“Alpamanta, ante todo una finca”

Un comentario de mi amigo “Guille” Carnevali, de Soma, me motivó a ponerme en contacto con la gente de Alpamanta para conocer sus vinos. Casualmente, coincidió que esa semana se encontraba en Buenos Aires Agustín González Novoa, quien trabaja en la finca; así que aproveché para invitarlo a que me pusiera un poco al tanto de este proyecto hasta ahora desconocido para mí. Mi desconocimiento tiene cierta lógica porque hasta hoy la mayor parte de su producción –noventa y nueve por ciento, para ser más exacto– se destina a exportación. Aparentemente, de aquí en adelante su política comercial fortalecerá el mercado interno.

Agustín tiene apenas 29 años y es estudiante de Enología y Viticultura en la Universidad Nacional de Cuyo. A pesar de su juventud, en el primer contacto ya denota cierta experiencia: además de cargar con algunas vendimias en Nueva Zelanda, desde el 2012 hace una pasantía en el área productiva de Alpamanta.

Alpamanta está ubicada en Mendoza, en la zona de Ugarteche (950 msnm), en Luján de Cuyo, 35 km al sur de la ciudad de Mendoza, camino y próximo al Valle de Uco. La superficie de la finca ocupa aproximadamente treinta y cinco hectáreas, de las cuales treinta están repartidas en viñedos y el resto entre otros frutales, huerta orgánica, olivos y las casas con sala de preparados. Una finca relativamente joven, pero especial, porque además de encontrarse en una región de alta calidad enológica, cuenta con uvas orgánicas y biodinámicas.

Alpamanta es un viñedo que requiere un manejo especial, no sólo para obtener una buena calidad de uva, sino además porque es ecológico y su agricultura es sostenible. No utilizan pesticidas ni insecticidas, sí aplicaciones biodinámicas. Preparan sus propios compost (actualmente poseen 80 toneladas) y respetan el calendario biodinámico para las diversas tareas que se realizan en la viña. Todas esas prácticas, además de estar en armonía con la naturaleza, colaboran a la expresión más genuina del terroir en la fruta.

Mientras Agustín nos contaba detalles del proyecto, probamos cinco vinos. A continuación, algunos puntos sobresalientes de la charla, y en el final, mi opinión luego de la degustación.

Alpamanta es sólo finca; no tienen bodega propia, de modo que vinifican en terceros. Sin embargo, en la elaboración siguen siendo coherentes con sus principios: nada de ingredientes artificiales; e intervencionismo y sulfitos en la menor medida posible, también aprovechan la gravedad para todos los trasiegos durante la elaboración, y las propias levaduras nativas para la fermentación.

Desde abril del 2010 poseen tanques especiales de cemento, producidos en Nomblot, Francia. Los mismos son fabricados con materiales naturales que colaboran al movimiento interno al momento de la fermentación y retención de la temperatura, con una nueva forma innovadora de fermentación de una manera biodinámica. Creo que hasta el momento ésos sólo lo utilizan para la línea más alta.

El fundador de Alpamanta es el austriaco Andrej Razumovsky, apasionado del vino, quien, antes de crear este proyecto en el 2005, brindaba servicio de consultoría de exportación a diferentes bodegas. 

Para estar al frente de la enología, Andrej también supo elegir, ya que la dejó a cargo de Alvaro Espinoza, quien fue pionero en la aplicación de vitivinicultura biodinámica en América del Sur, especialmente en Chile, donde además obtuvo importantes logros con vinos orgánicos/biodinámicos, y precisamente en el segmento premium. Además, Alvaro, que trabaja en Alpamanta desde sus comienzos, fue elegido en el 2008 como “Enólogo del Año” en los Premios International Wine Challenge de Londres

Los vinos degustados:

    Alpamanta Natal Sauvignon Blanc 2010 (SB)

    Alpamanta Natal Chardonnay 2009 (CH)

    Alpamanta Natal Malbec 2010

    Alpamanta Natal Cabernet Sauvignon 2010

    Alpamanta Estate Malbec 2010

Natal es la línea más baja. Al SB lo encontré de un perfil muy diferente a la mayoría de los del mercado. No se inclina hacia lo herbáceo, sino más bien hacia lo mineral, con una fruta blanca levemente madura en un segundo plano y aggiornado por ciertos tonos salados que me encantan. En boca es franco y posee buena acidez. El CH tiene mucho que ver con el perfil del SB: evolucionó bien en botella, ya que es 2009. Por momentos pareciera que tuviera algo de crianza en barrica, pero no: el tiempo aportó complejidad; llama la atención que, a pesar de los casi cuatro años, no haya signos de decaimiento.

Pasamos a los tintos. El malbec es sumamente fresco, tiene cierta nota a cereza, aromas a levadura y me gusta porque en algún punto roza lo rústico, pero al mismo tiempo es muy equilibrado, con personalidad y un final apenas herbáceo. El cabernet, en cambio, tiene bastante presente la nota piracínica; a pesar de ello no me molesta. En boca es sabroso y ameno, un tanto seco; tiene correcta acidez y leve dejo vegetal en su final. Entre los degustadores estuvieron bastantes repartidas las preferencias. Personalmente me conquistaron el SB y el malbec.

La línea que le sigue se llama Estate, de la cual tomamos el Malbec 2010. Con nueve meses de barrica de segundo uso, sus notas están muy acentuadas (coco), quizás demasiado para mi gusto; pero no debo dejar de reconocer que está sumamente equilibrado y que su paso por boca es sedoso. Es un vino que atrae y se desplaza fácil por el paladar.

A pesar de que nos faltó probar el Estate Cabernet Sauvignon y el Reserva Malbec (tope de gama), estas muestras fueron suficientes para llevarme una buena impresión y seguir atento a sus futuras cosechas.

Turismo

Como a Alpamanta le interesa mostrar cómo trabajan su finca, está preparada para recibir visitas, y que los turistas puedan comprender mejor el concepto de biodinámica y todo lo relacionado con los viñedos orgánicos-

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