martes, 8 de diciembre de 2015

CoProVi: “La cosecha del año en los Valles Calchaquíes”




CoProVi, Consejo de Profesionales Vitivinícolas del NOA, con el objetivo de mostrar los vinos de la cosecha en los Valles Calchaquíes, organiza desde hace nueve años una degustación con los que para ellos son los más representativos de la “región” año a año. Es la segunda vez que participo de este evento. La primera había sido en el 2013. La que voy a detallarles a continuación fue la reciente edición, que se realizó el 14 de noviembre pasado, en Patios de Cafayate, el pintoresco hotel perteneciente a Bodega El Esteco.

                                         


Para que tengan una idea sobre esta cata, asistieron alrededor de 250 invitados, entre agrónomos, productores, comunicadores, sommeliers, comerciales y aficionados al vino, quienes llegaron especialmente desde diferentes puntos: Salta Capital, Tucumán, Mar del Plata, Córdoba, Buenos Aires, Bolivia. Una vez terminado el evento, me dejó una feliz sensación: además de cumplir muy bien con su objetivo inicial, sospecho que a futuro podría ser un buen disparador para que otros productores de diversas regiones de nuestro país lo tomen como modelo; sobre todo hoy en día, en que al momento de elaborar un vino se busca dejar bien al descubierto el lugar o “terroir” de donde provienen sus uvas.





El evento fue organizado y conducido por sus propios protagonistas; es decir, los mismos encargados de elaborar cosecha a cosecha los vinos fueron quienes convocaron y estuvieron al frente de la cata. Además de hacerla bien descontracturada, entretenida e instructiva, hicieron participar todo el tiempo a los presentes. Como detalle de color, hubo espacio hasta para el momento emotivo con el reconocimiento a Néstor Valentín Ramírez, viñatero más antiguo de la zona.


A continuación detallaré mis impresiones sobre los vinos. Cada muestra fue preparada por los organizadores especialmente para la ocasión, con vinos 2015 de las diversas bodegas de los Valles como componentes. Resalto que no se mencionó en ningún momento los nombres de las bodegas. Simplemente, cuando se hacía referencia a cada variedad, siempre se presentó como “lo más representativo del lugar”.




Los vinos


En cada edición los organizadores siempre aprovecharon la ocasión para mostrar el desarrollo de diferentes cepas. Mientras en la 2014 hubo bonarda y cabernet franc, en esta oportunidad les tocó el turno al merlot y al pinot noir; ambos muy buenos exponentes a pesar de ser variedades poco habituales por esos pagos. Creo haberlos puntuado entre 88/90 pts. Dejaron en claro que se puede y que seguramente con trabajo se seguirá creciendo con la calidad de estas cepas. 


¿Qué más decir del cabernet y del tannat? Es indiscutida la expresión que logran estas variedades en los Valles. Creo que año a año, gracias a la búsqueda por los vinos más frescos, éstos irán ganando en afinamiento con el transcurso del tiempo de crianza en botella. Ya no son más los vinos pesados, un tanto sobremaduros, piracínicos o con esa nota de morrón asado exacerbado, que necesitaban de años de botella para redondearse y ponerse amigables. Hoy sus aromas especiados son mucho más refrescantes y se muestran de manera más moderada, como salvajismo que se fue educando en búsqueda de elegancia. Además, opino que el hecho de que sean más bebibles colabora para que la “ventana” para su consumo sea mucho más amplia. Por un lado, es posible comenzar a beberlos más pronto; por el otro, la columna que aporta la mayor acidez colaborará a que se sostengan mejor en el tiempo, en caso de guarda.


Al momento de las cepas más representativas de nuestro país —el torrontés y el malbec— los muchachos tuvieron una buena idea, porque consideraron que para mostrar su versatilidad serían necesarias tres vinificaciones de cada una, y con estilos muy diferentes entre sí. 


De las tres versiones de “torro”, una fue la más cercana a la ya conocida, pero con una vivacidad extra seguramente producto de un grado alcohólico más bajo, algo no muy habitual sobre todo algunos años atrás. En esa época los vinos de esta variedad, si bien solían ser bien sabrosos de jóvenes, en boca tendían a ser un tanto planos y por ende a caer rápido por carecer de acidez. Otra de las versiones presentadas ya era más compleja desde lo aromático, porque poseía crianza en roble, sumamente bien integrado, el cual no opacaba en lo más mínimo el carácter varietal; podríamos resumirla en todo lo exótico del “torro”, pero dentro de un estilo más internacional. La última de las muestras fue uno criado en huevo de concreto, con levaduras indígenas y una elaboración que podríamos definirla más natural o con menor intervención. Aquí encontré un atractivo volumen en boca, y se destacaron ciertos tonos más minerales, de piedra, quizás cal; éstos tal vez tengan que ver con el material del recipiente donde fue vinificado y criado. 

En resumen, me encantaron los tres. Todos se mostraron equilibrados, y claramente cada uno lo combinaría con diferentes platos u ocasiones. Disfruto de la diversidad, confío en que si siguen buscando podrán encontrar buenas y nuevas variables.


