sábado, 25 de junio de 2022

"Mendoza, con una visita al año no alcanza"

No quise hacer la cuenta exacta, pero hacía bastante más de dos años que no visitaba Mendoza (MDZ); resulta muy poco común para alguien que acostumbraba ir y con bastante frecuencia, pero ¡bueh! viajar fue una de las tantas cosas que nos arrebató la pandemia.

A pesar de ello, nunca dejé de estar conectado, al tanto de nuevos vinos, productores o nuevas regiones, aunque como siempre digo, no hay nada que se compare a conocer lugares, o las historias "in situ"; ello colabora siempre a comprender todo mucho mejor; algo así como se nos completa la película que comienza al momento de cada descorche, mientras nuestro conocimiento alrededor del vino también se nos va nutriendo.

Pero estoy aquí para contarles sobre el viaje que pude realizar recientemente junto a Nancy mi compañera. 

Compartiré mi experiencia de manera resumida, resaltando aquellos puntos que consideré más les pueda interesar. Porque en cada visita siempre es mucho lo que nos queda, y no exagero si digo que se podría armar una nota sobre cada experiencia, lo cual entre mi falta de tiempo y frágil memoria, me impiden concretar.

Este año hice algo diferente a cuando realizamos el Mr. Wines Tour, donde siempre solíamos parar en la ciudad de Mendoza y desde ahí ir a las diferentes zonas; como en este 2022 el que iba a conducir el vehículo que nos trasladara era yo, y no Willy el histórico chofer de la combi de nuestros viajes cueveros, decidí alojarme tres días en Valle de Uco (VDU), y tres en la Ciudad de Mendoza (MDZ). 

Hospedarse en el Valle de Uco suele ser algo más costoso, pero me pareció necesario hacerlo. Allí repartí mis estadías entre dos lugares, un hotel que se llama Fuente Mayor, que está estratégicamente ubicado sobre la ruta 92 en Vista Flores (Tunuyán); el cual considero con buena ubicación porque de alguna manera si uno deseara ir al sur o al norte del VDU las distancias serían un tanto similares.

Y también, gracias a la amabilidad de la gente de Bodega Atamisque, tuve la suerte de hospedarme la primera noche en uno de sus lodges.

Los mismos están ubicados en Tupuganto, más precisamente en San José, sobre la ruta 86, a pocos kilómetros de la bodega, dentro de la misma finca frente a la montaña.

Lógicamente por el confort y ubicación que ofrecen se encuentran en otro nivel de precios, pero amanecer en la inmensidad de semejante paisaje, con vista a la cordillera, y rodeado de viñedos y frutales varios les aseguro es único.



Justamente en Atamisque comencé mi recorrido, era la primera vez que visitaba la bodega, y que charlaba con su enólogo Phillippe Caraguel; un papelón por parte mía, gustándome los vinos, haber tardado tanto tiempo para visitarlos.
Phillippe me llevo a recorrer viñedos, bodega, me presentó su equipo técnico, probamos vinos del año y unos tope de gama recién salidos a la cancha que en breve les ampliaré.

Algo que me llamó la atención fue las extensiones de la propiedad donde se encuentra Atamisque, son alrededor de 750 hectáreas, de las mismas están plantadas aproximadamente 250. Además de otras fincas entre las que también hay manzanos, nogales, el restaurante que se encuentra sobre la ruta, y los lodges que les mencioné, hay dos lagunas entre espacios salvajes y una cancha de golf de 9 hoyos, y lugares de sobra para capturar todas las postales que se puedan imaginar.

Volviendo a la cata, me propuso un lindo resumen de su portfolio, confirmando la solidez que nos tiene acostumbrado la bodega año tras año; a través de su linea Serbal como entrada de gama realmente imbatible, pasando por algunos representantes de la linea Catalpa y Atamisque, y culminando con los exclusivos y recién salidos Clos Abanicos, que por el momento son cuatros vinos; los mismos nacieron a partir de una selección de suelos, luego de estudios realizados junto al geólogo Guillermo Corona.


