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martes, 29 de mayo de 2018

"Creador de nuevos momentos"

Durante muchos años cuando alguien se preparaba para recibir visitas en su casa y agasajarlas con algún rico menú era habitual, y casi obligatorio, que desde el comienzo y hasta el final de esa reunión se sirviera vino y que se estilara tener sólo una etiqueta para acompañar todo el convite.

Hasta tal punto que el anfitrión precavido siempre solía comprar algunas botellas extra para no correr el riesgo de tener que cambiar de marca durante el encuentro ya que era algo que pareciera no ser bien visto en aquel entonces.

El mismo "tinto reserva" que había sido seleccionado para las carnes asadas era el que se utilizaba tanto para recibir a la visita, la "picadita" de entrada y nos acompañaba hasta después del postre o el café.

Los hábitos del consumidor, poco a poco, fueron cambiando producto de que se fue educando como tal a la par que crecía la cantidad de propuestas y diversidad en tipos y estilos de vinos.

Esa misma persona que se acercaba hasta un local de venta de vinos para adquirir una caja cerrada de seis botellas pensando en aquella reunión hoy sale a comprar y seguramente, sin resignar cantidad, ni la necesidad de escaparse del presupuesto asignado, elige los vinos pero teniendo en cuenta nuevos criterios para que esa reunión tenga más brillo y, de alguna manera, se pueda disfrutar mucho más.

Quiero aclarar que lo último que me gustaría es complicarle la vida a alguien al momento de la elección con los siguientes consejos. Más bien todo lo contrario.

De igual manera que elegimos ir de menor a mayor con la intensidad de sabores en los diferentes platos que podamos presentar sería ideal también utilizar un criterio similar para elegir los vinos, esto inclusive, más allá de la cantidad de platos que tengamos.

La idea es reemplazar esas cuatro botellas iguales que se descorcharían por otras que sean marcadamente diferentes entre sí ya que seguramente estaremos creando cuatro nuevas experiencias para disfrutar en nuestra reunión.

"Más allá del vino como bebida en sí para acompañar, la idea en el fondo es crear nuevos momentos, los cuales nunca hubieran existido de solo haberse decidido por una etiqueta"

Así como estoy seguro de que en ese encuentro del que hablamos no será el mismo plato para la entrada, el principal y el postre, también imagino que tampoco se charlará de un único tema durante todo el tiempo. No faltará el momento divertido ó el de compartir planes futuros, algún recuerdo, sueños, silencios y, quien dice, que no falte también algo emotivo.

Así suelen ser esas conversaciones que a pesar de ir de un lado para otro resultan ser siempre muy entretenidas porque son entre seres queridos que, además de preparar algo especial para recibirnos, también pensaron en más de una etiqueta de vino para que aquel encuentro se potenciara con nuevas experiencias que podrían llegar a ser especiales.
Todo tiene que ver con todo pero quiero mantenerme lejos de hablar de maridajes o acuerdos gastronómicos ya que tiene que ser algo más simple, con voluntad, imaginación y, si es necesario, un poco de asesoramiento.

Imaginate aquella despedida luego del encuentro: al dar gracias por la invitación, comentar qué lindo la pasamos y qué buena estuvo toda la comida se le sumaría qué buena selección de vinos que elegiste!

Me encanto éste o aquel más! Dónde los puedo comprar? La próxima que nos veamos me gustaría hacerte probar tal o cual! Qué buena idea tuviste! Cuándo nos juntamos de nuevo? me gustaría hacerte probar mi preferido!

Para algunos el acto de seleccionar una tanda de vinos puede resultar poco simple pero nada mejor para este caso que acercarse a una vinoteca seria y pedir asesoramiento, explicando al detalle cuál será la situación de consumo y el presupuesto con el que se cuenta.

Ante ese escenario el vinotequero debe ofrecer más de una solución acorde a nuestra necesidad porque precisamente esa es su función, seleccionar y ofrecer lo mejor de lo que está a su alcance.

Si de servir diferentes tipos de vinos (blancos, tintos, rosados, espumosos, naranjos, dulces) se trata y no caer en la situación de poner una copa especial para cada uno, sugiero contar con un modelo de copa de cristal que se pueda adaptar fácilmente a todos.

