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miércoles, 12 de febrero de 2020

"Livverá, intuición y evolución"

“Vinos que tuvieran motivos por los cuales hacerlo”, esas palabras me repitió en más de una oportunidad Germán Masera cada vez que intercambiamos audios de Whatsapp para consultarle sobre su proyecto personal Escala Humana Wines (EHW), el cual desde sus primeras etiquetas, bajo la marca Livverá, seguí siempre bastante de cerca.

Charlamos de sus comienzos, de algunos momentos que marcaron su carrera y, si bien sobre el final de esa charla podría haber adelantado que vendría en su futuro, no lo hizo.
Durante la conversación me dejó siempre esa sensación de sin prisa, pero sin pausa, como dice el dicho, y es muy coherente ello cuando reveo como fue creciendo su porfolio, sumando etiquetas paso a paso, y claramente no por la necesidad de tener completo un set de seis varietales para salir a vender, sino por encontrar vinos que tuvieran motivos por los cuales hacerlo.

Tantos ida y vuelta que tuvimos en el chat me ayudaron a comprender la necesidad de aquella razón para Germán; viajar siempre por diversas regiones o lugares del mundo para conocer productores, es una herramienta que ayuda a mejorar, aprender - me aclara; y no solamente en los vinos, sino en la manera que se lo vive, se lo comunica; inspirarse con la experiencia de otros hacedores, compartir filosofías, búsquedas, descubrir la calidez humana y cuantos puntos en común hay; esa apertura que le da conocer gente alrededor del vino y poder pensar en hacer vinos para que gusten al mundo; y no conformarse nunca, siempre buscar.
Voy a esperar para la reseña de los vinos porque a pesar de ser muy joven, es grande la experiencia con la que cuenta Germán, y se las quiero compartir.

En el año 2004 comenzó a estudiar enología en la Universidad Maza, y a pesar que su carrera se extendió a casi 10 años, el doble de lo que marca el programa, producto de siempre necesitar trabajar mientras estudiaba, para él fue algo bueno ya que que pudo ir practicando, leasé haciendo vendimia, a medida que cursaba.
De hecho su primera cosecha fue en el 2004, en ese momento trabajando para Viña Cobos donde estuvo hasta el año 2008, y en donde la relación con Paul Hobbs le permitió hacer vendimia en Estados Unidos. En busca de seguir haciendo experiencia tuvo un paso corto por Terrazas - Chandon el cual le abrió una puerta importante cuando la Bodega Santa Carolina de Chile, comenzaba un nuevo proyecto en Argentina que se llamaría Finca El Origen, y allí sus responsabilidades al frente de otras áreas dentro de esa nueva bodega eran mayores. Lo esperaría un nuevo desafío, tanto en lo comercial como en de campo, y la posibilidad de trabajar junto a consultores chilenos también la consideró como un importante aporte para su profesión, ello fue entre el 2008 al 2012.
Hasta ahí Germán me detallaba todo lo que había aprendido en el plano profesional, y creo que son todos esos items indispensables para completar un buen curriculum; pero es en el año 2012 que se va al Valle de Rio Negro a trabajar junto a Hans Vinding-Diers en Bodega Noemia. Fue muy curioso como percibí que a través de sus audios le cambiaba el tono cuando tuvo que contarme sobre esa etapa de su vida en Patagonia. Les copio textual una parte de esa charla:
“Admiro la manera en que Hans entiende, siente y como vive el vino; pasar el tiempo con él fue entender y amar mucho más aún el vino; desde como trataba un racimo de uva, o una botella de vino ya abierta. Un ejemplo de ello, nunca ví que dejara una botella a medias y sin ponerle el corcho”.
Ese respeto, esa manera de vivirlo, evidentemente para Germán fue una experiencia que también lo marcó.
Hans nunca había tenido un enólogo trabajando con él, Germán fue el primero y a pesar de reconocer que les llevó un tiempo que la relación entre ellos se amoldara, hoy no deja de reconocerlo como un amigo que le regaló el vino y con quien más allá de aprender mucho, descubrió como vivirlo. Destacó además que gracias a Hans empezó a conocer más sobre vinos del mundo; sabemos lo mucho que al conocimiento ello aporta, y más aún imaginando ser guiado a través de la experiencia de alguien como Hans.
Una etapa por demás especial fue la del sur, ya que la vivió junto a Ayelen, su actual esposa, a quien conoce desde el 2008; pero el llevar ya un tiempo alejado de la montaña, de su querido Tupungato, coincide con que Rogelio Rabino deja su puesto en Finca Sophenia y nace la posibilidad que Germán lo reemplace. Corría el año 2014.
Y fue así como volver al origen -me dice- pero con un nuevo desafío, porque no sólo era para encargarse de la parte agrícola, sino también de la operativa; 120 hectáreas, más de un millón de botellas y de veinte y tantos mercados abiertos en el mundo, era la chance para entender el negocio desde otro ángulo.

Mientras vivía en una casa dentro del "Cuartel II de cabernet sauvignon" en Gualtallary, resalta la importancia de pasar mucho tiempo en el lugar donde uno hace el vino.
"Poder vivir a diario esos pequeños grandes cambios que en la naturaleza van pasando"

A pesar que estoy desgrabando un audio de whatsapp puedo percibir que esa última parte salió de un rincón especial de su corazón.
Y volver a su lugar seguramente fue la clave para que despertara la idea de su proyecto personal, algo así como que el momento te llega, se me ocurre el instante de inspiración para un compositor de música no es cualquiera, y cuando llega hay que aprovecharlo, no dejarlo pasar.
Ese momento coincide con la elaboración del primer Anti Synthesis en Finca Sophenia, una etiqueta rupturista estilísticamente dentro del amplio porfolio que tenia la bodega y, por lo visto, también importante esa creación para el nuevo desafío que estaría por comenzar.
Es a fines del 2016 cuando Matías Michelini(MM) se instala en su nuevo espacio, la Bodega del Mono en Tupungato, para continuar con Passionate Wine y otros proyectos que MM seguía, ahí lo tienta la idea de acompañarlo en esta nueva etapa para la familia Michelini. Momento ideal si los había para comenzar a darle forma a EHW; en pleno Tupungato, viviendo el vino a diario y más que nunca rodeado de familia.
Antes de empezar con los vinos, les comparto una pequeña parte de lo mucho y bueno que me contó sobre MM.

