sábado, 20 de abril de 2013

“Interesante cata: el valor de ese distintivo ‘extra’”



Laguna Brava Torrontés 2010 Selected Reserve, de José Luis Mounier (Cafayate, Salta) - $ 100
Rosa de Maimará 2012 (corte de Syrah, Malbec y CS, macerado con orujo y posterior paso por barrica), de Bodega Fernando Dupont (Maimará, Quebrada de Humahuaca, Jujuy) - $ 90
Gouguenheim Malbec Reserva 2011, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) - $ 68
Gouguenheim Red Melosa Blend 2007, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) $ 130
Caligiore Family Vineyard Organic Legacy Malbec 2009, de Caligiore (Luján de Cuyo, Mendoza) - $ 98
El Pajarito 2011 (cofermenteción entre Malbec, CS, CF, Viognier; 1.500 botellas), por Sergio Casé (estimo que se ubicará entre $ 120 / $ 150)
Punta Corral 2011 (Malbec, Syrah y CS), de Marcos Etchart para Fernando Dupont (Maimará, Jujuy) - $ 120
Altocedro Tempranillo 2011 “Año Cero”, de Bodega Altocedro (Valle de Uco, Mendoza) - $ 85
Piattelli Cabernet Sauvignon 2009 Grand Reserva, de Bodega Piattelli (Valle de Uco, Mendoza) - $ 130
Nómade Reserva “Las Mulas 2007”, de Tomás Achával (Syrah, Malbec y CS, del Valle de Uco, Mendoza) - $ 150
Ale Pepa Malbec 2011(Cafayate, Salta) Proyecto personal de Alejandro Pepa(Enólogo de El Esteco)  - $ 170

La lista anterior pertenece a las etiquetas de una de las últimas degustaciones. Una cata más que interesante, no sólo porque los vinos estuvieron todos entre buenos y excelentes, sino también porque a muchas de las etiquetas es poco habitual encontrarlas, al menos por Buenos Aires. 

Si hubo una coincidencia entre los asistentes, terminada la reunión, fue lo entretenido que estuvo. A pesar del buen nivel general, me motivó a discriminar entre vinos que me transmitieron mucho y otros que no tanto. No hago referencia precisamente a intensidad, calidad aromática, desarrollo en boca o potencia, sino más bien a algo que va un poco más allá y que francamente me cuesta transmitirlo con palabras. Si pudiera hacer una comparación con una persona, quizás podría decir “carisma”, “personalidad”, “autenticidad”, “rasgos”; pero se trata de vino y cuando hablamos de ello pareciera que la forma para describirlo se agotara con solo detallar color, aromas, sabor, equilibrio, potencial, calificación numérica o RPC. Todo eso está perfecto pero no deja lugar para algo más, es decir, esa sensación personal “extra” que suelo percibir sólo en algunos. Vinos de calidad, con intensa fruta, buena maduración, madera bien ensamblada, equilibrados, por suerte cada vez hay más, pero al menos yo, como consumidor inquieto, hoy estoy esperando que me transmitan ese “distintivo extra”.



En esta última cata, uno que se destacó por su desenfado y personalidad fue el rosado jujeño. ¡Por Dios! Sus aromas fueron de la jalea de remolachas y las notas terrosas a los espárragos. Precisamente me conmovió por lo extremo: no es para todos los consumidores, pero es excepcional que una pequeña porción de nuestra geografía, como es Maimará, pueda quedar retratada en una botella. Atención que el Caligiore, el Pajarito, el Punta Corral, el Altocedro y el Malbec de Ale Pepa, a pesar de ser todos tintos y de ubicarse en un segmento medio/alto ($ 85 / $ 185), también supieron llevarnos para muy diferentes lados o, mejor dicho, diferentes rincones, y disparar variadas sensaciones, escapando de esos puntos muchas veces tan comunes. Si bien todos se destacaron por su buena concentración y madera, supieron motivar los más diversos comentarios: la fruta ácida y nerviosa en el tempranillo, o la textura y profunda expresión en el Organic Legacy.