Históricamente los malbec de la zona, a mi gusto, siempre los ubiqué por detrás de sus vecinos cabernet y tannat, pero creo que en estos últimos años la expresión de nuestra cepa insignia está nivelando para arriba y acercándose a la expresión casi naturalmente lograda por los ya mencionados. Para el malbec también fueron tres las muestras, sin olvidar que eran todos 2015. Se mostraron con diferentes grados de carga en boca, intensidad; claramente, tres destinos u objetivos diferentes, pero todos muy buenos. Otra vez el denominador común clave fue que todos tenían muy buena acidez, inclusive el último que, a pesar de ser una “bomba” cuya fermentación se había realizado en barrica hacía unos poquitos meses, en su paso por boca era “agradablemente arrollador”. Si la memoria no me falla, lo puntué con 95 pts.; por su potencia y profundidad en el color, imagino que podía provenir de las zonas de mayor altura de los Valles. Las otras versiones, si bien no tenían crianza en madera, eso no impedía que tuvieran un carácter especial, sobre todo la segunda muestra, a mi gusto uno de los vinos de la noche.

Hablando de altura, me estaba olvidando de comentarles el sauvignon blanc, que valga la redundancia lo hizo “bien arriba”. Esta variedad, que hace una década nos costaba imaginarla por el NOA, desde las últimas cosechas lentamente se viene consolidando y ofreciendo exponentes. Lo que más rescato, más allá de su calidad, es que la altura le aporta una personalidad única, la cual lo diferencia de los cientos de buenos exponentes del resto de nuestro país. Estimo que a ciegas se reconoce fácilmente un sauvignon blanc de los puntos más altos de los Valles, por su volumen y sus notas que tienden a los herbales, o vegetales que pueden recordar al espárrago, arvejas, etc. Qué valioso es ello cuando estamos hablando de que queremos encontrar el terroir en la copa. Otro punto interesante es que creo que estos vinos pueden tener una buena crianza en botella: podrán evolucionar, ponerse complejos; el tiempo dirá, pero confío que así será.




Reviso mi nota luego de aquella visita a CoProVi 2013, y compruebo que se repiten muchos puntos positivos, como por ejemplo el de la búsqueda por los vinos más frescos y bebibles. Aprovecho para destacar algunos que, en mi humilde opinión, creo que mejoraron: los malbec me dejan cada vez más satisfecho; las cepas alternativas muestran una mejor adaptación, como si fuera más natural. Ningún vino parece forzado a ser algo que no es. En general, me pareció lo mismo en todos. Como consumidor es algo que valoro mucho y creo que es un punto importante a respetar si lo que desea el productor es mostrar el lugar. 

A nivel evento, vale destacar que el número de invitados creció, de 180 en el 2013 a 250 en la 2015. Con respecto a los jóvenes organizadores, quiero destacar que los encontré mucho más sueltos y cómodos desde la conducción, disfrutando plenamente a la par del público. Lo mismo sucedió con los vinos, que fueron “ellos” y no intentaron fingir ni mostrar algo que no son. Imaginen que, aprovechando mi visita a Cafayate, también recorrí algunas bodegas para ver las nuevas vinificaciones y comprobar que mucho de lo que encontré en ellas fue coherente con el estilo de vinos y búsqueda de los que encontré en el tasting de CoProVi.


Los invitados

Fue un lujo que entre los invitados se hayan encontrado Roberto de la Mota y Daniel Pi, ya que desde el asesoramiento o dirección ambos están relacionados a varias de las bodegas de la región. Fueron muy generosos al momento de participar desde el micrófono, compartir experiencias, brindar data y opinión. 
Por otro lado, una pena que no hayan estado presentes otros profesionales de los Valles, muy reconocidos por sus vinos y porque ya llevan bastantes años en el lugar, y son sinónimo de Cafayate y del torrontés. Creo que sería muy valioso para todos que la próxima también se sumasen a esta iniciativa pensada de manera genuina para el crecimiento de la región.




Conclusiones

Creo que este evento debería tener más repercusión en los medios. Quizás por la distancia y por el hecho de que se hace tan a pulmón, no logre cobrar la trascendencia que merece, no sólo pensando en todo lo que aporta al NOA en sí, sino imaginando lo que puede aportar a nivel país. Suele pasar muchas veces con los vinos, con la innovación o con aquellos que se atreven a más, que cuando son exitosos generan en pares nuevas ideas y así, sucesivamente, se va contagiando al resto. Hay que poner foco en la idea de CoProVi, un evento 100% representativo del terroir y de lo que se está gestando en los Valles, que, de haber contratado al mejor conductor profesional de Salta para el evento, hubiera perdido la esencia que le dieron esos muchachos al momento de pararse al frente de la concurrencia para mostrar el presente de los Valles Calchaquíes. Por si no queda claro: además del clima, el suelo y todos los etcéteras, el hombre también es parte del terroir.

En ningún momento lo comenté, pero debería decirles que los principales responsables de que el evento de CoProVi venga creciendo con intensidad en estos últimos años son Paco, Marianito, “el Rafa”, Ale y Claudio. Creo que ellos son los que menos se molestarán si no menciono sus apellidos, ni los nombres de las importantes bodegas para las cuales elaboran reconocidas y excelentes etiquetas. Hoy el único protagonista es el vino de los Valles. Felicitaciones, muchachos, por entender que la unión, el compartir y el “tirar para el mismo lado” es el único camino para seguir creciendo, y por ende para que crezca nuestra vitivinicultura a nivel país. ¡Aguante CoProVi!


1 comentario:

  1. FERNANDO:
    Una actividad muy linda !! Fue mi primera visita y realmente lo disfruté a pleno !!
    Es para destacar el trabajo conjunto que hacen estos enólogos jóvenes, sin personalismos y todos "tirando para el mismo lado"... Los Valles Calchaquies se merecen un evento así !!
    Un placer -como siempre- volver a verte.
    Abrazo desde Córdoba. ROBERTO

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