Creo ideal alguna tipo syrah o malbec y con una capacidad de 450/480 ml; es muy importante no resignar calidad en la misma. Recuerden que el mismo vino puede lucirse de manera muy diferente según la calidad del cristal.

Lógicamente si cada comensal cuenta con una sola de estas copas, entre vino y vino, deberían ser bien enjuagadas y secadas.

Si hay intensiones de profundizar un poco más en esta experiencia, al momento de seleccionar los vinos, se puede pensar que más allá de acompañar correctamente cada momento en el fondo exista también un mensaje educativo.

Así aprovecharemos, al mismo tiempo, la posibilidad que nos da probar, comparar y compartir apreciaciones sobre los vinos. Algo que para la mayoría de los consumidores no es una práctica habitual.

Siempre recuerden que la única forma de crecer en el conocimiento del vino es la experiencia que nos da probar siempre diferentes vinos. En lo personal suelo no repetir etiquetas precisamente para no perder la oportunidad de probar una que no conozco.

Algunos ejemplos de posibles criterios al momento de la elección:

Seleccionar diferentes tipos de vinos (Blancos, Rosados, Naranjos, Tintos, Espumosos, etc).

Seleccionar vinos en diferentes estilos (con diferente concentración, más o menos maduros, más o menos frescos).

Seleccionar vinos con diferentes tipos de elaboración (Vinificados en huevo de concreto, tanques de acero, barrica de roble, etc).

Seleccionar vinos con diferentes tipo de crianza (barrica de 225l, foudre, huevo de concreto, tonel, etc).

Seleccionar vinos de diferentes regiones (Valles Calchaquíes, Patagonia, Luján de Cuyo, Valle de Uco, etc).

Seleccionar vinos de diferentes sub-regiones (Altamira, Gualtallary, Los Chacayes, del Valle de Uco; otra podría ser Agrelo, Lunlunta o Las Compuertas en Luján de Cuyo).

Seleccionar vinos con diferentes tiempos de crianza (más jóvenes o más añejos).

Seleccionar vinos de diferentes segmento de precios.

Revisen cuántas variables pudimos enumerar sin la necesidad de hablar de varietales o vinos de corte. Imaginen que si multiplicamos las mismas por la cantidad de posibles cepas que encontramos en nuestro mercado las alternativas serían interminables y así aquella reunión que nació para comer rico y pasar un rato ameno con amigos, podría funcionar indirectamente muy educativa desde el punto de vista de los vinos.

En las fotos que están a continuación, les acerco algunas etiquetas que me resultan atractivas para combinar a mí, pero más me gustaría saber cuales son sus elegidas!!






lunes, 6 de marzo de 2017

"Tintillo, se abre una puerta a nuevos consumidores"

El Tintillo es un nuevo vino de Bodega Santa Julia que salió al mercado hace apenas algunos meses, para ser más preciso, en diciembre de 2016. Por el momento, su destino de venta está focalizado para restaurantes y vinotecas. Más allá de un diseño de etiqueta y de un nombre que para algunos pueda resultar bastante particular, algo que llama más aún la atención es que, si bien se trata de un tinto, sobre su etiqueta, debajo del nombre, lo segundo que se lee es “Bébase Frío”.


Podría quedarme con la sugerencia de enfriar, beber y disfrutar, que de hecho fue lo que hice con la primera botella: gustó tanto entre los presentes que “voló” mucho más rápido de lo imaginado. Sin embargo, desde mi experiencia como consumidor, comunicador y vendedor de vinos, creo que el Tintillo puede ser la puerta de entrada a un nuevo estilo, sobre todo para un amplio espectro de consumidores masivos que hasta hoy pueden sentirse lejos de ser seducidos tanto por el nombre como por la sugerencia de beber frío. Más aún, su tipo de cierre screw-cap (tapa a rosca), a pesar de ser cada día más habitual y acorde sobre todo para vinos jóvenes, sigue siendo resistido por muchos.
Este corte cosecha 2016, en cuya contraetiqueta se aclara que fue elaborado con uvas de malbec y bonarda fermentadas en granos enteros, de alguna manera resume el proceso por el cual fue vinificado, técnicamente conocido como “maceración carbónica” (MC). La MC es una técnica que consiste en dejar que fermenten dentro del tanque los racimos enteros sin despalillar ni prensar previamente. De este modo, el peso de los racimos ubicados en la parte superior genera que las uvas que están debajo se rompan, liberando parte del mosto que comienza una fermentación alcohólica (FA). De esa fermentación se libera el dióxido de carbono (CO2) que desplaza el oxígeno que hay en el tanque y, en ausencia de este último, las levaduras pasan de una respiración aeróbica a una anaeróbica, lo cual propicia la atmósfera ideal para que cada grano inicie lo que se llama su propia fermentación intracelular.