 Suelo muchas veces renegar de los muy maduros que rozan la fruta dulce; sin embargo, el Punta Corral y el de Pepa eran así, y a pesar de ello también me supieron cautivar. Al segundo particularmente me gustaría probarlo en un par de años. El blend de Casé también tenía lo suyo; un catador hizo referencia a una nota de fruta blanca nítida y madura de fondo: el toque de viognier dulce imprimía su sello.




Hasta aquí destaqué especialmente una parcialidad de los vinos, pero sería injusto si dijera que son los más recomendables para comprar. De hecho la experiencia hizo que me importara poco su precio: el tema pasó por otro lado, que no tiene puntajes, ni precio. Llegado el momento, mi bolsillo me permitirá comprar uno, otro o ninguno. Lo relevante, lo que quiero decir, es otra cosa.

Con la otra mitad de etiquetas sin comentar, ustedes se preguntarán: “¿estaban mal?”. “No, para nada”. Por ejemplo, en el torrontés de Mounier la madera estaba bien ensamblada, aportando elegancia y complejidad: un blanco equilibrado y con ninguna dificultad para beber, y que se puede adaptar a la mayoría de los paladares, es decir, claramente en la otra orilla del rosado que comenté al comienzo; y ambos se ubican casi en el mismo segmento de precios. Ahora me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿Me transmitió algo extra?”. “No”. Es ahí cuando caigo inmediatamente en el tema “precio” y empieza a generarme dudas para volver a comprarlo.

Otro que aún no mencioné y que estoy seguro que por su gusto lo puedo recomendar es el Malbec Reserva de Valle Escondido. Expresivo desde el primer minuto, con las notas del roble bastante presente, con buen desplazamiento en el paso por boca. También imagino que va a atraer fácilmente a una generosa porción de consumidores. Otra vez me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿me transmitió algo extra?”. “No”. Por segunda vez vuelvo a pensar en la relación precio/calidad (RPC) y puedo decir que es buena.



Cuando empecé con esta nota, realmente tenía poco claro dónde iría a terminar. Lo cierto es que con la mitad de los vinos degustados tuve que preguntar su precio, para llegar a alguna conclusión; y con la otra mitad el disfrute, otras sensaciones y poder encontrar ese “extra” sencillamente no me dejaron tiempo para pensar en precios, al menos en ese instante. 

No soy precisamente el mejor representante de la media de los consumidores, pero los últimos quince años probando vinos me llevaron por un camino que me trajo hasta aquí. Creo que son muchos los que van por el mismo camino y mucho más aún quienes lo están comenzando a transitar. Señores productores, hagamos más vinos pensando en ellos, para que dentro de diez años todos tengan motivos “extras” para seguir conmoviéndose, no aburrirse, y que el precio pueda ser algo suplementario, al menos por un momento.

martes, 16 de abril de 2013

“Malbec World Day 2013”




El Malbec World Day, como algunos ya saben, es la celebración impulsada por Wines of Argentina con el objetivo de difundir e incentivar el consumo de nuestra cepa insignia a nivel mundial. Este festejo, que nació hace dos años, se repite cada 17 de abril, y es el generador de múltiples actividades relacionadas en diversas ciudades del mundo.

En la Argentina, “Los Blogueros del Vino” también le rendimos un pequeño homenaje. Tal como hicimos el año pasado, cada uno de nosotros se ocupa de recomendar una o un par de etiquetas de la cepa.

En nuestro mercado las opciones de Malbec abundan, pero me interesó recomendar uno que cumpliera con varios requisitos: que sea fácil de conseguir, de precio bien accesible y que, además de gustarme a mí, también pueda resultar atractivo y una buena opción para la mayoría de los consumidores. Por todo ello, mi vino elegido en esta oportunidad es el Cafayate Malbec 2012 de Bodegas Etchart ($ 28)


Su aspecto me hace pensar que podría pertenecer a un segmento algo mayor. Su color es intenso, brillante y posee atractivos destellos violáceos. En nariz tiene la intensidad que yo espero de un vino del segmento, principalmente fruta (ciruelas), con algunos matices especiados, terrosos. En boca es amable, sus taninos son dulces y amenos. No es largo en el paso, pero ingresa con energía y se despide dejando ese recuerdo a pimiento verde, que me lleva de inmediato a pensar en los Valles Calchaquíes, aunque moderado en intensidad, ya que no abusa de esa nota verde. El movimiento que tiene en boca me invita a otra copa. Es equilibrado, algo a mi criterio fundamental.