"Matías tiene esa intuición de ir siempre para adelante, es un gran formador de equipo, puede leer en las personas un poco su perspectiva, su proyección, su futuro, sus inquietudes y ahí trata de ayudar, de abastecer las necesidades que va leyendo. Así fue conmigo, desde el principio, cuando aún poco me conocía ya que apenas era el novio de su sobrina, y siempre me brindó todo su apoyo y confianza, conté con su ayuda moral y financiera desde el comienzo de mi proyecto"Entre sus primeros vinos estuvieron el Livverá Malbec de Gualtallary y el naranjo de Malvasía, si bien uno de sus sueños originales para cuando tenga su proyecto personal era hacer el mejor malbec de Argentina, el hecho de ir descubriendo antiguas viñas lo hizo sentir que tenían mucho más que ver con el sentido del Valle de Uco, ello lo motivó cuando descubrió, aún trabajando en Sophenia, una finca de más de 90 años en El Zampal, con apenas 19 hileras de malvasía que había conservado su dueño por el hecho que había sido plantada por su bisabuelo. Señalo esto a diferencia que el malbec en la región es mucho más reciente.

Rescatar variedades viejas que vinieron de la mano de aquellos inmigrantes. El inicio de su proyecto siente que tiene que tener relación directa con el del Valle de Uco, la malvasía, el bequignol o la elección del sangiovese para su último rosado tienen mucho que ver con ello.

Si bien sigo de cerca los vinos de EHW desde sus comienzos, necesitaba para acompañar como corresponde a esta nota probar todos los que se encuentran a la venta actualmente, sumados a algunas añadas anteriores que conservaba.
Siguiendo la filosofía de "el vino nunca sólo ni a solas", un grupo de cueveros me acompañó para probarlos, y de paso intercambiar opiniones.Comenzamos con el Livverá Rosé 2019, primer añada de este rosado que ya es especial, en primer lugar porque es elaborado a partir de uva sangiovese - en nariz se muestra algo tímido, pero en boca es donde muestra todo su carácter; columna vertebral apoyada en una equilibrada acidez; sutil desde lo aromático, pero el primer sorbo alcanza para no pasar desapercibido, e invitar rápidamente al segundo; bajo alcohol, pero sin embargo linda estructura.
Proviene de un antiguo parral que queda en un lugar que se llama el Campo Vidal en Tupungato, muy cuidado por una familia, sin herbicidas con una agricultura prácticamente orgánica.
Musu el día que vi esa uva y la probé supe que era lo que buscaba - me dice. Contrariamente a la mayoría de los sangiovese muy poco color, además de muy buen perfume y acidez; sabía que iba a hacer el rosado que siempre soñé - remata
Cuando me describe su elaboración detalla: “muy simple, despalillo, medio día de maceración con las pieles en la prensa para sumar estructura, siempre con hielo seco para generar un ambiente bien reductivo y evitar la oxidación, prensa y fermentación del jugo sin desborrar en huevo de cemento; cuando termina la misma, enfriamos para que precipiten las borras, y algunos trasiegos, no mucho más”.
Continuamos la noche con el Livverá Bequignol, segundo año de este varietal de origen francés, no solamente poco difundido en Argentina sino también en el mundo, y que francamente no sabía que existía hasta que en el marco del #MrWinesTour 2017 lo probamos cuando visitamos la Bodega del Mono.
En esta oportunidad probamos la 2019, añada actual, con una carga colorante media, rápidamente se lo percibe un vino fresco, de buena fluidez, con particular paleta aromática que se mueve entre los especiados y algunos herbales, sumamente interesante.
Nada sabemos sobre esta variedad, pero gracias a pequeños productores como Germán la podemos empezar a conocer.

Considero que el momento que esta pasando la 2019 es el ideal, al menos a éste no creo que le sume la guarda en botella.
Y llegó el turno del tercero, el Livverá Bonarda 2018, cuerpo medio, jugosidad, elevada acidez, y repartidas las opiniones en la mesa de cata.
La idea de buscar siempre que sea bien representativo del lugar, lo llevó a inclinarse por buscar una versión fresca y jugosa para esta variedad; "Blendeó" 50% de uva despalillada y 50% de racimo entero, algo de carbónica por un lado y estructura por el otro, considera la mejor formula teniendo en cuenta nuestro contexto de clima de sol, la palabra fórmula la ubiqué yo, y se que a un hacedor como Germán seguramente no le guste nada, por ello lo aclaro.

Al momento de la degustación buena parte de los asistentes destacaron la elevada acidez, y Germán me confirma que fue el vino que buscó, un dato para tener en cuenta al momento de la elección, comercializo vinos, trato de conocer el gusto de quienes vienen a mi cueva, ya sé a quienes se lo voy a recomendar y a quien no.
Luego fue momento de Livverá Malbec 2017, y cuánto tiene que ver este vino con esos de los que tanto disfrutamos en estos últimos tiempos!
Vertical, con la impronta que le aporta Gualta, todo en equilibrio, armónico, mejor la hago mucho más fácil y digo que rico, rico!