Probé el cabernet franc y el assemblage, claramente apuntados para jugar en otras ligas, buscando representar el mejor material seleccionado de los abanicos aluvionales descubiertos, combinados con una crianza de entre 12 y 18 meses en barrica francesa de primer uso.
Para completar semejante visita, tuve oportunidad de charlar largo rato y compartir opinión junto a Jean Ettiene, él francés dueño, y quien esta al frente de la bodega, porque fueron sus suegros John Du Monceau y su esposa Chanta los fundadores, quienes hoy al ser personas mayores no visitan tanto la bodega. Para cerrar también poseen un restaurante al que no tuve oportunidad de ir aún, pero tengo entendido que es recomendable, y hay atención al turismo en la bodega si la desean visitar.

Hace largo rato que escuchamos hablar de La Carrera, y a pesar que hay por el momento muy pocos vinos que salen del lugar, las características del mismo, su clima frio, suelos con mayor materia orgánica del promedio que hay en MDZ, en el marco de un paisaje único, imprimen en esos pocos vinos un carácter especial, además de que quienes la visitan suelen destacar lo lindo que es.
Y fue el amigo Federico Isgró de Bira Wines, que me levantó por Atamisque y desde allí nomas, tomamos la ruta 89 para subir por un camino consolidado de unos 30 km hasta llegar a la belleza de este lugar a casi 2000 msnm, vale aclarar que la parte productiva hoy se encuentra entre los 1400/1700 msnm aproximadamente.

Obviamente Fede en la camioneta llevaba algunos vinos de Bira para acompañar el almuerzo que luego les contaré; y me mostró un proyecto en un inicio inmobiliario, aunque también productivo, que está iniciando junto a amigos y a su socio en Bira.


El mismo comprende un lote de 3 hectáreas que se dividirá en 20 fincas y una bodeguita que prestará servicios a los propietarios que adquieran cada uno de ellas. Justamente pegado a esa propiedad, se encuentra Estancia Atamisque ya funcionando con un club de vinos, socios, fincas, una estancia con servicio de alojamiento, y algunas propiedades privadas completando el paisaje.
Hay personalidades muy reconocidas del mundo del vino que ya eligieron este lugar, para su casa de fin de semana y de paso ir viviendo el potencial de esta nueva región, que por sus características es ideal para variedades de ciclo corto más que por el frio por las heladas tempranas, que bastante poco tiene para mostrarnos por el momento, pero que aparentemente es mucho lo que promete.
La picadita que compartimos con Fede, la acompañamos con Brunetto, Bin Otto y Tano, los vinos de más alta gama de Bira; saben que me gusta y empujo Bira desde antes que salieran al mercado, ¿qué tengo para agregar?
Destacar la claridad que tuvieron junto a su socio Santiago Bernasconi para armar este proyecto; el estilo que buscaron para sus vinos, las variedades que eligieron, y sobre todo cómo se supieron diferenciar dentro de un mar de vinos y se hicieron rápidamente un lugar que no discrimina consumidores, porque lo disfrutan tanto los de paladar más especializado como los más nuevitos. Para ir cerrando, la novedad más reciente es la renovación en las etiquetas, no estaban nada mal las anteriores, pero éstas es como que se destacan en elegancia y a su vez se diferencian mejor entre ellas.



Antes de continuar con el recorrido de bodegas, aprovechando que estoy en La Carrera, quiero sugerirles algo que alguna vez cuando vayan a MDZ deben hacer, y que es ir desde el Valle de Uco a Luján de Cuyo por la ruta 89. Esa ruta que les comenté al principio que tomamos con Fede continuarla hasta Potrerillos, bastantes kilómetros de camino consolidado, quizás 50, pero les aseguro que es para disfrutar a pleno por su multiplicidad de paisajes, entre cumbre nevadas, cultivos varios y pampa con ganado; todo ese contraste de paisajes, en el marco imponente del Volcán Tupungato y Cerro El Plata, para hacer un verdadero safari fotográfico y hasta para recorrerlo con tiempo como para detenerse a tomar unos mates promediando el camino.