Los vinos obtenidos a partir de este proceso suelen ser bien frutados y con menos contenido de taninos. En el caso del Tintillo, el proceso de MC duró cuatro días, y posteriormente se realizó el prensado y se completó la FA. En similar segmento de calidad, desde hace algunos años han llegado al mercado algunas etiquetas con este tipo de elaboración, pero siempre con partidas acotadas y, por ende, con vinos destinados a un pequeño nicho de consumidores, seguramente el de los más inquietos o el de los constantes buscadores de novedades. Este público los supieron reconocer como tintos livianos, refrescantes, de acidez vibrante, bebibles; quienes saben de lo que estoy hablando, sospecho que terminarán siendo pocos en proporción a la cantidad de consumidores a los que podría llegar a conquistar el Tintillo, en cuya primera partida nos entrega 30.000 botellas.
Todos sabemos la capacidad de producción de la bodega que puede multiplicar este número a la cantidad que sea demandada; pero no es sólo una cuestión de volúmenes y alcance logístico, porque a las cualidades que enumeré típicas de los “tintos de sed”, en el Tintillo se agregan las siguientes: paladar con volumen, redondez, suaves taninos y acidez moderada. Estos atributos lo ubican en un punto intermedio, que lo hace bien amigable, fácil de disfrutar y, sobre todo, de entender para una media importante de consumidores.


El Tintillo, además de un corte de cepas, es un blend de zonas. El malbec del Valle de Uco, fresco, aromático, de buena acidez y firmes taninos naturales, se combina con el bonarda de Santa Rosa, desierto al Este de Mendoza, zona más caliente, de un perfil algo más maduro, que aporta centro de boca y una sensación más golosa. Aunque en el resumen final del corte resulte un vino seco, fresco, de gran balance y frutuosidad, que imagino para beber dentro del año, esto no quiere decir que se vaya a “caer” rápidamente, porque se percibe con nitidez muy buena calidad de fruta. De cualquier modo, creo que dentro del año será cuando demuestre su máximo esplendor.
Charlando con Rubén Ruffo, enólogo responsable de Santa Julia, me comentó que desde los comienzos de la bodega solían hacer vinos de MC, pero siempre para mercados externos. Si bien tenían experiencia, hoy la uva utilizada para el Tintillo fue pensada originalmente para otro nivel de vino superior: de hecho, los rendimientos oscilan entre 100qq/ha en el malbec y 120 qq/ha para el bonarda. Ruffo aclaró que, al tener el malbec una piel bastante más fina que el bonarda, los procesos de MC hay que efectuarlos forzadamente por separado, para luego armar el blend, que en este caso es de 50 y 50.
Vuelvo al tema de la degustación. A pesar de que la ficha técnica de la bodega me recomienda beberlo —o, mejor dicho, sacarlo de la heladera— entre 11° y 12°, quise experimentar y probar cómo funcionaba en un espectro mucho más amplio, por ejemplo, entre 8° y 18°. El primer sorbo lo hice con el vino a 8° y me resultó placentero; eso sí, allí lo disfruté puramente por sed, con sensaciones similares a las de un blanco seco pero con volumen; a pesar del frío, su acidez nunca me molestó. A medida que la temperatura comenzó a subir, me pareció que entre 14° y 15° fue la ideal, cuando más sabroso me resultó. A partir de los 11/12° empecé a imaginarlo acompañando algún alimento, comida de picnic (tartas, sándwichs, picada), pizza a la piedra, vegetales grillados o salteados; sobre todo platos fríos. Entre los 16° y 18° me animo a acompañar hasta algún corte de carne magra (frío o caliente).