Por suerte aún conservaba una botella de su primer vino, un malbec 2015, que descorché en otra situación reciente y la encontré en un gran momento; algo más maduro que el anterior, con una evolución lógica, me confirma que el 2017 se puede disfrutar hoy o seguir guardando, ambas decisiones pueden ser buenas.
Cuando le consulto a Germán sobre el 2017 me dice que lo componen varias fincas, con diferentes suelos y todas cosechadas el mismo día. Una foto donde evidentemente busca combinar todos los paisajes de Gualtallary en una sola captura, con seguridad me recomienda que sería como una buena puerta de entrada a la región.
Le llegó el turno a uno de los que personalmente más presente tenía y es el Livverá Cabernet Sauvignon, lo primero que me sale es invitar a todos aquellos que evitan esta cepa imaginando que es fuerte, tánica, áspera, que no dejen de entregarse ciegamente al 2018 de Livverá.
Frescura, fluidez, especias, textura y buena madurez, fue el que más gustó entre los cueveros, aclaran que lo sienten diferente a otros cabernet.
También proviene de un parral muy antiguo, más precisamente de 76 años en El Peral; zona fría pero no extrema, lo suficiente para una lenta maduración y que entregue un grano bien chico, con muy poca pulpa y gran concentración en la piel.
No me molestó que Germán me spoilee como viene la 2019, hago lo mismo con ustedes, me dijo que está mejor que la 2018.
Se transformó el naranjo de Malvasia en un clásico reconocido entre el resto de los Livverá? Esas cosas puede lograr solo un pequeño productor, al que muchas veces el consumidor lo descubre y lo empieza a reconocer a partir de un varietal poco y nada difundido por este pago, y encima vinificado de una manera muy poco habitual. Y agrego algo más, cuando llegó este al mercado eran muchas menos las etiquetas presentes con este tipo de elaboración, con lo cual el desafío era más atrevido.

Cuando me encontré esa malvasía, originalmente no había intenciones de que sea una naranjo pero sí lo prensaba y vinificaba como un blanco tradicional, aunque sabía que perdería todo aquello que precisamente deseaba conservar. Son textuales palabras de Germán.
Por ello decidió cosecharlo, despalillarlo y fermentarlo en un huevo de cemento con pieles, maloláctica, 60 días más con pieles, para ganar textura y estructura, luego prensa, 10 meses de barrica usada, levaduras y bacterias lácticas lógicamente del lugar, y a embotellar sin filtrar. Es por ello que encontramos turbidez, borras finas al agitar la botella. Es porque su hacedor consideró fundamental conservarlas en este vino.
Tenemos en nuestra mesa de cata la cuarta añada de este naranjo, si bien siempre lo probé, nunca la cantidad suficiente para seguir su evolución durante el año este nuevo me deja esa sensación de encontrarlo algo más sutil, más fino que los anteriores, los otros eran más salvajes y cargados en boca. Germán confirma mi apreciación, reconoce su búsqueda de evitar la exuberancia y ganar precisamente en elegancia, aunque también reconoce como el factor añada suele aportar lo suyo.
Quiero mostrar la variedad en su estado más puro y que no te canses de beberlo, me dice Germán, y se condice sobre todo con esta última versión que probamos.
En lo personal creo que en general a los naranjos les hace muy bien la crianza en botella. Así que no sean "chinwenwenchas" en tomarse todo y guarden alguna botellita para dentro de algunos años.

Livverá, libertad, tomar decisiones intuitivamente, buscando siempre la evolución, algo difícil sobre todo cuando no hay referencias ni puntos de comparación, aplica a esas variedades tan poco conocidas, que vamos descubriendo, y siguiendo apenas unos pasitos atrás de su hacedor.
Desde el otro lado viñas que tal vez fueron medias olvidadas, pero que mientras puedan estarán siempre esperando a un tipo como Germán, que llegará para brindarles un cariño especial y a cambio tan solo le pedirá que le entreguen un vino que pueda ser el reflejo más fiel de su terroir.

Livverá sería como el primer capitulo de mis vinos personales, me dice en el último audio de Whatsapp, y si bien no me agrega mucho más, conociendo al director, el escenario, los actores, puedo empezar a imaginar lo emocionante y atrapante que será la próxima temporada.

martes, 29 de mayo de 2018

"Creador de nuevos momentos"

Durante muchos años cuando alguien se preparaba para recibir visitas en su casa y agasajarlas con algún rico menú era habitual, y casi obligatorio, que desde el comienzo y hasta el final de esa reunión se sirviera vino y que se estilara tener sólo una etiqueta para acompañar todo el convite.

Hasta tal punto que el anfitrión precavido siempre solía comprar algunas botellas extra para no correr el riesgo de tener que cambiar de marca durante el encuentro ya que era algo que pareciera no ser bien visto en aquel entonces.

El mismo "tinto reserva" que había sido seleccionado para las carnes asadas era el que se utilizaba tanto para recibir a la visita, la "picadita" de entrada y nos acompañaba hasta después del postre o el café.

Los hábitos del consumidor, poco a poco, fueron cambiando producto de que se fue educando como tal a la par que crecía la cantidad de propuestas y diversidad en tipos y estilos de vinos.

Esa misma persona que se acercaba hasta un local de venta de vinos para adquirir una caja cerrada de seis botellas pensando en aquella reunión hoy sale a comprar y seguramente, sin resignar cantidad, ni la necesidad de escaparse del presupuesto asignado, elige los vinos pero teniendo en cuenta nuevos criterios para que esa reunión tenga más brillo y, de alguna manera, se pueda disfrutar mucho más.

Quiero aclarar que lo último que me gustaría es complicarle la vida a alguien al momento de la elección con los siguientes consejos. Más bien todo lo contrario.

De igual manera que elegimos ir de menor a mayor con la intensidad de sabores en los diferentes platos que podamos presentar sería ideal también utilizar un criterio similar para elegir los vinos, esto inclusive, más allá de la cantidad de platos que tengamos.

La idea es reemplazar esas cuatro botellas iguales que se descorcharían por otras que sean marcadamente diferentes entre sí ya que seguramente estaremos creando cuatro nuevas experiencias para disfrutar en nuestra reunión.

"Más allá del vino como bebida en sí para acompañar, la idea en el fondo es crear nuevos momentos, los cuales nunca hubieran existido de solo haberse decidido por una etiqueta"

Así como estoy seguro de que en ese encuentro del que hablamos no será el mismo plato para la entrada, el principal y el postre, también imagino que tampoco se charlará de un único tema durante todo el tiempo. No faltará el momento divertido ó el de compartir planes futuros, algún recuerdo, sueños, silencios y, quien dice, que no falte también algo emotivo.

