lunes, 25 de abril de 2016

Cara Sur, la belleza del lugar y las personas



Desde que conocí hace tres años los vinos Cara Sur, la historia de sus hacedores y el lugar de donde provenían sus uvas (Barreal) —hasta ese momento desconocido para mí—, enseguida comencé a tener referencias de su belleza. Por eso, en la primera oportunidad que tuve no dudé en acercarme a esa localidad ubicada más precisamente dentro del Departamento de Calingasta, Provincia de San Juan. Cara Sur es un proyecto pequeño: en la actualidad cuenta con apenas tres etiquetas. En el 2016 promete varias más y alcanzar una producción total de 7.000 botellas.
Coordiné con anticipación una visita a Francisco “Pancho” Bugallo, uno de los cuatro pilares del proyecto y seguramente la cara más visible. El encuentro fue en su casa, ubicada a pocas cuadras del centro de la pequeña localidad. Ni bien llegué tuve esa sensación de que Pancho tenía mucho para contarme. Con una fuerza tranquila similar a la de sus vinos, le dio prioridad a la charla describiéndome las características del lugar y presentando al Valle casi como si fuera el principal protagonista del proyecto: “El Valle es angosto y bien longitudinal, entre punta y punta hay 85 km, y sobre su costado siempre está la cordillera; 1.750 msnm es el punto más alto, y 1.350 msnm es el más bajo; en el centro se unen un río que viene del Norte y otro del Sur, y que juntos y hacia el Este conforman el Río San Juan”.
Barreal es una localidad de apenas 4.500 habitantes. Además de esos ríos que la atraviesan, posee un fondo de montañas único. Si bien el motivo de mi viaje fue “puramente vitivinícola”, con ese marco tranquilamente podría haber sido turístico (quedará pendiente para la próxima).
La “bodeguita” se encuentra en el mismo terreno de su vivienda, la cual comparte con su esposa Nuria, quien también participa del proyecto. A pesar de no contar con una gran superficie, no falta un pequeño viñedo con franc, malbec y cabernet. Desde ese punto admiré el cordón montañoso como si lo tuviera al lado. Pancho me comentó que detrás se encuentra el principal, precisamente donde se ubica el Aconcagua. A la par de Pancho, el lugar también me hablaba.

Uno de los primeros espacios que recorrí fue una pequeña habitación sobre un costado de la casa, lugar donde hizo su primera vinificación en el año 2011 junto a su hermano Santiago; quien al poco tiempo comenzó a desempeñarse como agrónomo en Bodega El Porvenir de Cafayate. Desde ese entonces Sebastián Zuccardi y su esposa Marcela se sumaron al proyecto Cara Sur. De hecho, fue de la mano de Sebastián que en el año 2013 probé la primera botella de Cara Sur Bonarda 2013, en ese momento el único vino de la bodega.
Con los años, a medida que la producción fue creciendo, Pancho fue ampliando su pequeña bodega con otras habitaciones ubicadas de manera independiente sobre el mismo lote donde se encuentra su vivienda. Mientras que en la primera había microvinificaciones en bins plásticos, vinos conservándose en damajuanas (20, 25 y 50 litros) y algunas barricas de varios usos; en la segunda que visitamos había cuatro huevos de concreto, tres de 1.800 litros y uno de 1.000 litros. Estos son los principales responsables de contener el bonarda y la criolla, variedades de las cuales vinifica mayor volumen.


