220) buscan más impacto, aromas de barrica y crianza. Pues bien, ellos se van a tener que inclinar por algunas de las otras dos opciones. En el caso del Gran Dante, con acentuados tostados aportados por su contacto con la barrica americana, una boca fácil de entender, y con posibilidad de crecimiento y de que se siga redondeando. En cambio, el Edición Limitada de Nieto se destaca por un bouquet bien terminado, pulido por el tiempo y sumamente bien ensamblado con la fruta madura. Resulta un vino complejo, a punto para beber y disfrutar hoy. De añada 2007 actualmente agotada, su precio puede ser algo complicado: por arriba de los $ 220, valor de la actual cosecha.


3ª tanda: Rango $ 50 a $ 69

Colonia Las Liebres 2011 de Bodega Altos Las Hormigas
Sur de los Andes Bonarda Argentina Clásico 2011
Dante Robino Bonarda 2010
Durigutti Bonarda 2008
Quara Reserva Bonarda 2010
Sin Fin Bonarda 2011 (muestra sin etiquetar)

Aquí hubo tres etiquetas que me gustaron: el Durigutti, por lo sabroso y equilibrado en boca; el Quara, por el carácter salteño con una madera que se acopla muy bien, herbáceos y especiados típicos (y en $ 55, una excelente RPC); y el Sin Fin, por lo moderno, inclinándose también hacia los especiados, con lindo volumen en boca y un acabado seco (una sorpresita, que me incita a querer conocer el resto de los vinos de la bodega).


4ª tanda: Rango $ 70 a $ 80

Val Costa Guala Bonarda 2011 de Val Costa Estate (San Juan)
Sur de los Andes Bonarda Argentina Reserva 2010
Serie A Bonarda 2010 de Familia Zuccardi
Trapiche Fond De Cave Reserva Bonarda 2010
Paz Bonarda 2009 de Finca Las Moras

Interesante esta última tanda, en la que me atrevo a decir que el nivel –pese a la diversidad de estilos– fue bueno, y más parejo.
Creo que el Serie A no fue favorecido por el marco: resultó un tanto ácido, lo que no es malo, pero tanto contraste con los pares no lo ayudó. A la brevedad le daré otra chance, bebiéndolo solo por botella.
El Fond De Cave mostró el estilo que caracteriza a la línea, pero sin perder el equilibrio; con la madera muy presente y bien ensamblada. Ideal para un menú más “power” o para los devotos del estilo. 
El Sur de los Andes Reseva volvió a hacer un papel tan bueno como en la cata de bonardas del año pasado (aquella vez había sido la añada 2008), con buen balance entre una boca que se inclina a ser ancha, y la fluidez o soltura que logra dentro de ella.
El Paz, proveniente de antiguos parrales del Valle de Tulum, con 15 meses de crianza en barrica, fue el que menos entusiasmo me generó, contrariamente a la opinión de los compañeros de mesa, que lo elogiaron y bastante. 
Dejo para el final al que creo fue mi preferido de esta tanda. Se llama Val Costa Guala, un sanjuanino cuya crianza combina roble francés y americano. Según me “chusmearon”, su elaboración es asesorada por Roberto de la Mota. Se trata de un vino elegante y expresivo, de un paladar muy ameno y equilibrado, de esos sabrosos que te invitan a seguir bebiendo y que poseen todos sus componentes en la justa medida.


Terminada la cata y observando que, a pesar de que fueron muchísimos los bonardas que faltaron, vuelvo a llevarme una buena impresión, con vinos que, para sus respectivos segmentos de precios, me dejaron satisfecho. Mentiría si dijera “todos”, pero un 75% los recomendaría o al menos, sin dudas, los volvería a comprar.

Y como digo siempre: ¡prueben bonardas! Denle muchas oportunidades a esta cepa, y no caigan en intentar compararla con el malbec o el cabernet. Acéptenla con el carácter frutal tal cual es, y busquen cuál puede ser su momento o compañía ideal, que seguro los habrá y muchos.

Gracias a quienes colaboraron en conseguir algunas de las muestras, especialmente a Francisco de la Logia Petit Verdot.

martes, 2 de octubre de 2012

“Allamand, una muy buena primera impresión”




Creo que la primera vez que leí sobre los vinos de Cristián Allamand fue a fines del 2011, cuando Patricio Tapia mencionó su malbec 2010 en el sitio web Vinorama de Chile, destacándolo entre los que más le impactaron de Argentina.

Pero la historia de Cristián no termina allí, ya que además de su pasado en bodegas como Navarro Correas, Chandon y de desempeñarse junto al maestro Pedro Rosell en Cavas Rosell Boher, hace algunos años inició su proyecto personal junto a su socio y amigo Martín Castro, elaborando principalmente vinos que tenían como destino el mercado de los Estados Unidos. A principios del 2012, la empresa se renueva, suma un nuevo inversor y aquella bodega de la cual poco conocíamos, llamada Campo Negro, comenzó a llamarse Bodegas Luminis. 

Recientemente, pudimos degustar algunas de sus etiquetas gracias al contacto que tuvimos con Ian Feld, representante y encargado de la comercialización y comunicación en Buenos Aires. Además de probar algunos de ellos, mantuvimos una charla muy amena, en la que profundizó sobre temas diversos, desde la filosofía de Cristián al momento de cuidar sus viñedos y elaborar sus vinos con la menor intervención posible, hasta la particular forma de comercializarlos a través de la venta directa desde la bodega al consumidor.

Los vinos degustados fueron:

Allamand Valle de Uco Malbec 2011 ($ 65/bot.).
Allamand Valle de Uco Cabernet Sauvignon 2011 ($ 65/bot.) (Añada prácticamente agotada).
Allamand H 2009 (60% Malbec de Altamira / 40% Cabernet de El Peral/Tupungato – 100% Roble francés de primer uso) ($ 150/bot.).

Los vinos me dejaron muy buena impresión, me resultaron expresivos. En el caso de los varietales, son blends de diferentes zonas del Valle de Uco, lo que les aporta distinción y personalidad. A pesar de caracterizarse por una fruta madura, en boca poseen buena fluidez, sin descuidar la estructura, tienden a ser largos de boca, donde no faltan los aromas minerales, especiados y el toque herbáceo. No son sencillos, no son esos que se beben solos, fácilmente. Serán bien apreciados por alguien que esté en la búsqueda de vinos bien personales o con carácter más definido.




Ian nos comentó que la producción actual oscila en las 100.000 botellas, pero que la capacidad de producción del establecimiento ronda las 700.000. 

Entre otras etiquetas que verán la luz próximamente, se encontrarán un Malbec de Pedriel, otro malbec y Cabernet de Luján de Cuyo, y un blend blanco de alta gama (cuya composición tendrá Saint Jeannet y Chardonnay). Tampoco faltarán los espumantes, un extra brut y un Malbec Rosé.

Gracias a Ian y a Alejandro de Bodegas y Viñedos Luminis por acercarse.

Sitio Web de Cristián Allamand

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