• Laguna Brava Torrontés 2010 Selected Reserve, de José Luis Mounier (Cafayate, Salta) - $ 100
• Rosa de Maimará 2012 (corte de Syrah, Malbec y CS, macerado con orujo y posterior paso por barrica), de Bodega Fernando Dupont (Maimará, Quebrada de Humahuaca, Jujuy) - $ 90
• Gouguenheim Malbec Reserva 2011, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) - $ 68
• Gouguenheim Red Melosa Blend 2007, Bodega Valle Escondido (Valle de Uco, Mendoza) $ 130
• Caligiore Family Vineyard Organic Legacy Malbec 2009, de Caligiore (Luján de Cuyo, Mendoza) - $ 98
• El Pajarito 2011 (cofermenteción entre Malbec, CS, CF, Viognier; 1.500 botellas), por Sergio Casé (estimo que se ubicará entre $ 120 / $ 150)
• Punta Corral 2011 (Malbec, Syrah y CS), de Marcos Etchart para Fernando Dupont (Maimará, Jujuy) - $ 120
• Altocedro Tempranillo 2011 “Año Cero”, de Bodega Altocedro (Valle de Uco, Mendoza) - $ 85
• Piattelli Cabernet Sauvignon 2009 Grand Reserva, de Bodega Piattelli (Valle de Uco, Mendoza) - $ 130
• Nómade Reserva “Las Mulas 2007”, de Tomás Achával (Syrah, Malbec y CS, del Valle de Uco, Mendoza) - $ 150
• Ale Pepa Malbec 2011(Cafayate, Salta) Proyecto personal de Alejandro Pepa(Enólogo de El Esteco) - $ 170
La lista anterior pertenece a las etiquetas de una de las últimas degustaciones. Una cata más que interesante, no sólo porque los vinos estuvieron todos entre buenos y excelentes, sino también porque a muchas de las etiquetas es poco habitual encontrarlas, al menos por Buenos Aires.
Si hubo una coincidencia entre los asistentes, terminada la reunión, fue lo entretenido que estuvo. A pesar del buen nivel general, me motivó a discriminar entre vinos que me transmitieron mucho y otros que no tanto. No hago referencia precisamente a intensidad, calidad aromática, desarrollo en boca o potencia, sino más bien a algo que va un poco más allá y que francamente me cuesta transmitirlo con palabras. Si pudiera hacer una comparación con una persona, quizás podría decir “carisma”, “personalidad”, “autenticidad”, “rasgos”; pero se trata de vino y cuando hablamos de ello pareciera que la forma para describirlo se agotara con solo detallar color, aromas, sabor, equilibrio, potencial, calificación numérica o RPC. Todo eso está perfecto pero no deja lugar para algo más, es decir, esa sensación personal “extra” que suelo percibir sólo en algunos. Vinos de calidad, con intensa fruta, buena maduración, madera bien ensamblada, equilibrados, por suerte cada vez hay más, pero al menos yo, como consumidor inquieto, hoy estoy esperando que me transmitan ese “distintivo extra”.
En esta última cata, uno que se destacó por su desenfado y personalidad fue el rosado jujeño. ¡Por Dios! Sus aromas fueron de la jalea de remolachas y las notas terrosas a los espárragos. Precisamente me conmovió por lo extremo: no es para todos los consumidores, pero es excepcional que una pequeña porción de nuestra geografía, como es Maimará, pueda quedar retratada en una botella. Atención que el Caligiore, el Pajarito, el Punta Corral, el Altocedro y el Malbec de Ale Pepa, a pesar de ser todos tintos y de ubicarse en un segmento medio/alto ($ 85 / $ 185), también supieron llevarnos para muy diferentes lados o, mejor dicho, diferentes rincones, y disparar variadas sensaciones, escapando de esos puntos muchas veces tan comunes. Si bien todos se destacaron por su buena concentración y madera, supieron motivar los más diversos comentarios: la fruta ácida y nerviosa en el tempranillo, o la textura y profunda expresión en el Organic Legacy.
