viernes, 19 de marzo de 2010

“Torrontés, el primer escolta” (Parte 1)



Hace ya varios años, un entendido en el tema “vinos” me cuestionó la calidad enológica de la uva torrontés, disparando cosas tales como: no es una variedad fina, no se puede utilizar para vinos de mayor calidad porque su evolución en el tiempo no la favorece... Y varias cosas más que ahora no recuerdo, pero que en ese momento me pusieron furioso, no porque no aceptara su opinión, sino más bien porque me habían dolido sus dichos sobre este cepaje que tanto me gusta y que lo siento tan propio, casi un símbolo de nuestra vitivinicultura.

En esa época los “torro” que solíamos encontrar en las góndolas iban desde los precios más bajos (damajuana y “tetra”) hasta rango medio (llevado al precio de hoy, alrededor de los $ 25), pero no existían los de alta gama ni nada que se acerque al calificativo “reserva”. Desde luego, eran vinos para beber en el año, de aromas exuberantes, casi salvajes, de boca inconfundiblemente seca y sin términos medios; todo o nada, imagino que tendrían sus seguidores que lo amaban y otros que no podían pasarle ni cerca.

Tenemos la suerte de ser testigos del importante cambio o, para decirlo de otro modo, del crecimiento de nuestra enología, transformación que comienza cuando Argentina empieza a salir al mundo de manera más masiva con sus vinos y a tener que competir a la par de otros países productores, para lo cual, además del buen precio y la calidad, es preciso diferenciarse, y por suerte tenemos con qué.

Por su buena adaptación a nuestro terroir, ya sabemos que nuestra bandera es el malbec, que hace rato comenzó a hacerse camino por el mundo y, al igual que el tango, se asocia directamente con nuestro país.

El primer escolta es probable que vaya a ser nuestro sagrado torrontés, no por volumen, ya que mundialmente se consume menos cantidad de blancos que de tintos, pero sí por el incremento en su demanda: en el 2009 se exportó un 24% más que el año anterior, tendencia que al parecer se mantiene en lo que va del 2010. El motivo, la exclusividad de tener una uva que por sus características organoelécticas podemos etiquetarla de exótica, casi inexistente en otras partes del mundo (creo que hay sólo un poco en España), y que en determinadas regiones de nuestro territorio logra expresarse de manera única.

Al crecer los pedidos del exterior, las bodegas que exportaban y aún no lo tenían en su porfolio empezaron a buscar la forma para incorporarlo, ya sea con viñedos propios o comprando a otros productores.Recuerdo la charla que tuve, hace ya algunos años con un pequeño productor cafayateño, quien me comentaba que reconocidas bodegas mendocinas solían visitarlo en busca de uvas o vinos de la variedad, ya que con el volumen propio no daban abasto para las exportaciones.

Tipo, cultivos y regiones
Como dijimos, es una variedad que se adaptó muy bien en la geografía de nuestro país, alcanzando su mayor expresión y potencial en Cafayate, Salta. En la familia del torrontés podemos encontrar diferentes tipos: “el riojano” es el más cultivado y el más óptimo para vinos de alta gama, ya que posee características más definidas en aromas y sabores, que no logran sus pares, “el mendocino” y “el sanjuanino”. Un dato importante: la denominación no tiene nada que ver con el lugar donde está cultivado, por ejemplo en Salta encontramos mayormente el riojano y en Río Negro el mendocino.

Su estilo fue cambiando
En los últimos años, mediante las prácticas enológicas, sus típicas notas rústicas y terpénicas (que recordaban flores y uva moscatel) se fueron apaciguando, y esto aportó aromas más delicados y vinos más fáciles de beber, lo cual aumentó el nivel de aceptación en el consumidor local; ese mismo cambio seguramente también haya sido decisivo para su crecimiento de ventas en el exterior.

El mercado
En las góndolas, hoy encontramos “torros” desde $ 6/litro (“tetra”) hasta algún reserva de algo más de $ 70/botella, y muchos en la franja de $ 25 a $ 40.