Precisamente por ese camino volvimos a MDZ para la segunda parte de nuestra viaje, porque de Potrerillos bajamos por el Camino del Perilago, Villa de Cacheuta, Las Compuertas; todos sitios con muchos miradores. Seguimos por Chacras de Coria con rumbo a Mendoza Ciudad. El tiempo total que tardamos desde VDU hasta MDZ fue de aproximadamente 3 horas y media.

Ese primer día ya estaba casi terminando, aproveche para cruzarme en un punto intermedio con Cristian Moor de Bodega Corazón del Sol (CDS), el motivo además de saludarnos era probar juntos una botella del Corazón Cuevero 2020, vino que se seleccionó como vino de la cueva, y que llegará a nuestra casa más a fin de año.



Algunos ya saben, se trata de un malbec que mezcla buena parte de fruta de Paraje Altamira con algo de Los Chacayes, fermentado y criado en barrica; muy al estilo que nos tiene acostumbrado CDS, fruta con buena madurez, frescura, crianza que redondea y aporta mucha amabilidad y persistencia en el paso por boca; el vino ya se encuentra fraccionado desde hace varios meses, la botella seguirá aportando lo suyo, ansioso para que "los cueve" lo puedan empezar a disfrutar.

Paso a comentarles el segundo día en el Valle de Uco, que arrancó en Los Chacayes, m5as precisamente dentro de The Vines, donde fuimos a conocer Solocontigo Wines la bodega donde la enología la lleva adelante Pablo Marino.
Pablo es un técnico que sigo mucho sobre todo porque disfruto de su continua búsqueda. Comenzando por la bodega que es hermosa, ya que es literal la casa de los dueños que son de Canadá y se alojan allí muy poquitos días al año. Fanáticos del arte, las pinturas y obviamente con muy buen gusto para la diseño.
Además de probar varios vinos de pileta, catamos vinos de linea en el living, mismo lugar donde se reciben a las visitas, por lo tanto atención, esta bodega recibe turismo y no hay que dejar de visitarla.


Vuelvo a los vinos, entre las muestras de tanque destaco un nuevo Develado que va a a salir corte de syrah/monastrell 22, y un CS/CF también 22 que continua corriendo lenta y favorablemente los limites.
Entre los vinos regulares probé el Neelands Corte Chacayes, y algunas nuevas añadas de Casa de las Musas, pero creo que más importante que los vinos que les puedo mencionar, es la evolución constante en la bodega que vengo encontrando en los últimos años.
Vinos en diversos segmentos de precios, y que sin importar en qué rango se ubiquen, siempre tratan de tener personalidad, identidad del lugar y capacidad para caer con mucha amabilidad al paladar.

Cambiamos de bodega y de zona, pero no de enólogo, porque seguí a Pablito tras su camioneta, y desde Los Chacayes, me llevó a El Peral en Tupungato, porque allí está armando su bodega familiar junto a su compañera Amparo March.
Otra zona mucho menos renombrada, con bastantes viñas viejas que a esta pareja de jóvenes suelen cautivar, y una bodeguita que si bien quedan detalles para terminar pinta muy linda, sobre todo porque posee esa esencia especial y que es la que tiene que ver con las personas que la hacen.