Suelo muchas veces renegar de los muy maduros que rozan la fruta dulce; sin embargo, el Punta Corral y el de Pepa eran así, y a pesar de ello también me supieron cautivar. Al segundo particularmente me gustaría probarlo en un par de años. El blend de Casé también tenía lo suyo; un catador hizo referencia a una nota de fruta blanca nítida y madura de fondo: el toque de viognier dulce imprimía su sello.
Suelo muchas veces renegar de los muy maduros que rozan la fruta dulce; sin embargo, el Punta Corral y el de Pepa eran así, y a pesar de ello también me supieron cautivar. Al segundo particularmente me gustaría probarlo en un par de años. El blend de Casé también tenía lo suyo; un catador hizo referencia a una nota de fruta blanca nítida y madura de fondo: el toque de viognier dulce imprimía su sello.
Hasta aquí destaqué especialmente una parcialidad de los vinos, pero sería injusto si dijera que son los más recomendables para comprar. De hecho la experiencia hizo que me importara poco su precio: el tema pasó por otro lado, que no tiene puntajes, ni precio. Llegado el momento, mi bolsillo me permitirá comprar uno, otro o ninguno. Lo relevante, lo que quiero decir, es otra cosa.
Con la otra mitad de etiquetas sin comentar, ustedes se preguntarán: “¿estaban mal?”. “No, para nada”. Por ejemplo, en el torrontés de Mounier la madera estaba bien ensamblada, aportando elegancia y complejidad: un blanco equilibrado y con ninguna dificultad para beber, y que se puede adaptar a la mayoría de los paladares, es decir, claramente en la otra orilla del rosado que comenté al comienzo; y ambos se ubican casi en el mismo segmento de precios. Ahora me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿Me transmitió algo extra?”. “No”. Es ahí cuando caigo inmediatamente en el tema “precio” y empieza a generarme dudas para volver a comprarlo.
Otro que aún no mencioné y que estoy seguro que por su gusto lo puedo recomendar es el Malbec Reserva de Valle Escondido. Expresivo desde el primer minuto, con las notas del roble bastante presente, con buen desplazamiento en el paso por boca. También imagino que va a atraer fácilmente a una generosa porción de consumidores. Otra vez me pregunto: “¿el vino era rico?”. “Sí”. “¿me transmitió algo extra?”. “No”. Por segunda vez vuelvo a pensar en la relación precio/calidad (RPC) y puedo decir que es buena.
Cuando empecé con esta nota, realmente tenía poco claro dónde iría a terminar. Lo cierto es que con la mitad de los vinos degustados tuve que preguntar su precio, para llegar a alguna conclusión; y con la otra mitad el disfrute, otras sensaciones y poder encontrar ese “extra” sencillamente no me dejaron tiempo para pensar en precios, al menos en ese instante.
No soy precisamente el mejor representante de la media de los consumidores, pero los últimos quince años probando vinos me llevaron por un camino que me trajo hasta aquí. Creo que son muchos los que van por el mismo camino y mucho más aún quienes lo están comenzando a transitar. Señores productores, hagamos más vinos pensando en ellos, para que dentro de diez años todos tengan motivos “extras” para seguir conmoviéndose, no aburrirse, y que el precio pueda ser algo suplementario, al menos por un momento.
Un punto de vista diferente al cual todos llegamos de alguna manera luego de probar un vino. La pregunta inmediata siempre es ¿Qué precio tendrá por lo que ofrece?
ResponderEliminarMuy buenos vinos en su mayoría.
Abrazo
WILLIE
Es verdad, buenos vinos es lo que últimamente hay, pero que transmitan algo extra o te hagan vibrar, son pocos.
ResponderEliminarMe alegro mucho que "El Pajarito" les haya brindado esas senciones.
Un Gran Abrazo para todos!