Así suelen ser esas conversaciones que a pesar de ir de un lado para otro resultan ser siempre muy entretenidas porque son entre seres queridos que, además de preparar algo especial para recibirnos, también pensaron en más de una etiqueta de vino para que aquel encuentro se potenciara con nuevas experiencias que podrían llegar a ser especiales.
Todo tiene que ver con todo pero quiero mantenerme lejos de hablar de maridajes o acuerdos gastronómicos ya que tiene que ser algo más simple, con voluntad, imaginación y, si es necesario, un poco de asesoramiento.

Imaginate aquella despedida luego del encuentro: al dar gracias por la invitación, comentar qué lindo la pasamos y qué buena estuvo toda la comida se le sumaría qué buena selección de vinos que elegiste!

Me encanto éste o aquel más! Dónde los puedo comprar? La próxima que nos veamos me gustaría hacerte probar tal o cual! Qué buena idea tuviste! Cuándo nos juntamos de nuevo? me gustaría hacerte probar mi preferido!

Para algunos el acto de seleccionar una tanda de vinos puede resultar poco simple pero nada mejor para este caso que acercarse a una vinoteca seria y pedir asesoramiento, explicando al detalle cuál será la situación de consumo y el presupuesto con el que se cuenta.

Ante ese escenario el vinotequero debe ofrecer más de una solución acorde a nuestra necesidad porque precisamente esa es su función, seleccionar y ofrecer lo mejor de lo que está a su alcance.

Si de servir diferentes tipos de vinos (blancos, tintos, rosados, espumosos, naranjos, dulces) se trata y no caer en la situación de poner una copa especial para cada uno, sugiero contar con un modelo de copa de cristal que se pueda adaptar fácilmente a todos.

Creo ideal alguna tipo syrah o malbec y con una capacidad de 450/480 ml; es muy importante no resignar calidad en la misma. Recuerden que el mismo vino puede lucirse de manera muy diferente según la calidad del cristal.

Lógicamente si cada comensal cuenta con una sola de estas copas, entre vino y vino, deberían ser bien enjuagadas y secadas.

Si hay intensiones de profundizar un poco más en esta experiencia, al momento de seleccionar los vinos, se puede pensar que más allá de acompañar correctamente cada momento en el fondo exista también un mensaje educativo.

Así aprovecharemos, al mismo tiempo, la posibilidad que nos da probar, comparar y compartir apreciaciones sobre los vinos. Algo que para la mayoría de los consumidores no es una práctica habitual.

Siempre recuerden que la única forma de crecer en el conocimiento del vino es la experiencia que nos da probar siempre diferentes vinos. En lo personal suelo no repetir etiquetas precisamente para no perder la oportunidad de probar una que no conozco.

Algunos ejemplos de posibles criterios al momento de la elección:

Seleccionar diferentes tipos de vinos (Blancos, Rosados, Naranjos, Tintos, Espumosos, etc).

Seleccionar vinos en diferentes estilos (con diferente concentración, más o menos maduros, más o menos frescos).

Seleccionar vinos con diferentes tipos de elaboración (Vinificados en huevo de concreto, tanques de acero, barrica de roble, etc).

Seleccionar vinos con diferentes tipo de crianza (barrica de 225l, foudre, huevo de concreto, tonel, etc).

Seleccionar vinos de diferentes regiones (Valles Calchaquíes, Patagonia, Luján de Cuyo, Valle de Uco, etc).

Seleccionar vinos de diferentes sub-regiones (Altamira, Gualtallary, Los Chacayes, del Valle de Uco; otra podría ser Agrelo, Lunlunta o Las Compuertas en Luján de Cuyo).

Seleccionar vinos con diferentes tiempos de crianza (más jóvenes o más añejos).

Seleccionar vinos de diferentes segmento de precios.

Revisen cuántas variables pudimos enumerar sin la necesidad de hablar de varietales o vinos de corte. Imaginen que si multiplicamos las mismas por la cantidad de posibles cepas que encontramos en nuestro mercado las alternativas serían interminables y así aquella reunión que nació para comer rico y pasar un rato ameno con amigos, podría funcionar indirectamente muy educativa desde el punto de vista de los vinos.

En las fotos que están a continuación, les acerco algunas etiquetas que me resultan atractivas para combinar a mí, pero más me gustaría saber cuales son sus elegidas!!






martes, 19 de julio de 2016

"Caelum, blancos preparados para crecer"


                         


Son muy pocos los consumidores que, al momento de definir la compra de un vino blanco, lo piensan para guardar. Uno de los “mandamientos del vino” parece indicar que los blancos deben beberse al poco tiempo que se los adquiere y que, cuanto más baja su temperatura para el servicio, mucho mejor. Esto ha llevado a que muchos únicamente lo tengan en cuenta para consumir en verano; casi que, si no se tiene un freezer cerca, está prohibido pensar en ellos. Algunos aplican una regla bastante similar también para los vinos espumantes. 


Cuando acerco la lupa a la góndola, encuentro que el porcentaje de gama media y alta es bastante menor respecto al total de las alternativas de blancos. También es cierto que el mayor precio no me garantiza que pueda poseer potencial de guarda. En definitiva, dependemos de las intenciones del productor en hacer un vino que a mediano o largo plazo pueda crecer en complejidad, y por supuesto nosotros tenemos que ser capaces de identificar esa cualidad para tomar la decisión de guardarlo o no. Durante muchos años —creo que equivocadamente— otro mandamiento asociado a esta cuestión era que debían cumplir con una notoria crianza en madera, en boca debían ser pesados, y en la mayoría de las veces elaborados con uvas chardonnay. 


El crecimiento en la calidad, diversidad y búsquedas de nuestros vinos en los últimos años es muy significativo, al punto que a veces, si los compradores no estamos bien informados, nos cuesta estar al tanto de todo. De la amplia paleta de consumidores, la mayoría adquiere sus vinos en canales como supermercados o plataformas de ventas online, que seguramente están lejos de brindar el asesoramiento o información necesarios; por lo tanto, si el consumidor no dedica tiempo extra a investigar, seguramente empiece a perderse buena parte de la película que nuestra industria nos ofrece año a año.