Vino con gusto a vino

En este segmento, muchas veces las bodegas pecan por querer sorprender al consumidor con determinados “atributos” (potencia aromática, concentración, notas del roble) y caen en la sobremaduración de la fruta, lo que los lleva a necesitar una mayor corrección de la acidez. Otras veces abusan con el uso de chips o duelas para acentuar los tostados del roble, forzando de alguna manera a que parezca un vino que en realidad no es, con el fin de justificar su precio, o bien impactar al consumidor desde la potencia o intensidad. A mi criterio es un camino equivocado, que por suerte el Cafayate Malbec no transita. El gran atributo de este vino es la fruta; lo termino de comprobar luego de tenerlo 24 horas abierto en mi heladera: mantiene casi intacta la calidad de sus aromas. Esa prueba la acostumbro a hacer con la mayoría de los vinos y muchas veces los resultados son opuestos.

Mi reciente visita a Etchart

En 1938, Arnaldo Etchart adquiere la finca, hasta entonces de sólo 65 hectáreas, comenzando así con el desarrollo vitivinícola en la región. En 1996 la totalidad de la bodega pasa a pertenecer al grupo francés Pernod Ricard. El principal objetivo de la nueva empresa se orientó a buscar la excelencia en la calidad de sus vinos, crecer en volumen y la obtención de nuevos mercados.



En febrero pasado visité la bodega, y además de recorrer las instalaciones, tuve posibilidad de probar muchos vinos y charlar con su joven enólogo Ignacio López.

Recuerdo que habíamos arrancado con todas las líneas de torrontés para identificar las diferencias entre los diversos segmentos de precios. El Cafayate Reserva 2012 estaba entre uno de mis preferidos, y en esa misma línea el Malbec 2012 también era destacable. En ese momento Ignacio hizo referencia al crecimiento en ventas, año a año, de la línea Cafayate, lo cual los obliga a la constante ampliación en la capacidad de elaboración. Mientras me comentaba esto, frente a nosotros, casualmente, una cuadrilla de operarios trabajaba en la instalación de inmensos tanques de acero.


Volviendo a los vinos, Ignacio es muy inquieto: le gusta trabajar sobre otras variedades. Recuerdo que nos mostró un ancellota que era una verdadera “bomba” (lamento desconocer su destino actual). Luego de esa primera etapa de la cata, seguimos con algunos componentes para la alta gama; comparamos Arnaldo 2008 y 2010, el último de ellos muy elegante y que aparentemente saldrá al mercado más listo para beber que lo que ocurrió con el primero. Esta tendencia la vengo notando últimamente en los alta gama de diversas bodegas; me ocurrió también con las nuevas añadas de El Porvenir  y de El Altimus en El Esteco. Si la memoria no me falla, también probamos dos varietales 2012, un malbec y un cabernet sauvignon, criados en barrica francesa, potentes y elegantes. No recuerdo si serán vinos para el mercado; en caso que sea así, les aseguro que van a dar que hablar: me encantaron.



En conclusión, me llevé una excelente impresión de Ignacio y sus vinos, sobre todo por su actitud: es un verdadero apasionado; además, pese a trabajar en una gran bodega a nivel volumen, le pone mucha energía y carácter, y eso se puede percibir cuando los mismos son degustados. Como otros tantos, este “pibe” también la va a romper.

Más recomendados!!
El resto de los Blogueros del Vino probaron muchos malbec, a continuación otros recomendados:


  • El Vino del Mes
  • Fabian Mitidieri
  • Rumbovino
  • Vinarquia
  • Vinos en Buenos Aires
  • Vinos en Córdoba
  • Wine MDQ





  • Foto: Ignacio sirviendole para degustar a mi amigo, el sommeliere Silvio Martinelli, en la parte de atrás de la bodega y muy crequita a los viñedos.

    domingo, 14 de abril de 2013

    “Dany Rolland y su Bodega Mariflor”


    Hace algunas semanas, invitado por Margarita y Gustavo de Clos de los Siete, participé de una degustación junto a Dany Rolland, en la bonita sala de cata de Winery de Puerto Madero.