Luego de probar muchas muestras de tanque, entre los cuales destaco un pinot noir de San José, nos sentamos a probar vinos terminados de Soberanía, porque así se llama la bodega.
Descubrí un bonarda con la etiqueta Oid Mortal linea de Parcelas Selectas que me encantó, de esos vinos bien directos, de perfil fresco, con dejo a hierbas y que tienden a afinarse en boca, Amparo me comentó que se encontraba a punto de agotarse, suerte que estaba con vehículo y me pude traer unas cajitas para la cueva.
Ella también es la encargada de recibir visitas, hay que contactarla, coordinar y se puede armar degus con diferentes propuestas de quesos y fiambres.
Estaba asomando el medio día y teníamos reserva para almorzar en La Cantina, el restó que está pegado a la bodeguita de Michelini i Mufatto (MiM), también en El Peral. El mismo lo lleva adelante Lorena Mufatto la hermana de Andrea y la chef es una joven tupungatina que se llama Mariella Cavallaro; hice una reserva porque tenía muy buenas referencias, y por suerte cumplió con las expectativas; menú por pasos, acompañado por buena parte de los vinos de la bodega, comimos al sol en un jardín, y fuimos atendidos con mucha amabilidad por un equipo de jóvenes camareros.
No sé como será almorzar en el interior del lugar, pero para nosotros en el jardín la experiencia fue de diez. Los vinos de MiM tienen que ver mucho con mi gusto, y todo estuvo a la altura.
Terminaba el segundo día en Uco, muy cerquita me quedaba la bodega de Los Desquiciados en Tupungato; sabemos que "el Gonza" Tagmanini y "el Tincho" Cesto tuvieron que agrandarse y acomodaron ahí sobre la RP86, a esa altura también conocida como Boulevard Correa, una antigua bodega que algunos seguramente la conocieron porque antes allí estaba Passionatte Wines de Matias Michelini.
Si bien los chicos no pudieron estar para recibirme, su encargado Hugo Velarde lo hizo; recorrimos piletas, barricas, muchos vinos de este año y de diversos zonas. Gran trabajo también están haciendo los "Desqui", que vienen creciendo en todo sentido, calidad y volumen. A Hugo creo que muchos cueveros los conocen por su vino Isman, del que probé por separado los componentes del mismo, y además un nuevo malbec con algo de crianza en barrica, que Hugo ya casi tiene para salir a la cancha.

De los vinos de los Desqui me sorprendió un malbec y un bonarda, ambos orgánicos, bien jugosos, frescos, riquísimos que desconozco por el momento su destino.

Nos agarró la tarde en Tupungato, y aún teníamos que llegar hasta el hotel que nos hospedaríamos en Vista Flores, hicimos casi todo el camino de noche, la verdad que de haber sabido lo mal señalizada que estaba la ruta, y sin iluminación, la hubiera evitado.
Les aseguro que si no fuera por el Waze nunca hubiera podido llegar, al menos para mi que no soy de la zona hubiera resultado muy complicado. Y atención que con el Waze muchas veces tampoco alcanza, porque hay zonas con cero señal, con lo cual sugiero apoyarse con el Google Maps, cargando mapas con destinos en el momento que uno posee internet, y guardarlo para el momento que se quede sin.

Justito antes de llegar al hotel, me detuve en Pájaros Pintados, una vinoteca con bar de vinos ubicada en Las Pérgolas de Vista Flores, que es un centro gastronómico fácilmente de identificar por las botellas gigantes que se encuentran sobre la ruta. El dueño de la vinoteca se llama Juan Asqueta, un joven uruguayo, que además de haber estudiado sommelerie en Buenos Aires, es cuevero.
No podía dejar de visitar su cómodo espacio, enfocado especialmente en bodegas y vinos poco masivos, y que en breve se ampliará con una propuesta de tapas y coctelería clásica, todo llevado adelante con esa pasión que lo identifica como buen cuevero.

Las Pérgolas se encuentran sobre la intersección de R92 y R94, es un área donde hay diversos comercios, uno de ellos es un restó donde nos acercamos una noche a cenar y nos pareció para recomendar la cocina y la atención, se llama Esencia Pasión, pertenece a la chef Graciela Hisa, aparentemente muy reconocida en MDZ por su catering y por dar servicio de gastronomía en reconocidas bodegas; el lugar no se destaca precisamente por la selección de vinos, pero la cocina nos pareció muy buena, a precios lógicos y me parece bien recomendar.

