jueves, 28 de febrero de 2013

"Gente del Vino I" (Blogs) por Pablo Salandin


El cuestionario que encontrarán a continuación lo respondí para el Sitio Catamayor. El mismo forma parte de una nota que se titula: Gente del Vino I (Blogs) que fue escrita por Pablo Salandin y que recomiendo que lo lean completo haciendo click AQUI.




1)      ¿Cuándo, cómo y por qué te acercaste al mundo del vino?
Si bien bebía vinos desde bastante antes, fue hace aproximadamente quince años cuando empecé a beberlo más en serio; digamos prestando más atención e intentando, de alguna manera, entenderlo. Creo que me hizo click cuando probé un Patrón Santiago cosecha noventa y pico; fue la primera vez que reconocí sabores que no había percibido hasta ese momento, que me dieron mucho placer, y de ahí en más me generó tal curiosidad e inquietud por conocer y aprender, que aún conservo, y que va en aumento a medida que pasan los años.

2)      En el Viejo Mundo (Francia, España, Italia) la gente bebe “vinos lugares” (me refiero al concepto de terruño o a las denominaciones de origen). Aquí se beben “vinos marcas”, y últimamente “vinos winemakers”. ¿Por qué se produce esto? ¿Está bien que muchas veces se priorice la mano del hacedor por sobre el terruño? ¿Qué opinas al respecto?
Creo que se sigue bebiendo “vinos marcas”. La segunda variable que utiliza un consumidor para definir una compra seguramente sea el varietal (uva), con el malbec como preferido, y muy cómodo a la cabeza. Los consumidores conocen marcas, porque las bodegas se ocupan de construir “marcas”, desde la publicidad por diversos medios, las acciones de marketing, la comunicación, la imagen, etcétera. Esos altos costos son más fáciles de afrontar para las grandes bodegas. Por eso, al momento de definir una compra frente a una góndola, la gran mayoría de los consumidores se inclinan por las marcas reconocidas, cuyo nombre les resulte más familiar, como si ello fuera garantía de calidad.
Pero efectivamente hay un nicho de consumidores, imagino mucho menos que el 1% del total, que sí identifica a los enólogos y seguramente a la par también las regiones de origen de la uva. Por lo tanto, éste último, más interiorizado en el tema, probablemente priorice la firma del enólogo y el origen de la fruta por sobre la marca o composición varietal. Pero reitero: es una minoría que, aunque va en aumento, sigue siendo muy poco representativa del total de la masa.
Con respecto a los “vinos winemaker”, por suerte en los últimos cinco años tomaron otro protagonismo, creo que gracias a varios motivos. Muchos profesionales (enólogos y agrónomos), que hicieron excelentes carreras trabajando la última década para las más importantes bodegas, tomaron independencia y salieron a la cancha con sus propios proyectos, para volcar el conocimiento y la experiencia en sus vinos, menos masivos y más personales. Sin lugar a dudas, al menos desde la calidad, se trata de proyectos exitosos, que suelen ser chicos, de bajos volúmenes, que no se pueden comunicar con grandes campañas, simplemente por una cuestión de costo, y que apuntan a un nicho de consumidores bastante específico. Y aquí llega otro punto importante: su comunicación en las redes sociales (principalmente Twitter y Facebook), nexo fundamental entre el winemaker y el propio consumidor de sus vinos; una comunicación pura, sin distorsión, y que genera un lazo genuino entre quien lo hace y quien lo bebe. Finalmente, ya conocemos a los profesionales por su trabajo en la gran empresa y en sus propios proyectos; reconocemos sus vinos y el estilo que caracteriza a cada uno ellos. Llevan un sello que a esta altura un consumidor empapado puede identificar y elegir según su gusto. Esto aporta diversidad que colabora al mercado y, al mismo tiempo, al reconocimiento de la mano del enólogo.
Con respecto a priorizar el terroir, es una materia pendiente. Está en manos de los hacedores elaborar vinos lo más representativos posible del lugar. Estamos en camino; así como alguna vez aprendimos a identificar las características de los diversos varietales, en algún momento deberemos empezar a identificar las diversas zonas y micro zonas. No es nada fácil, es una senda mucho más larga y en la que hay que trabajar más fino. Lo importante es que ya se empezó a poner foco en este tema, principalmente con los estudios de suelo; y lo más probable es que lleve muchos años. Pero atención que no termina con la tarea del productor: a la par, quienes se encargan de comunicar tienen que transmitir de manera clara y práctica a los consumidores, porque son ellos quienes compran los vinos y, en la medida que su conocimiento crezca, tendrán herramientas para demandar calidad. Es algo cultural en lo que somos muy nuevos, a diferencia del Viejo Mundo que nos lleva muchísimos años de historia de ventaja.

3)      ¿Qué evolución ha tenido a tu juicio la calidad de los vinos argentinos en los últimos diez años, tanto en las gamas premium como en las medias y bajas? ¿Qué perspectivas ves para el futuro? ¿A qué cepa se debiera apostar para acompañar al Malbec?
Desde diez o quince años a esta parte fuimos testigos de un gran cambio, que por suerte fue positivo. Creo que el crecimiento fue parejo en todos los segmentos de precio. En los medios/bajos, donde las bodegas hacen mucho volumen porque es donde más demanda y competencia hay, y la relación precio/calidad pasa a ser una variable casi tan importante como la marca. Y en los rangos medios/altos, con mucho menos consumidores, pero quizás con un nivel de conocimiento por parte de los mismos que carga con algunos años de experiencia, lo cual les brinda la capacidad para reconocer y exigir calidad acorde al precio. Este último consumidor, de un perfil algo más abierto, reparte sus compras entre el supermercado y la vinoteca, y no dejará encandilarse tan fácil por las marcas reconocidas.
Para hablar muy ampliamente sobre la evolución en la calidad de los vinos en sí, podemos decir que en los de bajo precio se fueron logrando cada vez aromas más intensos, limpios, definidos y sin signos de oxidación; mientras que en los de segmento medio/ alto, luego de sobrevivir a muchas modas como la del abuso de la madera, la fruta muy sobremadurada o los caldos sobreextraídos, hoy se están privilegiando los vinos más equilibrados y con buen balance entre sus componentes.
A pesar del antiguo y gran volumen de bonarda plantado, o de los últimos buenos resultados con el cabernet franc, no creo que deba haber una cepa que acompañe al malbec. Creo que lo mejor es apostar a los blend o vinos de corte, usando malbec como base pero combinándolo de todas las maneras posibles. Creo que sería una buena forma de hacer vinos más entretenidos, con más matices e identidad, más asociados al terroir. Según mi opinión, los bodegueros no apuestan a esta fórmula porque el consumidor, a la hora de elegir, opta primero por el varietal. Este mismo planteo lo extiendo para los vinos blancos.



4)      Si tuvieras todo lo necesario para elaborar un vino: ¿cuál sería tu estilo? ¿Qué tinto harías? ¿Cuál sería tu terruño si pudieras elegirlo y por qué?
Seguro sería un corte de diferentes cepas y preferentemente de zonas de altura de Mendoza; que en su composición tenga principalmente malbec, cabernet sauvignon y cabernet franc, y –por qué no– algún toque de petit verdot, o de merlot o de syrah; con una fruta fresca pero con sutiles tonos (herbáceos, minerales, florales o especiados), y con una presencia del roble más que suave; que en el paso por boca sea franco, bien suelto, seco, con buena acidez y largo final. Y que, sin ser exuberante ni en volumen ni en intensidad, al mismo tiempo pueda transmitir mucho y dejarte pensando.

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