    Los vinos que se presentaban a degustar pertenecen a la Bodega Mariflor, propiedad del matrimonio Dany y Michel Rolland, a la que personalmente siempre tuve identificada con el nombre de Rolland Collection. Si bien sus etiquetas (Mariflor, Val de Flores) ya eran conocidas para nosotros, lo cierto es que la bodega se terminó de edificar recientemente. Por tal motivo, hasta el 2009 sus vinos habían sido vinificados en Bodega Monteviejo, una de las pioneras dentro del grupo Clos y construida hace ya más de una década.

    Con respecto a la terminación de la bodega, que ya está operativa desde la vendimia 2010, Dany nos adelantó que en este momento están ajustando algunos detalles referentes a las áreas destinadas al turismo y a la administración.


    Comenzamos con el Mariflor Sauvignon Blanc 2012 (sin etiquetar). Lo encontré mucho más elegante que las añadas anteriores. En nariz fue abriéndose lentamente: posee los típicos aromas de la variedad (herbáceos, florales), pero moderados en intensidad y todos muy finos. Me encantó su frescura. Son sólo 1.5000 botellas que seguramente se acabarán rápido. Una particularidad: la vinificación y crianza de este vino combina barrica, huevo y pileta de cemento. A mi humilde entender, esa complejidad se traduce y se puede percibir en boca.

    El siguiente fue el Mariflor Pinot Noir 2010. Al igual que el anterior, también proviene de uno de los viñedos más altos del Clos de los Siete (1100 msnm), de tan solo cuatro hectáreas. Si bien en el primer momento de la degustación las notas de la barrica tomaron la escena, con el correr del tiempo fue apareciendo lentamente la fruta, pero siempre tuvo un tostado marcado y sumamente bien ensamblado, y se destacaron esas notas que recuerdan al café tostado y al caramelo de dulce de leche. Pero lo más interesante es cuando va a la boca: allí sigue manteniendo su finura y, sobre todo, se desplaza fácilmente, es decir, lo que se define como “peligroso”, en el buen sentido: una botella puede terminarse rápido.



    Le llegó el turno al Mariflor Malbec 2010, también sin etiquetar. De los cuatro vinos fue el que menos me cautivó. Seguramente los siguientes meses en botella, antes de su salida al mercado, colaboren a que se siga redondeando y sumando en expresión.

    Terminamos bien arriba, con el Val de Flores Malbec 2006, con uvas provenientes del único viñedo fuera del campo del Clos (10 hectáreas de 80 años en Vistaflores). De ese viñedo se obtenía el malbec para el primer corte Iscay (1997/99/2000) de Trapiche; recordemos que el Iscay fue un vino emblema que combinaba Malbec con Merlot, elaborado en sociedad por Ángel Mendoza y Michel Rolland. Dany nos contó que el día que la finca se puso a la venta, Michel, quien conocía bien esas plantas, no dudó en comprarlas. Su crianza de 18 meses en barrica nueva dio forma a un vino potente, complejo y profundo, y al mismo tiempo tan balanceado con su acidez que en el paso por boca posee un buen movimiento y lo hace muy atractivo al momento de beber. A partir de la añada 2012, nos adelantó Dany, los vinos saldrán con la certificación orgánica y una botella ecológica acorde, diferente a la de la actual presentación.
    Otro adelanto en la alta gama: saldrá un malbec cofermentado con Syrah que acompañará el la linea al Camille.

    Volviendo al tema de la bodega, en lo que respecta a su diseño Mariflor optó por volver a los orígenes, ya que fue construida con piletas cuadradas de hormigón, 54 en total, cuya edificación fue supervisada por un especialista bordelés. Esto, claramente, va en contra de la tendencia de los últimos años, que prioriza los tanques de acero y los revestimientos de epoxi para las piletas. Además, para la crianza, además de las clásicas barricas, también poseen cubas. Según Dany, es una bodega ante todo funcional, en que las uvas se reciben por gravedad. Además destacó la importancia de tener, cosecha a cosecha, la posibilidad de hacer la cantidad de vinificaciones o micro que sean necesarias.


    Fue un gusto haber conocido a Dany, encontrar a una mujer tan involucrada con su proyecto. Me queda la sensación personal de que en esta nueva etapa habrá cambios, que seguramente seguirán siendo positivos.

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