                                       

Son pocos los vinos que pueden adaptarse a semejante flexibilidad simplemente con variar la temperatura de servicio. Sabemos que muchos, si se escapan de los 17°, fácilmente tienden a sentirse alcohólicos, y que a bajas temperaturas suelen remarcar sus taninos y aplacar la intensidad aromática, aunque en el caso de los criados en roble la madera también tiende a sentirse en el primer plano cuando se los sirve fríos.
Otra nota de color es que, además de la prueba de las temperaturas, también lo degusté en un vaso de vidrio común. Me sorprendió que el vaso no opacara sus atributos, sabiendo que en la mayoría de los vinos de calidad siempre es notable lo que le suma un lindo copón. Vuelvo a pensar en el picnic, un escenario poco recomendable para los copones de cristal.
                               


Luego de la experiencia propia, y de haberla compartido junto a otros amigos con diversos niveles de interés y conocimiento, me animo a afirmar que por su estilo hasta puede llegar a gustarle a gente que inclusive nunca llegó a disfrutar plenamente de los tintos. Por todo lo detallado, se darán cuenta de que, al menos para mí, el Tintillo es un golazo. Remarco que, a mi favor, en ningún momento mencioné la cuestión del cambio climático que va sufriendo nuestra región: cada vez tenemos menos días del calendario para los tintos de invierno, pesados y corpulentos. 

La gente de la bodega también está muy conforme con la recepción que tuvo el vino en este primer trimestre de vida. Así me lo confirmó su “Brand Ambassador”, Nancy Johnson. Además de aplaudir a Rubén Ruffo, a Seba Zuccardi y al equipo de Santa Julia por el excelente resultado, creo que aquí también fue valioso el convencimiento que tuvieron aquellos pequeños productores al momento de elaborar sus primeros MC de calidad, y que poco a poco hicieron crecer ese nicho de seguidores. A partir de entonces comenzó a funcionar algo que me gusta destacar a nivel país, lo cual trasciende marcas, bodegas y profesionales. Lo importante es que se hagan cosas, se plasmen proyectos, ideas nuevas que sirvan de inspiración, para hacerlas crecer año a año, y —por qué no— para que otros las mejoren, las adapten, y así simultáneamente contagie a nuevos productores. Ahora hablamos de vinos, pero también pueden ser formas de comunicarlo o comercializarlo, obviamente siempre privilegiando qué es lo mejor para que crezca nuestra industria de manera genuina. La familia Zuccardi es un claro ejemplo de todo ello: trabajo, investigación, consistencia, comunicación. Esos resultados, que un nicho bastante especializado venimos observando en su alta gama, también se van reflejando en sus vinos masivos, como el Tintillo, una puerta nueva y grande para nuevos consumidores.

sábado, 20 de abril de 2013

“Interesante cata: el valor de ese distintivo ‘extra’”



Laguna Brava Torrontés 2010 Selected Reserve, de José Luis Mounier (Cafayate, Salta) - $ 100
Rosa de Maimará 2012 (corte de Syrah, Malbec y CS, macerado con orujo y posterior paso por barrica), de Bodega Fernando Dupont (Maimará, Quebrada de Humahuaca, Jujuy) - $ 90
Gouguenheim Malbec Reserva 2011, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) - $ 68
Gouguenheim Red Melosa Blend 2007, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) $ 130
Caligiore Family Vineyard Organic Legacy Malbec 2009, de Caligiore (Luján de Cuyo, Mendoza) - $ 98
El Pajarito 2011 (cofermenteción entre Malbec, CS, CF, Viognier; 1.500 botellas), por Sergio Casé (estimo que se ubicará entre $ 120 / $ 150)
Punta Corral 2011 (Malbec, Syrah y CS), de Marcos Etchart para Fernando Dupont (Maimará, Jujuy) - $ 120
Altocedro Tempranillo 2011 “Año Cero”, de Bodega Altocedro (Valle de Uco, Mendoza) - $ 85
Piattelli Cabernet Sauvignon 2009 Grand Reserva, de Bodega Piattelli (Valle de Uco, Mendoza) - $ 130
Nómade Reserva “Las Mulas 2007”, de Tomás Achával (Syrah, Malbec y CS, del Valle de Uco, Mendoza) - $ 150
Ale Pepa Malbec 2011(Cafayate, Salta) Proyecto personal de Alejandro Pepa(Enólogo de El Esteco)  - $ 170