                           



No quería dejar de ubicarlos dentro de este escenario, antes de compartir la nutritiva experiencia que tuvimos recientemente cuando hicimos dos catas verticales con blancos de la línea reserva de Bodega Caelum, guiados a través de una comunicación vía Skype por Giuseppe Franceschini y Hernán Pimentel, enólogo y propietario de la bodega, respectivamente. Según mi opinión, “el tano” Giuseppe Franceschini es uno de los elaboradores que mejor entiende esto de hacer blancos para guardar. Hace años que lo sigo, no solamente por sus elaboraciones en Caelum sino también por su proyecto personal Bacán y por muchos otros que asesora.


Bodega Caelum está ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo, y es un proyecto familiar que nació en 2009; posee 30 hectáreas plantadas en la región, en parte minoritaria utilizadas para sus propios vinos y en parte mayoritaria para abastecer a otros productores. De las etiquetas que degustamos y pasaré a detallar a continuación, hasta la cosecha 2011 fueron elaborados con uvas provenientes de fincas de terceros, en el Valle de Uco; del 2012 en adelante, de las propias en Agrelo, recién mencionadas.


                        

Los vinos se degustaron en dos tandas, tres copas servidas al mismo tiempo, con intenciones de que la comparación entre las diferentes cosechas pudiera ser más efectiva. Se probó, en la primera tanda, Caelum Chardonnay Reserva 2009, 2010 y 2011; y en la segunda, Caelum Fiano Reserva 2012, 2013 y 2014.



Algunas apreciaciones


— En ambas mini verticales los vinos más interesante por complejidad y estado fueron los más añejos, es decir, el Chardonnay 2009 y el Fiano 2012.


— Otro punto interesante es que en todos los vinos se podía encontrar una fruta con buena maduración, digamos “dulce”, pero excelentemente equilibrada con una atractiva y presente acidez. Atención a este tema: fruta madura/dulce en vinos que a su vez son bien secos, sin azúcar residual, de PH muy bajo. “El tano” comentó que la clave de este equilibrio entre densidad, dulzor y acidez obedece a la composición de los suelos de Agrelo, junto con el trabajo del viticultor, desde luego. 


— Si bien todos los vinos poseían crianza en barrica de roble (nueva, de primer, segundo o tercer uso, o una combinación entre éstas), en ningún caso la madera opacaba la fruta; al contrario, aportaba complejidad desde lo aromático, pero sin anularla.


— La vivacidad y entereza de todos los vinos me sugieren que, obviamente bien guardados, podrían seguir creciendo. Para ser franco, mi falta de experiencia no me permite precisar cuánto tiempo más. Según “el tano”, pueden tener una buena vida entre 7 y 15 años, algo lógico teniendo el cuenta que el chardonnay 2009 ya con siete encima llegó muy bien. Imagino que cada caso será particular y tendrá que ver con las condiciones del año: por ejemplo, mientras el “chardo” 2010 se destacaba por un plus de frescura extra y el 2011 por ser algo más potente; en el caso de los Fiano, si bien el 2013 sobresalía por lo expresivo, la experiencia de Giuseppe afirma que el 2014 será, en el futuro, el mejor de todos. Algo para agregar: el Fiano 2012 comenzaba a tener aromas que, además de minerales, me recordaron a los típicos hidrocarburos que solemos encontrar en los riesling con cierta evolución.


— Un punto no menor: tan importante como una buena copa, es la temperatura del servicio. Uno piensa en la temperatura de un blanco quizás entre 6 °C y 10 °C, pero creo que el mejor punto en éstos es entre 10 °C y 12 °C, dado que la mayor temperatura colabora a una mejor expresión aromática de las sutilezas producto de la crianza. Cabe aclarar que la frescura natural en boca ayuda al desplazamiento suelto del vino.
Con respecto a la elaboración, Hernán comentó que para mantener la identidad de los vinos, excepto en la 2016 que por cuestiones climáticas tuvo una maduración muy diferente a la habitual, siempre eligieron crear las condiciones necesarias para evitar la fermentación maloláctica (FML); vale destacar que, como la fermentación alcohólica (FA) suele hacerse en barrica, tiene que utilizar enfriadores para que la FML no se dispare espontáneamente. Giuseppe agregó que la FA en barrica integra todo mucho mejor, haciendo referencia a la parte tánica y aromática. 


Hablando de roble, nos adelantó que comenzarán a utilizar toneles de 600 litros —más volumen, menos impacto desde lo aromático—, y que los eligió en función de los bosques de donde provienen. Giuseppe no habló de tonelerías ni de tostados, hizo hincapié en los bosques de origen; evidentemente es una variable fundamental y que por lo visto conoce bastante, no sólo porque lo escuché disertar en varias oportunidades sobre este tema, sino porque sus vinos lo confirman. Tal como les comenté al principio, sigo sus elaboraciones en todos los proyectos, y el uso de este recurso suele reflejarse siempre con mucho equilibrio.
El fiano es un capítulo aparte. Poco y nada sabemos de esta variedad típica de Sicilia (Sur de Italia). Franceschini les sugirió a los Pimentel que la plantaran aquí, ya que creía que se adaptaría muy bien, y día a día confirmamos que no se equivocó. Caelum tiene plantada sólo una hectárea y media de fiano en Agrelo; hasta donde mi memoria alcanza, sólo recuerdo que los Zuccardi también tienen plantado para la línea Innovación de Santa Julia, pero en el Este mendocino (recuerdo haberlo probado, y era un buen vino, pero bajo otro concepto, pensado para beberse joven, diferente a las intenciones de hacer algo de guarda como en el caso de Caelum). 


Otra característica de la variedad es que no se destaca precisamente por la intensidad aromática (quizás por ello nunca otros productores la tuvieron demasiado en cuenta), pero sí se destaca por tener buena estructura en boca, profundidad, y acidez natural. Dichos atributos son los pilares fundamentales para la guarda, y seguramente los que motivaron a Franceschini al momento de tomar la decisión de plantarla.