Llegó el domingo, el día que me despediría del VDU, que arranqué ese viaje tempranito, como les conté anteriormente, para ir hasta el Hotel NH, donde me hospedaría en MDZ ciudad, pero antes el marco imponente del camino de La Carrera.

En realidad antes de llegar al hotel, nos detuvimos en Chacras de Coria porque Mariana Onofri y su compañero Adán nos habían invitado a almorzar a su casa. Mientras Adán iba sacando cortes ricos de la parrilla, Marian nos llevaba a pasear por las añadas más recientes de su portfolio; en algunos casos degustando dos añadas de la misma etiqueta; las novedades, el naranjo mezcla de roussanne y pedro ximénez, se llama Alma Gemela Amber Wine y justamente hace poquitos días se presentó en Buenos Aires; y el monastrell nuevo de Lavalle para la línea Alma Gemela, que reemplazará al anterior corte monastrell/bonarda; creo que el cambio es positivo, hoy los tintos de esa línea se repartirían entre Garnacha (Maceración Carbónica), el nuevo Monastrell, el Carignan y el Teroldego, se los ordené de menor a mayor intensidad, todos bien interesantes.


Pensábamos que nuestro domingo terminaría ahí, pero cuando uno se relaciona con gente tan manija del vino, nunca sabe que puede pintar; después de varios ida y vuelta de WhatsApp con el Luquitas Richardi de Casa Tano, que conste que no lo quise jorobar un domingo a la noche pero la pasión de este pibe por mostrar qué tiene criándose dentro de su bodega fue más fuerte.


No conocía Casa Tano, pero de entrada me sentí muy cercano a esta bodeguita urbana ubicada en Godoy Cruz; esa antigua casa de seguramente más de 80 años, su historia de inmigrantes, y la garra con la que la llevan adelante el Luquitas y los pibes de su equipo. Probamos bastante muestras, me gusto todo, destaco un sangiovese bastante particular, un chardo de Altamira con velo, la nueva añada del Inéditos Syrah, ese maceración carbónica que el año pasado nos gustó tanto y se agotó tan rápido. Me despido de Luquitas, y nos vamos a refrescar un poco con birra a Chachingo en la calle Aristides.


Arrancamos el lunes tempranito en Bodega Krontiras, allí nos esperaba su enóloga Maricruz Antolín; nunca había visitado la bodega, pero sí había tenido oportunidad de hablar muchas veces con ella, porque sus vinos cada día me copan más.