La lista anterior pertenece a las etiquetas de una de las últimas degustaciones. Una cata más que interesante, no sólo porque los vinos estuvieron todos entre buenos y excelentes, sino también porque a muchas de las etiquetas es poco habitual encontrarlas, al menos por Buenos Aires. 

Si hubo una coincidencia entre los asistentes, terminada la reunión, fue lo entretenido que estuvo. A pesar del buen nivel general, me motivó a discriminar entre vinos que me transmitieron mucho y otros que no tanto. No hago referencia precisamente a intensidad, calidad aromática, desarrollo en boca o potencia, sino más bien a algo que va un poco más allá y que francamente me cuesta transmitirlo con palabras. Si pudiera hacer una comparación con una persona, quizás podría decir “carisma”, “personalidad”, “autenticidad”, “rasgos”; pero se trata de vino y cuando hablamos de ello pareciera que la forma para describirlo se agotara con solo detallar color, aromas, sabor, equilibrio, potencial, calificación numérica o RPC. Todo eso está perfecto pero no deja lugar para algo más, es decir, esa sensación personal “extra” que suelo percibir sólo en algunos. Vinos de calidad, con intensa fruta, buena maduración, madera bien ensamblada, equilibrados, por suerte cada vez hay más, pero al menos yo, como consumidor inquieto, hoy estoy esperando que me transmitan ese “distintivo extra”.



En esta última cata, uno que se destacó por su desenfado y personalidad fue el rosado jujeño. ¡Por Dios! Sus aromas fueron de la jalea de remolachas y las notas terrosas a los espárragos. Precisamente me conmovió por lo extremo: no es para todos los consumidores, pero es excepcional que una pequeña porción de nuestra geografía, como es Maimará, pueda quedar retratada en una botella. Atención que el Caligiore, el Pajarito, el Punta Corral, el Altocedro y el Malbec de Ale Pepa, a pesar de ser todos tintos y de ubicarse en un segmento medio/alto ($ 85 / $ 185), también supieron llevarnos para muy diferentes lados o, mejor dicho, diferentes rincones, y disparar variadas sensaciones, escapando de esos puntos muchas veces tan comunes. Si bien todos se destacaron por su buena concentración y madera, supieron motivar los más diversos comentarios: la fruta ácida y nerviosa en el tempranillo, o la textura y profunda expresión en el Organic Legacy.




 Suelo muchas veces renegar de los muy maduros que rozan la fruta dulce; sin embargo, el Punta Corral y el de Pepa eran así, y a pesar de ello también me supieron cautivar. Al segundo particularmente me gustaría probarlo en un par de años. El blend de Casé también tenía lo suyo; un catador hizo referencia a una nota de fruta blanca nítida y madura de fondo: el toque de viognier dulce imprimía su sello.




Hasta aquí destaqué especialmente una parcialidad de los vinos, pero sería injusto si dijera que son los más recomendables para comprar. De hecho la experiencia hizo que me importara poco su precio: el tema pasó por otro lado, que no tiene puntajes, ni precio. Llegado el momento, mi bolsillo me permitirá comprar uno, otro o ninguno. Lo relevante, lo que quiero decir, es otra cosa.

Con la otra mitad de etiquetas sin comentar, ustedes se preguntarán: “¿estaban mal?”. “No, para nada”. Por ejemplo, en el torrontés de Mounier la madera estaba bien ensamblada, aportando elegancia y complejidad: un blanco equilibrado y con ninguna dificultad para beber, y que se puede adaptar a la mayoría de los paladares, es decir, claramente en la otra orilla del rosado que comenté al comienzo; y ambos se ubican casi en el mismo segmento de precios. Ahora me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿Me transmitió algo extra?”. “No”. Es ahí cuando caigo inmediatamente en el tema “precio” y empieza a generarme dudas para volver a comprarlo.