Algo que me llama la atención es que las dos blancas que “el tano” planta en Agrelo son la clásica chardonnay, reina de las blancas, de fácil adaptación al clima de Mendoza, y fiano, por los motivos detallados anteriormente. Sin dudas, Giuseppe, quien aún no era gran conocedor de nuestro terroir, no confiaba en el potencial del sauvignon blanc: necesitó pocos años para descubrirlo, entenderlo y ubicarse hoy entre los que mejor la saben interpretar en nuestro país; me refiero al Bacán, la etiqueta de su proyecto personal.


En marzo pasado escribí una pequeña nota que aquí les vuelvo a compartir, la cual surgió luego de probar diversas añadas de los Espumantes Eclat, también pertenecientes a bodega Caelum. Además de encontrar muchos puntos en común entre ambas catas y conclusiones, se refuerza mi admiración por las familias productoras como la Pimentel, que, fiel a su gusto, principios o “filosofía”, optan por elegir un camino más complejo para sus elaboraciones, sin importar que sea el más difícil, o el que necesite de más tiempo o atención para ser valorado. Así evitan caer en estándares obvios, muchas veces más fáciles de comprender y, por ende, de vender.


                                    


viernes, 15 de noviembre de 2013

“Mi reencuentro con La Anita”

Después de varios años, vuelvo a encontrarme especialmente para degustar vinos de Finca La Anita (FLA). Ya de antemano tenía una expectativa especial sobre la reunión: en primer lugar, por conocer las vinificaciones con su nuevo equipo enológico, y en segundo lugar, por los compañeros de mesa, ya que sería compartida con algunos viejos amigos. Además imaginaba que, en algún momento de la noche, a ese combo maravilloso se sumarían algunos recuerdos que precisamente tendrían mucho que ver con esta bodega.




Hasta el 2009 los vinos de la bodega eran elaborados por Antonio Mas, hermano de Manuel, propietario de FLA. Recuerdo la sorpresa que me causó cuando me enteré de la desvinculación de Antonio a principios del 2010. Dado que era habitual identificar a la bodega con los dos hermanos, tuve una sensación extraña al saber que uno de ellos no participaría más en el proyecto. Tras esa noticia era lógico esperar que a partir de entonces llegaran cambios, y desde mi lugar la intriga era por conocer de qué manera se verían reflejados en sus vinos.

El nuevo equipo cuenta con el asesoramiento externo de Susana Balbo y el liderazgo de la joven Soledad Vargas como enóloga permanente y en lo que se refiere a la parte productiva en la finca. Soledad trabajó en las bodegas californianas KJ La Crema y Cakebread Cellars, y en la australiana Wynns Coonawarra Estate. FLA es la primera bodega que maneja en la Argentina, por eso su nombre quizás no sea tan conocido.


En la propia bodega, desde el punto de vista de las instalaciones, también se llevaron adelante importantes cambios, porque se ampliaron y remodelaron el edificio, la sala de barricas y vinificación; se incorporaron tanques de acero y se la equipó con sistemas más modernos de controles de temperaturas. También se reconvirtieron todos los procesos internos de seguridad e higiene, tratamientos de residuos y aguas, etc., punto fundamental para minimizar la variabilidad en botellas. Con respecto a la parte agronómica se incorporó el riego por goteo en gran parte de la finca. El encargado de contarme todos estos detalles y de dirigir la degustación fue un viejo amigo Marcelo Pacheco, quien desde hace siete años se encuentra muy ligado a la empresa, y actualmente se desempeña en el cargo de Brand Ambassador.

Fueron siete los vinos degustados; si bien faltaban algunos, fue un lindo muestreo de cómo se está trabajando en cada una de las líneas y el camino o el rumbo que están tomando. Si bien no hay un cambio radical –porque por suerte la elegancia sigue siendo prioridad en FLA–, en los tintos se percibe una mayor expresión frutal, seguramente producto de rindes más acotados. Marcelo contó que se está trabajando con rendimientos de entre un 7% y un 10% inferiores a los promedios históricos, por supuesto dependiendo del clima, pero precisamente la idea es buscar concentración, acidez y la madurez óptima en la materia prima.



A continuación los vinos y mi opinión:

Finca La Anita Tocai 2010 ($ 129)

Este blanco fresco, seco y de intensidad media nos regala sensaciones ambiguas pero atrapantes: combina lo frutal tirando a untuoso con una nota verde que roza lo herbáceo. Resulta sumamente interesante para nuestro mercado de blancos, en el que un porcentaje considerable suele caer en lugares a veces tan comunes. Este tocai tiene para distinguirse, sobre todo teniendo en cuenta que en nuestro mercado hay muy pocas etiquetas con esta cepa.

Finca La Anita Chardonnay 2011 ($ 129)

En éste la intensidad aromática crece, y cierta complejidad en sus aromas me hizo sospechar que había tenido algún contacto con roble. Estaba equivocado porque este “chardo” no tuvo crianza en madera, aunque por lo visto la botella le está haciendo muy bien. Intensidad, fruta levemente madura donde no faltan los florales y la acidez justa para que sea bien equilibrado. Esta cepa pocas veces logra entusiasmarme, en esta oportunidad la tipicidad y la elegancia del de “La Anita” lo logró.

Finca La Anita Rosado de Petit Verdot 2011 ($ 129)

En nariz, con esa característica nota frutal y ácida (frutilla) que creció a medida que aumentaba la temperatura en copa; en boca encontré su mayor atractivo: potencia, fuerza, nervio. Sólo ocho horas de maceración tuvo este rosado que puede acompañar tranquilamente un plato de sabores intensos, y que tiene atributos para reemplazar a un tinto en esa función.