La visita también consistió en probar muchas muestras de vinos que se están criando; coincidió que el recorrido lo hicimos junto a Panos Zoumboulis, consultor griego de la bodega desde sus comienzos, un señor muy agradable, que aunque el idioma no nos ayudaba pudimos intercambiar apreciaciones. Probamos bastante, se confirma claramente esa búsqueda de vinos que expresen el terroir y la tipicidad varietal, con la mayor transparencia posible, vinos que no necesitan exuberancia para sorprender, sino todo lo contrario.
Destaco los vinos de la linea Natural, sus nuevas añadas del malbec y el agliánico ya conocidos, al cual aparentemente se le sumará un tempranillo que también pinta muy bien, y entre medio de ellos nos dimos el gustito de probar algunas variedades griegas como moscofilero y assyrtico; nos despedimos de la bodega con un pet nat bien turbio (85% agliánico/15% malbec); Maricruz otra joven que no para de buscar, innovar y que sugiero seguir bien de cerca.
Si bien siempre da para quedarse en todos lados un rato más, tengan en cuenta que es importante llegar al horario pactado cuando hay reservas; recuerden siempre que suele haber mucha demanda de turismo en todos los lugares y no está bueno llegar tarde a ninguna visita, porque puede retrasar al resto.
Por eso llegamos bien puntual para almorzar en Bodega Piatelli, casualmente en la bodega se desempeña Vale Antolin, hermana de Maricruz, pero no la vi. Como justo coincidió con la semana del 25 de Mayo, en el restaurant de la bodega había un menú patrio especial; no detallaré, pero comimos muy bien, tanto en calidad como en cantidad, y a precio muy razonable, con una vista hermosa y muy bien atendidos por la gente de turismo. Antes de retirarme, me crucé con Ale Nesman, jefe de enología de Piatelli MDZ y Piatelli Cafayate, siempre un placer cruzar palabras con Ale.
El día terminaría visitando a un amigo, pero previo a eso nuevamente pintó mensaje de WhatsApp y un visita como quien diría "fuera de programa", y a alguien que tiene bastante historia para contar alrededor del vino, pero que yo conocí en persona recién ahora.
Se llama Juan Carlos Ubriaco, un productor de Chacras de Coria, que lo recuerdo de aquella vieja época del Club del Vino, fines de los 90, con su vino Araoz y Vieytes; y hoy me reencuentro con su Araoz Malbec, con uva de su propia finca, que muestra al desnudo esta zona tan especial de Luján de Cuyo. Pero la gran sorpresa fue al llegar a lo de Juan, porque fue como trasladarnos en el tiempo, la propiedad donde se encuentra su casa, una antigua bodega familiar, la finca del malbec y hasta una cantina con vista a los viñedos donde su hija Antonella recibe grupos y hace eventos. Una verdadera sorpresa el lugar.




Juan es de esas personas que tienen mucho para compartir, el tiempo fue acotado pero lo suficiente para pasarla de diez, donde además de alcanzar para una hermosa charla y conocernos mejor, de su cava despolvó un malbec propio 2003 que se encontraba tremendo, nos despedimos porque nos esperaba otro compromiso que era visitar a un amigo, que muchos de ustedes conocen como Sergio Amichu.


Creo que junto con la de Mariana, ir a cenar con Sergio Casé y su familia era mucho más plan de amigos que de vinos.
Mientras compartíamos una picadita con unos vinos que Sergio trajo de su reciente viaje a Europa, hice mí reclamo a la familia acerca de cuándo saldrá la nueva añada del Uccelino Barbera. La respuesta fue que viene atrasado por la falta de aquella botella borgoña tan simpática, y para calmarme me anticiparon que en este 2022 cosecharon una variedad de uva italiana que se llama Raboso Veronés, y que le encanta como pinta su elaboración. No me quiso anticipar mucho más, pero sospecho que se viene algo lindo. Con mi familia queremos mucho a la familia del Amichu, tendrá que ver que estos años de alguna manera recorrimos y crecimos juntos.
Arrancábamos el último día de visitas, dejábamos el hotel del centro, para pasar nuestra última noche en un lugar muy especial que sobre el final les detallaré.
Volvimos a la zona de Lunlunta, ahí a apenas unos kilómetros pasando Krontiras se encuentra La Heroica, que es la finca mimada de la familia Brennan de Amansado Wines.
Ahí nos recibió Santi Brennan y el enólogo Pepe Miano, La Heroica es un viñedo enteramente pensado en terrazas. A Pepe le gusta decir que es un “Laboratorio Vitivinícola “ ya que la finca le da la posibilidad de explorar distintos suelos, alturas y exposiciones.
Está ubicado en las cerrilladas de Barrancas-Lunlunta-Carrizal y alcanza alturas de 1000 msnm. Estamos hablando de un registro de suelo completamente distinto al área circundante, ya que no se trata de los típicos materiales finos depositados por el río Mendoza, sino de piedras y claustros de la cordillera frontal y central con calcáreo adherido.
Las expresiones de todo esto combinado con los aromas de la flora nativa que rodea el viñedo genera una expresión única en los vinos que salen de este sitio.
Caminar el sitio y tener la posibilidad de probar el primer vino que salió de ahí, me da para pensar que estamos frente a un lugar muy especial. La cata con los muchachos se completó probando añadas actuales y próximas a salir de algunos de sus etiquetas, lo más nuevo siempre mejor, me gusta definirlo con la palabra ajuste, fineza, algo que suelo encontrar año tras año en las bodegas que se ocupan de mejorar.
Llegaba la hora del almuerzo, y si bien la idea del viaje no era visitar bodegas que ya conocía, fuimos a Riccitelli Bistró a almorzar, teníamos mucha referencia de su cocina, basada en vegetales y hierbas de la propia huerta, con el diseño y la conducción de su chef Juan Ventureyra. De más está decir que los vinos de Mati, el espacio, el servicio hicieron una experiencia completa, mi compañera no conocía la bodega así que dimos una vueltita junto a Vero, la hermana de Matías, ella se encarga de atención al turismo.