Otro que aún no mencioné y que estoy seguro que por su gusto lo puedo recomendar es el Malbec Reserva de Valle Escondido. Expresivo desde el primer minuto, con las notas del roble bastante presente, con buen desplazamiento en el paso por boca. También imagino que va a atraer fácilmente a una generosa porción de consumidores. Otra vez me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿me transmitió algo extra?”. “No”. Por segunda vez vuelvo a pensar en la relación precio/calidad (RPC) y puedo decir que es buena.



Cuando empecé con esta nota, realmente tenía poco claro dónde iría a terminar. Lo cierto es que con la mitad de los vinos degustados tuve que preguntar su precio, para llegar a alguna conclusión; y con la otra mitad el disfrute, otras sensaciones y poder encontrar ese “extra” sencillamente no me dejaron tiempo para pensar en precios, al menos en ese instante. 

No soy precisamente el mejor representante de la media de los consumidores, pero los últimos quince años probando vinos me llevaron por un camino que me trajo hasta aquí. Creo que son muchos los que van por el mismo camino y mucho más aún quienes lo están comenzando a transitar. Señores productores, hagamos más vinos pensando en ellos, para que dentro de diez años todos tengan motivos “extras” para seguir conmoviéndose, no aburrirse, y que el precio pueda ser algo suplementario, al menos por un momento.

martes, 16 de abril de 2013

“Malbec World Day 2013”




El Malbec World Day, como algunos ya saben, es la celebración impulsada por Wines of Argentina con el objetivo de difundir e incentivar el consumo de nuestra cepa insignia a nivel mundial. Este festejo, que nació hace dos años, se repite cada 17 de abril, y es el generador de múltiples actividades relacionadas en diversas ciudades del mundo.

En la Argentina, “Los Blogueros del Vino” también le rendimos un pequeño homenaje. Tal como hicimos el año pasado, cada uno de nosotros se ocupa de recomendar una o un par de etiquetas de la cepa.

En nuestro mercado las opciones de Malbec abundan, pero me interesó recomendar uno que cumpliera con varios requisitos: que sea fácil de conseguir, de precio bien accesible y que, además de gustarme a mí, también pueda resultar atractivo y una buena opción para la mayoría de los consumidores. Por todo ello, mi vino elegido en esta oportunidad es el Cafayate Malbec 2012 de Bodegas Etchart ($ 28)


Su aspecto me hace pensar que podría pertenecer a un segmento algo mayor. Su color es intenso, brillante y posee atractivos destellos violáceos. En nariz tiene la intensidad que yo espero de un vino del segmento, principalmente fruta (ciruelas), con algunos matices especiados, terrosos. En boca es amable, sus taninos son dulces y amenos. No es largo en el paso, pero ingresa con energía y se despide dejando ese recuerdo a pimiento verde, que me lleva de inmediato a pensar en los Valles Calchaquíes, aunque moderado en intensidad, ya que no abusa de esa nota verde. El movimiento que tiene en boca me invita a otra copa. Es equilibrado, algo a mi criterio fundamental.

Vino con gusto a vino

En este segmento, muchas veces las bodegas pecan por querer sorprender al consumidor con determinados “atributos” (potencia aromática, concentración, notas del roble) y caen en la sobremaduración de la fruta, lo que los lleva a necesitar una mayor corrección de la acidez. Otras veces abusan con el uso de chips o duelas para acentuar los tostados del roble, forzando de alguna manera a que parezca un vino que en realidad no es, con el fin de justificar su precio, o bien impactar al consumidor desde la potencia o intensidad. A mi criterio es un camino equivocado, que por suerte el Cafayate Malbec no transita. El gran atributo de este vino es la fruta; lo termino de comprobar luego de tenerlo 24 horas abierto en mi heladera: mantiene casi intacta la calidad de sus aromas. Esa prueba la acostumbro a hacer con la mayoría de los vinos y muchas veces los resultados son opuestos.

