jueves, 30 de diciembre de 2010

“Cenando sin tinto”


Creo que, como la mayoría de ustedes, cuando llega esta época del año de calor agobiante, cambiamos ciertos hábitos de consumo y nos inclinamos por los alimentos más frescos y livianos. Al menos en mi caso particular, bajó considerablemente el consumo promedio de vino tinto, pero “no el del vino”, ya que lo reemplazo por blancos, rosados o espumantes. El último fin de semana, el programa era comer sushi en familia, y de paso aprovechar la ocasión para probar dos etiquetas de reciente aparición en el mercado.

El espumante que acompañó las exquisitas piezas encargadas en
Sushi Phone fue el nuevo Nieto Senetiner Brut Nature Grand Cuvée ($ 78), un charmat elaborado de Pinot Noir, que tiene la particularidad de poseer crianza en barrica de roble francés y cierto tiempo en contacto con sus levaduras. Tanto en su color como en su sabor me recordó mucho al Brut Nature de la misma bodega, pero éste tenía cierta delicadeza tanto en sus aromas (florales, frutales, muy suave levadura) como en su paso por boca (equilibrado y de pequeña burbuja). Para resumir, se trata de un producto en el que evidentemente se privilegió la elegancia quizás resignando algo de intensidad aromática. Me pareció correcto.

Para cerrar la noche, descorchamos el Santa Florentina Tardío Otoñal 2009 ($ 42), un torrontés dulce con crianza en barrica de roble de Cooperativa La Riojana. Otro que llega con buenos antecedentes, ya que su cosecha anterior (la 2005) a mi criterio fue uno de los Tardíos de mejor relación precio calidad del mercado en ese momento. Por lo tanto, imaginen que la expectativa era muy alta. El primer cambio lo percibí en su envase, ya que esta botella (también de 500ml) es más sencilla y de menor altura que aquella elegante 2005, pero mejor vayamos al contenido que es lo más importante.


A la vista se mostró dorado, brillante y como con viscosidad, confirmada en su entrada en boca donde, como era de esperar, es muy dulce, pero en su recorrido por el paladar se hace fluido, ya que tiene la acidez justa para que eso ocurra. Sobre el final de boca aparece el recuerdo de los aromas de la uva torrontés, pero en una versión más almibarada y bien fundida con los suaves tostados de la barrica. El vino sencillamente está rico, pero le reclamo más aromas de nariz y más complejidad; se queda en un par de notas: miel, fruta asada, sutil goma quemada y no mucho más. Quizás los meses en botella le sumen, será cuestión de volver a probar.

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