Con respecto a la bodega la encontré más ordenada que nunca, y eso tiene que ver que debido al crecimiento de producción, producto de la gran demanda, Matías armó una segunda bodega para sus vinos de mayor volumen. Por eso hoy en la bodega se concentran los vinos de más alta gama y los de elaboraciones más acotadas y enfocadas.
Y ahora sí, ya completando el viaje fuimos a Anaia Wines, la joven bodega que construyeron en Agrelo Patricia Serizola y su compañero Osvaldo. Conocía los vinos desde su nacimiento, y en estos pocos años, vengo observando el crecimiento y las intenciones de mejorar ante todo desde la calidad.
Pero antes de continuar con los vinos, quisiera resaltar la construcción, el diseño, la ambientación, tanto de la bodega, como de la casa familiar que se encuentra ahí nomás apenas separada por un lago que además funciona como reserva.
En esta última nos hospedamos para cerrar nuestro viaje, normalmente la utilizan para recibir amigos, pero esta preparada para encuentros corporativos, o para que se hospeden en caso de alguien que desee contratar para un evento, les aseguro que es todo tan lindo que enamora.
En Anaia hay equipo para recibir turismo, en la bodega hay un espacio para cata, y es un living también con una barra y vista alucinante, y donde la degustación se puede acompañar con un tapeo bien gourmet.
Volviendo a los vinos, conducidos por su enólogo Gonzalo Serrano Alou, hicimos un gran recorrido por vinos del año en la bodega, sauvignon blanc, viognier, el cofermentado de malbec/cabernet sauvignon, algunos para destacar; en la sala de barricas probamos bases de alta gama, entre ellos sorprendió un syrah.
Al volver a la sala de cata la sorpresa la dio un pinot noir de una partida muy acotada que no saldrá a la venta estimo, pero empieza a hablar del potencial que pueden alcanzar con la variedad. Haciendo un poco de memoria creo que también por ahí hubo un merlot que me gustó.
Cerramos el viaje con un asadito en la casa, junto a todo el equipo de la bodega, allí estaba también Pao Belleza y luego de probar el Blanco de Agrelo próximo a salir, disfrutamos en primicia del Oblivion, la etiqueta que llegará para ubicarse en el tope de gama. Es producto de "la mejor barrica y la mejor uva, que en ese año fue cabernet sauvignon", me aclara Patricia, muy contenta con el resultado.
En ese brindis final con los amigos de Anaia, cerrando cinco días de visitas, escuchando muchas historias, encontrando vinos que se relacionan con ellas, compartir apreciaciones, aprender; poder compartir todo junto a Nancy, mi compañera, quien en el largo camino de vuelta, porque fueron casi 11 horas hasta Buenos Aires, me reconoció que se necesitan al menos 2 o 3 viajes de éstos al año, teniendo en cuenta cuántos productores hay en nuestra querida Mendoza.
De paso aprovecho para disculparme de aquellos que no pude visitar.

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