Luna Merlot 2011 ($ 90)

Tinto directo que desde el primer momento no se guarda nada. Posee la potencia frutal que me hace pensar en un vino moderno, además de todas las notas de crianza en roble un tanto más tradicionales y esperables; su despliegue en boca es suelto, fácil y persistente; no esconde sorpresas, pero ofrece mucho de lo que pretende la mayoría de los consumidores. Es un dato para cuando en una mesa queremos ir a lo que seguro va a gustar, o bien para quienes aún no conocen los vinos de la Finca, que pueden al menos empezar con este antes que con los de mayor precio. No probé el resto de los varietales que componen esta línea, pero por lo visto con este merlot los resultados son óptimos.

Finca La Anita Cabernet Sauvignon 2012 ($ 232)

Contrariamente al anterior, éste es un vino que se tomó su tiempo en copa, donde sus aromas fueron en crecimiento gradual hasta entregarme una fruta de altísima calidad, agiornada con especiados y notas de crianza muy agradables. En boca posee gran personalidad: su despliegue es bien a lo largo y en ningún momento pierde la elegancia, por lo que anticipa un gran futuro. Hoy está muy disfrutable, pero en un par de años será muchísimo lo que desarrollará. Fue uno de mis preferidos de la noche.

Finca La Anita Corte Aniversario 2011 ($ 345)

Elaborado por el veinte aniversario de la Finca, en este blend se asociaron el syrah, la cepa tinta más antigua de la finca, con el petit verdot, precisamente la última que fue plantada. Por lo general me gustan los cortes, y más cuando son jugados con cepas no tradicionales, porque esas combinaciones nos sacan de lugares comunes en aromas y comportamientos en boca. Quizás un consumidor tradicional no lo valore, pero un enófilo como yo sí lo tiene en cuenta. Su potencia en aromas, aportada por el syrah, y en boca, propia del petit verdot, me pide carne de caza, y si le doy tiempo de botella seguro no me va a defraudar.

Varúa Merlot 2009 ($ 705)

Segunda edición de este tope de gama que promete salir siempre y cuando la calidad de la fruta sea la óptima. El primero fue en el 2007, en el 2008 no hubo. Tampoco está asegurado que sea siempre merlot, será el cuartel del varietal que mejor se dé en el año. En esta ocasión sólo mil botellas que, luego de sus quince meses en barrica francesa nueva, entregan pura elegancia decorada con sutiles tonos de suave fruta fresca. Un vino muy fino que con la aireación despertó suaves y “coquetos” tonos de café. 


Hermosa experiencia el haber disfrutado de todos estos vinos de FLA, que sin salirse de su camino me llevaron hacia diferentes lugares y sensaciones; que supieron destacarse en elegancia, amabilidad y tipicidad. Estos atributos deberían encontrarse más a menudo, pero lamentablemente, por esas cosas de mercados, demanda, moda o vaya a saber qué, algunos productores parecen haberlos olvidado.

martes, 11 de junio de 2013

“Michelini y la llave de la libertad” (Primera parte)


La primera vez que me reuní con Matías Michelini fue en diciembre del 2010. El motivo de aquel encuentro era conocer algunas de sus nuevas elaboraciones, que más que nada tenían relación con su nuevo proyecto personal de ese momento (Passionate Wine), y también otras de diversos proyectos que comenzaría a asesorar. Les acerco aquí un link de aquella visita reflejada en una nota. Esa noche el único vino de Passionate que pudimos probar fue el Montesco 2009 (partida: 4.000 botellas); unos meses más tarde, en la vendimia del 2011, se sumó el primer Agua de Roca (1.200 botellas) y algunas pocas etiquetas más, siempre todas de partidas reducidas.

De aquella charla recuerdo haberme encontrado con un Matías que, a pesar de ya portar un apellido reconocido, se mostraba con gran sencillez, humildad y una especial inquietud para mostrarnos su manera de pensar y, de alguna forma, anticiparnos sus proyectos e ideas. Algunas de esas muchas ideas eran hasta difíciles de imaginar, pero el tono de sus palabras me inspiró la confianza de alguien que está seguro del camino elegido. Quizás por ello, desde aquella primera vez, nunca dejé de estar atento a sus elaboraciones y a todo lo que pasaría bajo su mirada a partir de entonces.

Gracias a la gentileza de sus representantes comerciales en Buenos Aires, mis amigos Noe y Martín de Ozono Drinks, a principios de mayo de este año fui yo quien pudo visitarlo. Dado que actualmente son muchísimas las elaboraciones que tiene para mostrar, era mucho más fácil y atractivo para mí trasladarme hasta su querido Tupungato, donde, además de probar vinos terminados, tendría la posibilidad de ver las elaboraciones que estaban en camino.

Por el momento, Passionate Wine no tiene bodega, pero buena parte de su producción se elabora en bodega Del Tupun. Hacia allí nos dirigimos un viernes de mayo, tempranito, ni bien llegué. Piletas, huevos de cemento, barricas, toneles y hasta antiguos fudres recuperados de más de cien años estaban generosos a la espera de que podamos degustar de ellos. En lo personal, intenté sacar conclusiones para reflejarlas acá de la manera más clara posible.



Para que tengan idea de su crecimiento, en el 2011 la producción de Passionate Wine rondaba las 7.000/8.000 botellas y hoy, dos años más tarde, estiman elaborar, entre todas sus líneas –actualmente catorce– más de 70.000. Otro detalle: el destino de comercialización siempre fue el mercado local, aunque recién este año un pequeño porcentaje comenzará a viajar al mercado externo, principalmente a Estados Unidos.

Muestras probadas

Entre la enorme cantidad que probamos, las añadas 2012 del Punta Negra o del Torrontés Brutal las acepte más fácil que cuando las había probado, en sus versiones anteriores, antes de que salieran a la venta. Dicho de otra manera: o mi paladar se familiarizó con este estilo de vinos o Michelini a estos últimos los trabajó para que se pusieran amenos y entendibles más rápidamente. Quizás haya un poco de cada cosa. Algo similar me ocurrió con el Inéditos Ancellota 2011, que demorará algo más de dos años para estar a punto, mientras que un reciente ancellota con viognier 2013, por lo “domado” que lo encontré, estimo que no necesitará ese tiempo.