Pacho me contó: “Quiero conservar todo en huevos. Éste influye menos sobre el vino. El vinificar en huevo te hace pensar el vino desde la cosecha; a diferencia de la barrica, por ejemplo, que si tenés diez, podés tener diez vinos diferentes y de pronto la posibilidad de armar cortes”. Claramente ésta es su idea para que el vino sea más representativo del lugar: prefiere la elección de un solo momento de cosecha, un solo vino: “este año trataré de utilizar los huevos dos veces, y así duplicar el volumen de producción; por ejemplo, la bonarda 2015 fue un huevo, era todo lo que había, no hubo corte”.
Pero este año, también para la vinificación en huevo, hay un nuevo miembro en la familia Cara Sur: Invernal. Hicieron una primera prueba en el 2015, apenas 150 botellas hoy embotelladas en magnum. Aún no saben cuándo saldrá a la venta. Haber probado en primicia el Invernal 2015 en origen junto a su hacedor me llevó a comprender mejor la búsqueda de estos muchachos. De la misma cosecha de bonarda con la que habían elaborado el Cara Sur 2015, ahora hicieron este nuevo vino, pero con una importante “vuelta de rosca”. El nombre que le eligieron me indica que la historia como alpinistas de los hermanos Bugallo siempre jugará un papel importante en el proyecto. Si bien el recipiente en ambos vinos son los huevos de concreto, en el Invernal el trabajo de racimo entero y sin pisar me entrega un bonarda con más boca, con un carácter particular, más tenso y vertical. Sospecho que el tiempo lo seguirá redondeando, porque tiene atributos para ello. Vale recordar que en el primer Cara Sur, el original que ya no luce más en su etiqueta la palabra “bonarda”, solo el 40% del volumen era racimo entero al momento de la vinificación.
Pancho me confesó que Invernal es el camino que busca para Cara Sur. Habló de “camino” como si aún estuviera lejos de lograr su vino ideal: “quizás nuestro mejor vino sea cuando encontremos ese lugar en el valle, y que estemos convencidos de su potencial”. Después hizo hincapié en el lugar y remarcó la importancia de conocerlo a fondo: “hay que tener un vínculo muy cercano con la finca, no digo que tengas que ser agrónomo; es fundamental el trabajo del viticultor, trabajar la tierra, viendo la uva, interactuando con la tierra de una manera bien cercana”. Además reconoció que el valor agregado está ahí: “es un condimento vitivinícola extra, no podés hacer vino si no trabajas la uva. Somos viticultores, no somos enólogos. La idea en Cara Sur es hacer más vino con viticultura que con enología. Me vuelvo loco buscando el punto de cosecha. El tema es ‘pegarle’ a la uva, y luego ‘simplemente’ acompañar el proceso de fermentación y crianza”. Por si el concepto no queda claro: “el mejor vino que hagamos será más simple enológicamente, y con una complejidad aportada puramente por la uva que encontremos”.
A nuestra charla le llegó el turno a la criolla, segunda etiqueta que salió a la cancha de Cara Sur. Un verdadero redescubrimiento. No recuerdo otra igual entre miles de etiquetas finas que inundan el mercado. La cosechó de una finca de 20 has, pero este año descubrió un nuevo parral cercano y pudo vinificar 10.000 kg más. Si bien los diferentes sectores suelen tener distintos puntos de maduración, en este 2016 tendió a ser bastante pareja. Pacho me contó que “La criolla naturalmente tiende a tener la acidez volátil más alta que las variedades finas que normalmente vinificamos; si la dejás madurar, lo hace sin deshidratarse con un alcohol potencial de 18°, pero nuestra búsqueda es cosecharla en otro punto que no tiene nada que ver: debemos cosechar más temprano y elaborar en un medio cerrado para proteger lo más posible de la volátil; pero a su vez tiene otros beneficios al momento de la elaboración, porque el hollejo y la semilla suelen separarse fácilmente del liquido, es cómoda para trabajar. Seguramente a nuestros abuelos les facilitaba en el momento de la elaboración artesanal. Además rinde bastante más que las variedades finas en fermentación: por ejemplo, de 800 kg de criolla, puedo llegar a sacar 600 l de vino; mientras que de otras variedades obtengo 500 l”.


Mientras me contaba todo esto, Pancho agregó que todo lo descubrió con la experiencia del trabajo año a año. “En este 2016 la criolla tendrá aproximadamente 13°, casi un grado menos que en la cosecha anterior. Tendremos un vino más fresco que el pasado; esto tiene que ver con el clima, que fue bien fresco al final de la maduración, lo cual colabora con una maduración más lenta”.