Algunos recomendados
Según el
blog Vinos en Buenos Aires, el Termidor Torrontés ($ 6,50/litro) y el Etchart Privado Torrontés 2008 ($ 10/litro) son de excelente RPC.
En los $ 12, el Pecado Torrontés suele ser generoso para el rango en que se ubica.
Si buscamos algo más de complejidad, encontramos el Quara Torrontés Oak Cask ($ 23), cuya combinación justa, con un toque de roble, le aporta ciertas sutilezas más que interesantes.
Un poco más arriba está el Colomé Torrontés 2009 ($ 40); si bien año a año sus aromas se fueron poniendo cada vez más suaves y delicados, no perdió nunca su carácter y sigue siendo uno de los preferidos de esta franja, en la que también se encuentran otras muy buenas opciones.
Entre los dulces, el Tardío Otoñal de Santa Florentina ($ 35), con doce meses de barrica, es claramente el primero de mis elegidos, pero cuidado que hay otros que no se quedan atrás, como por ejemplo el de Santa Julia.
En burbujas, que es donde menos se lo encuentra, recomiendo el Espumante Dolce ($ 23), también de Cooperativa La Riojana.
Actualmente encontramos unos pocos en un nivel de precios más altos, entre $ 50 y $ 70, mucho más sofisticados, con paso por barrica y con posible potencial de guarda(estimo no larga), pero aún me falta probarlos tranquilo para tener una idea más clara.

Mi opinión
Creo que esta uva debe ser más aprovechada para acercar al consumidor la mayor variedad de matices posibles; el torrontés no es uno solo, según su origen, vinificación, crianza, y según cómo se lo utilice puede ofrecernos diferentes perfiles (más bebible, más aromático, con un toque de roble, ahora algunos reservas).
Pienso que en los vinos de corte puede sumar mucho también, por ejemplo:
Santa Florentina tiene (en los $ 10) un corte torrontés/chardonnay impecable, que le “pasa el trapo” a más de un blanco que duplique su precio.
Montelindo Chardonnay 2008 ($ 18) en la etiqueta declara “con un toque de torrontés...”, y a mi criterio le aportó muchísimo al vino, dándole otro perfil: ese “chardo” solitario diría mucho menos.
Como creo que en Argentina faltan assemblages blancos de precio medio/alto, considero que el torrontés podría aportar allí, de manera muy medida, su granito de arena sumando un toque único. Por ejemplo, uno de los que más me gusta es el Gran Lurton Corte Friuliano (la última uva de ese exquisito blend es torrontés); esta misma bodega también tuvo en cuenta la variedad para su corte dulce de alta gama, el Pasitea ($ 64), que todavía no probé pero del que escuché buenas críticas.
Ojalá algunas bodegas se “jueguen” y también ofrezcan la opción de aquel “torro más rudo”, con las acentuadas notas terpénicas en primer plano. Hay nostálgicos que se lo van a agradecer.

Como verán, opciones no faltan. Si bien me queda pendiente revisar los de alta gama para comentarlos en una próxima entrega, sospecho que luego de esa cata me quedaré tranquilo por haber confirmado la alta calidad enológica de una de mis uvas preferidas.

3 comentarios:

  1. Un nostalgico a la derecha !!!!
    Aqui hay uno.
    Lamentablemente y como dice un amigo, lo han "limado" tanto que, en muchos casos no es lo que era.
    Es cierto también que hay que buscar un nicho que lo acepte, lo compre y lo demande en cantidad.
    Es un vino bastante dificil para maridar con comidas y es raro ver gente comiendo con torrontés....pero a mi...ME ENCANTA !!!!!
    Excelente nota y super completa.
    Esperamos la 2da parte !!!
    Wine MDQ

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  2. Suscribo lo de excelente nota y me sumo a la espera de la parte 2.
    Un abrazo!

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  3. Fernando, repito lo que ya te dijeron, excelente nota. Amante total del torrontés, se me hace agua la boca pensando en cada ejemplo que nombrás. Quedo atenta a la segunda parte. Saludos.

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