En el recorrido por la bodega, a primera vista, si hay algo que creció considerablemente es la cantidad de huevos de concreto: es evidente que las vinificaciones y la crianza en ellos cada vez están dando mejores resultados. Por ejemplo, de un huevo que lleva el rotulo de “Petit Malbec”, probé un corte Malbec/Petit Verdot hiper-jugoso, de esos que te producen la sensación de morder la fruta fresca con hollejo y todo: una perfecta combinación de cepas que me encanta. Otro que creo va a dar que hablar será el “Malbec de los Cojones”, al menos así llaman por ahora a un trío de barricas. Uno de los secretos es que su fruta proviene de una finca en “Vistaflores Arriba”, aparentemente un lugar al que es difícil llegar, pero por lo visto a “Miche”, cuando le gusta algo, por suerte nada no lo detiene. Cuando lo probé entendí su anécdota de la travesía en 4X4 para llegar hasta el viñedo: qué explosión en boca; su alcohol apenas es de 12 grados, pero su acidez cruje, y me da una sensación de estructura y potencia única. Sí, apenas 12 grados: muy opuesto a lo que uno puede imaginar desde la teoría.

Aunque no recuerdo de qué finca proviene, es imposible olvidarme de otra de las novedades, un exquisito sangiovese 2012: hermosa fruta fresca, algo que me remite a florales. Creo que saldrá en la línea Inéditos. No le voy a perdonar a Matías que en el 2013 no lo haya repetido, por esto ya les anticipo que será una verdadera perlita.

Para cerrar con los tintos, unos que ya portan nombre, y sobre todo mucha personalidad, son los de la línea que se llamará Diverso. Serán varietales, un Syrah y un Merlot 2012, todo 100% criado en huevo, sin sulfitos y con la menor intervención posible en su elaboración. Me gustaron ambos, sobre todo el syrah. Además de prometer botellas ecológicas y lucir unas bonitas etiquetas ilustradas por las hijas de Matías, parte de lo recaudado por su venta tendrá fines benéficos. Una fórmula perfecta: dar placer, cuidar el planeta y colaborar con alguna escuela o entidad de Tupungato que lo necesite. Otra nota de color es que la finca de donde proviene el syrah se encuentra frente al Tupungato Divino, en Gualtallary, la cual durante muchos años no había tenido ningún tipo de mantenimiento ni cuidado, pero que había logrado un equilibrio de manera natural que cautivó a Matías y lo motivó a crear esta nueva línea.



Pasando a los blancos, les puedo asegurar que el asunto viene tan entretenido como con los tintos. Por ejemplo, probamos los componentes para el Agua de Roca 2013, seis vinos en total, que alternan diferentes momentos de cosecha (+/- madura) y de diversas vinificaciones (c/s maceraciones, escobajo, etc.); la mayor parte de la fruta proviene de la finca San Pablo en Gualtallary. Eso sería lo más nuevo del año, y también tiene un blanco en crianza: el Paso del Sapo 2012, un “chardo” proveniente de la localidad chubutense de donde sale su nombre, para mayor precisión, en nuestra geografía coincide con el paralelo 43. Este blanco posee una destacada nota salobre/mineral, y por el momento sigue afinándose en barrica, de la cual Matías se niega a sacarlo aún porque afirma que cada vez se pone mejor. Yo creo lo mismo: la historia de cómo nació este vino es tan emotiva e interesante como degustarlo; la sommelier Paz Levinson también fue parte de ella.


Por fin llegó el turno de probar un corte, llamado “Verdes Cobardes”. Aprovechando que estábamos sobre las piletas, ensayamos la posible mezcla para ver cómo quedaría. La idea era tomar una base de un clásico “sauvignon blanc michelinesco”, darle más carga y acidez con un semillón verde y aportar el perfil frutal con viognier y un chardonnay, un tanto más maduro este último. En lo personal, esta mezcla me resultó muy atractiva. Creo que saldrá bajo la línea Montesco, pero en un segmento de precios inferior al Parral. Lo más jugoso: la historia de cómo nacieron la idea y el nombre, tan directa y atrevida como el vino; si deseas conocerla, búscala en twitter porque ahí se disparó.


Nueva bodega

Passionate Wine tendrá por fin bodega propia. Estará ubicada en Gualtallary, dentro del Wine Country Tupungato Winelands. El proyecto y construcción de la nueva bodega está a cargo del reconocido Estudio Bórmida y Yansón (también Atamisque, Fournier, Séptima, Salentein, entre otras); la superficie construida será de 2000 mts2, y tendrá una capacidad de 170000  litros de fermentación en huevos y 100000 para crianza en barricas.

La bodega se ubicará a los pies del cerro; su construcción evita las líneas rectas y sus colores externos se mezclan con los del paisaje, el suelo y los viñedos. La edificación contará con diferentes niveles; y para transportar la uva, mosto o vino de un área a otra, lo hará únicamente por gravedad. Otro de los puntos interesantes que recuerdo es el aprovechamiento al máximo de la luz solar, para lo cual el techo será con un vidriado transparente en la parte superior central y en cada uno de los pisos. Se calcula que la construcción total demorará aproximadamente cinco años. También contará con áreas destinadas al turismo, con espacios especiales para que las familias puedan visitarla, pasar el día y disfrutar de un almuerzo con vista a los viñedos y al cerro. Cuando me mostraron dónde estará ubicada la bodega, ya puedo imaginármelo: el marco será único.



Volviendo a aquella noche del 2010 cuando Matías llegaba con una cabeza que explotaba de sueños, creo que nunca se habría imaginado que se irían cumpliendo tan rápido, y mucho menos aún que antes de los tres años estaría comenzando el proyecto de semejante bodega. Esto confirma, una vez más, la importancia de estar convencido del camino elegido, que precisamente no es el más fácil. Tener alas y soñar, por lo visto, son algunos de sus secretos para haber encontrado la llave de la libertad.

Haciendo click sobre las fotos se pueden ampliar Foto 2: Fudres
Foto 3: Finca de Syrah en Tupungato Divino
Foto 5: Proyecto del Estudio Bórmida y Yansón

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