Mi reciente visita a Etchart

En 1938, Arnaldo Etchart adquiere la finca, hasta entonces de sólo 65 hectáreas, comenzando así con el desarrollo vitivinícola en la región. En 1996 la totalidad de la bodega pasa a pertenecer al grupo francés Pernod Ricard. El principal objetivo de la nueva empresa se orientó a buscar la excelencia en la calidad de sus vinos, crecer en volumen y la obtención de nuevos mercados.



En febrero pasado visité la bodega, y además de recorrer las instalaciones, tuve posibilidad de probar muchos vinos y charlar con su joven enólogo Ignacio López.

Recuerdo que habíamos arrancado con todas las líneas de torrontés para identificar las diferencias entre los diversos segmentos de precios. El Cafayate Reserva 2012 estaba entre uno de mis preferidos, y en esa misma línea el Malbec 2012 también era destacable. En ese momento Ignacio hizo referencia al crecimiento en ventas, año a año, de la línea Cafayate, lo cual los obliga a la constante ampliación en la capacidad de elaboración. Mientras me comentaba esto, frente a nosotros, casualmente, una cuadrilla de operarios trabajaba en la instalación de inmensos tanques de acero.


Volviendo a los vinos, Ignacio es muy inquieto: le gusta trabajar sobre otras variedades. Recuerdo que nos mostró un ancellota que era una verdadera “bomba” (lamento desconocer su destino actual). Luego de esa primera etapa de la cata, seguimos con algunos componentes para la alta gama; comparamos Arnaldo 2008 y 2010, el último de ellos muy elegante y que aparentemente saldrá al mercado más listo para beber que lo que ocurrió con el primero. Esta tendencia la vengo notando últimamente en los alta gama de diversas bodegas; me ocurrió también con las nuevas añadas de El Porvenir  y de El Altimus en El Esteco. Si la memoria no me falla, también probamos dos varietales 2012, un malbec y un cabernet sauvignon, criados en barrica francesa, potentes y elegantes. No recuerdo si serán vinos para el mercado; en caso que sea así, les aseguro que van a dar que hablar: me encantaron.



En conclusión, me llevé una excelente impresión de Ignacio y sus vinos, sobre todo por su actitud: es un verdadero apasionado; además, pese a trabajar en una gran bodega a nivel volumen, le pone mucha energía y carácter, y eso se puede percibir cuando los mismos son degustados. Como otros tantos, este “pibe” también la va a romper.

Más recomendados!!
El resto de los Blogueros del Vino probaron muchos malbec, a continuación otros recomendados:


  • El Vino del Mes
  • Fabian Mitidieri
  • Rumbovino
  • Vinarquia
  • Vinos en Buenos Aires
  • Vinos en Córdoba
  • Wine MDQ





  • Foto: Ignacio sirviendole para degustar a mi amigo, el sommeliere Silvio Martinelli, en la parte de atrás de la bodega y muy crequita a los viñedos.

    martes, 2 de octubre de 2012

    “Allamand, una muy buena primera impresión”




    Creo que la primera vez que leí sobre los vinos de Cristián Allamand fue a fines del 2011, cuando Patricio Tapia mencionó su malbec 2010 en el sitio web Vinorama de Chile, destacándolo entre los que más le impactaron de Argentina.

    Pero la historia de Cristián no termina allí, ya que además de su pasado en bodegas como Navarro Correas, Chandon y de desempeñarse junto al maestro Pedro Rosell en Cavas Rosell Boher, hace algunos años inició su proyecto personal junto a su socio y amigo Martín Castro, elaborando principalmente vinos que tenían como destino el mercado de los Estados Unidos. A principios del 2012, la empresa se renueva, suma un nuevo inversor y aquella bodega de la cual poco conocíamos, llamada Campo Negro, comenzó a llamarse Bodegas Luminis. 

    Recientemente, pudimos degustar algunas de sus etiquetas gracias al contacto que tuvimos con Ian Feld, representante y encargado de la comercialización y comunicación en Buenos Aires. Además de probar algunos de ellos, mantuvimos una charla muy amena, en la que profundizó sobre temas diversos, desde la filosofía de Cristián al momento de cuidar sus viñedos y elaborar sus vinos con la menor intervención posible, hasta la particular forma de comercializarlos a través de la venta directa desde la bodega al consumidor.