No pude evitar consultar si en la región sufrieron las mismas cantidades de lluvias que azotaron recientemente a buena parte de Mendoza. Y él me contestó: “A pesar de estar relativamente cerca, Barreal es bastante diferente a San Juan y Mendoza; aquí no hubo lluvias”.
Cuando le confesé mi sorpresa acerca de que recién ahora empecemos a tener conocimiento de un lugar de altura en el que desde hace muchos años se cultiva uva, él me dijo, casi con bronca, que “San Juan castigó a este lugar, desde los caminos para llegar, hasta el punto de publicar en medios locales que por las heladas Calingasta no es zona apta para la vitivinicultura”.
Con estos vinos, las pruebas de que esto no es así están a la vista. Probé bastante más dentro de la bodeguita: había vinificaciones de malbec de diferentes parajes, syrah, moscatel y rosados —hasta donde recuerdo—. Está confirmado que el syrah 2016 saldrá al mercado este año. Me traje una muestra de malbec 2015 de La Puntilla, que nunca salió a la venta, y que me encantó, lo cual me confirma el potencial de la región. Con respecto al moscatel, el año pasado ya habíamos tenido una partida muy limitada de uno negro que por sus características lo ubico como un “fuera de serie”, el cual creo que repetirá. En la 2016 Pancho también apunta a un moscatel blanco con intenciones de hacer uno macerado (naranja), y otro no; tarea difícil en una bodega tan artesanal: evitar las oxidaciones, sobre todo cuando en el proyecto es esencial hacer vinos naturales, con la mínima intervención: “vino de uva y nada más”, dijo con orgullo Pancho.
Paralelamente al crecimiento de Cara Sur, está empezando a resurgir la parte vitivinícola en la región. Hay gente plantando viñedos, y cada vez más inversiones: “sería bueno que en el tiempo esta actividad siga creciendo. No será tan rentable como otras actividades, pero es sustentable; eso sí, a diferencia de otras, requiere mucha mano de obra”, me comentó Pancho.
Según me contó, dentro del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) Pancho está llevando adelante un proyecto junto a otros productores vecinos, con intenciones de hacer un trabajo que tiene que ver más con lo social: “la idea es que la gente tome más vino del lugar, que acompañe desde la producción el trabajo de finca, que se involucre, que lo sienta propio”.
Además, en los últimos años asesora cada vez más proyectos en la región, algunos grandes, pero nunca pierde el foco para tenerlos alineados con los más pequeños o con el propio. Incluso, supongo que al conocer a fondo más lugares, tendrá cada vez más precisión sobre qué puede ofrecer cada uno de ellos. Recordemos que en la región son aproximadamente 160 las hectáreas plantadas, de las cuales las más antiguas son 30 y están en parrales. Precisamente allí Cara Sur concentra el 80% del proyecto.
Mi visita a Barreal coincidió con el Domingo de Pascua y duró apenas un día. Fui desde Potrerillos (Mendoza), desde donde viajé 168 km de ruta, de los cuales 30 fueron de ripio. Cerca del mediodía, comencé mi jornada visitando a Andrea y a Juan Pablo, un matrimonio de productores artesanales de la región que hacen un vino llamado Constelaciones, a quienes les presentaré más adelante. El encuentro con Francisco “Pancho” Bugallo fue ni bien entrada la tarde y terminó cerca de la medianoche. No se extendió más porque a la mañana siguiente, muy temprano, debía emprender mi regreso hacia Buenos Aires, que duraría entre ruta y autopistas cerca de 14 horas. Tiempo suficiente para procesar a fondo todo lo vivido, que tan “fresquito” llevaba en mi memoria, y que desde mi humilde experiencia me permite llegar a algunas conclusiones.
Cuando uno charla con productores y comparte sus vinos, puede o no encontrar un hilo conductor: el lugar, las personas, sus historias o filosofía de vida. Cuanto más nítido se percibe ese hilo conductor, más personalidad tienen sus vinos o el proyecto en sí. Así como Pancho decía que la diferencia está en el valor agregado, “en el trabajo de viticultor”, en el eslabón de esta cadena que me toca estar, y que me da la posibilidad de probar gran variedad de vinos, la coherencia entre el vino, su hacedor y el lugar es lo que hace que un proyecto sea único y pueda traspasar la vara del muy bueno, a la que por suerte ya muchos vinos de nuestro mercado han llegado. Ese es el valor agregado que destaco cuando pruebo los vinos de Cara Sur, y descubro absoluta coherencia entre ellos, las personas que lo hacen y el bello lugar que es Barreal.




4 comentarios:

  1. FERNANDO:
    Hermosas tus notas !! Me encantan !!
    Tan simples y sentidas, que dan ganas de conocer los lugares y probar todos los vinos...
    Un abrazo. ROBERTO

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  2. Gracias Roberto por tu elogio!! El día que visites barreal, te acordarás de mis palabras y sensaciones. Espero que puedas ir pronto. Gran abrazo. Gracias X leerme y comentarme!!!

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  3. FERNANDO:

    Te confieso que he probado un par de veces cada uno de los vinos disponibles en el mercado, y me han decepcionado bastante (por estilo y -sobretodo- por precio) !!

    Pero quizás conociendo el lugar, la escala de producción, las personas y su filosofía de producción; podría llegar a justipreciarlos un poco mejor...

    Haré lo posible por "desviarme" en algún próximo viaje a Mendoza.

    Abrazo. ROBERTO

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