    Los vinos degustados fueron:

    Allamand Valle de Uco Malbec 2011 ($ 65/bot.).
    Allamand Valle de Uco Cabernet Sauvignon 2011 ($ 65/bot.) (Añada prácticamente agotada).
    Allamand H 2009 (60% Malbec de Altamira / 40% Cabernet de El Peral/Tupungato – 100% Roble francés de primer uso) ($ 150/bot.).

    Los vinos me dejaron muy buena impresión, me resultaron expresivos. En el caso de los varietales, son blends de diferentes zonas del Valle de Uco, lo que les aporta distinción y personalidad. A pesar de caracterizarse por una fruta madura, en boca poseen buena fluidez, sin descuidar la estructura, tienden a ser largos de boca, donde no faltan los aromas minerales, especiados y el toque herbáceo. No son sencillos, no son esos que se beben solos, fácilmente. Serán bien apreciados por alguien que esté en la búsqueda de vinos bien personales o con carácter más definido.




    Ian nos comentó que la producción actual oscila en las 100.000 botellas, pero que la capacidad de producción del establecimiento ronda las 700.000. 

    Entre otras etiquetas que verán la luz próximamente, se encontrarán un Malbec de Pedriel, otro malbec y Cabernet de Luján de Cuyo, y un blend blanco de alta gama (cuya composición tendrá Saint Jeannet y Chardonnay). Tampoco faltarán los espumantes, un extra brut y un Malbec Rosé.

    Gracias a Ian y a Alejandro de Bodegas y Viñedos Luminis por acercarse.

    Sitio Web de Cristián Allamand

    Face BooK de Bodega Luminis para hacer pedidos

    martes, 11 de septiembre de 2012

    “Muy buena RPC para Los Pasos”

    La franja de vinos de $ 20 a $ 30, en la cual todas las grandes bodegas tienen su representante, es muy competitiva. Por lo tanto, para destacarse allí, no queda otra alternativa que ofrecer calidad más que acorde; y no menor volumen para mostrar presencia, porque imagino que en este segmento de precios vender cantidad es la variable fundamental para que el producto sea exitoso comercialmente.

    En este sentido, la buena noticia es que Bodega Séptima sacó una línea de vinos en los $ 25/botella (precio de góndola), y al menos el corte Malbec/Cabernet Sauvignon (Mal/CS), que tuve la posibilidad de probar, cumple con todos los requisitos para llegar a una mesa y gustar.

    La nueva línea se llama Los Pasos, y cuenta, además del corte que mencioné, con un Chardonnay/Semillón y un Syrah/Tempranillo.

    Los Pasos posee una etiqueta elegante. Cabe mencionar que el corte Mal/CS también viene presentado en 375 cc ($ 15), medida que me parece acertadísima tanto para locales gastronómicos como para aquellos hogares donde una botella les dura más de una ocasión.


    En este segmento, muchos vinos usan como recurso impactar al consumidor desde la intensidad aromática y paladares tirando a dulce, aromas que intentan recordar al tostado de las barricas, que muchas veces rozan lo artificial, y que suelen desprenderse y, lo que es peor, perderse fácilmente. En cambio, en Los Pasos Mal/CS encontré un vino más concreto, más franco; de moderados aromas frutales, más algunos especiados; en boca, los mismos repiten con un ataque seco, y es redondo al mismo tiempo; sus componentes están equilibrados, y posee el largo de boca necesario para acompañar nuestros platos cotidianos.

    Como valor agregado, desde la bodega también informan que las botellas son más livianas y las cajas son realizadas en un 50% con cartón reciclado, dos iniciativas que contribuyen al cuidado del medio ambiente. 

    Para cerrar, creo que Los Pasos Malbec/Cabernet Sauvignon 2010 es una excelente alternativa para el segmento, como vino de todos los días. 



    Me despido con un último comentario: como memorioso que soy, me queda la duda de por qué la bodega utilizó el mismo nombre, para su línea más baja, que el de aquella partida limitada de alta gama Malbec 2005, que tanto disfrutamos hace un par de años, y que algunos seguimos atesorando en nuestras cavas, con la esperanza, al menos hasta hoy, de una nueva añada.

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