domingo, 5 de agosto de 2012

“Altamira y Gualtallary en el corazón porteño”


En junio pasado recibí la invitación del periodista chileno Patricio Tapia para una degustación, con el fin de probar malbec recién vinificados de dos de las zonas vitivinícolas mendocinas que más crecieron en estos últimos años y que posiblemente tengan un gran futuro en cuanto a calidad enológica. Ambas se encuentran en la región del Valle de Uco; una es Gualtallary y la otra Altamira.


De la degustación participaron alrededor de treinta invitados, todos muy relacionados con el vino pero de diversas maneras, porque estuvieron presentes tanto enólogos como reconocidos periodistas o enófilos entusiastas.
Las muestras fueron doce, todas 2012, y seguramente futuros componentes para vinos de alta gama. Tres de las nueve bodegas participantes presentaron muestras de ambas zonas.
A continuación, el detalle por tanda, zona y muestra de bodega. 
Con la intención de poder comparar los vinos de manera directa, fueron servidos en dos grupos, tal como se detalla a continuación:



Primera impresión general: no quedan dudas de que son vinos de altura, muy expresivos, profundos y cargados tanto en aromas como en color. En boca, si bien poseen muy buena estructura, al mismo tiempo la recorren muy bien porque tienen buen balance entre todos sus componentes; a pesar de que están recién elaborados, es más, algunos aún en proceso de fermentación maloláctica, así y todo estaban muy agradables y disfrutables en la mayoría de los casos.
Cuando llegó el momento de hilar más fino y encontrar características particulares entre los representantes de una u otra zona, hubo que afinar mucho la lupa. Así y todo, no fue nada sencillo, al menos para mí.

Algunas diferencias:
Por ejemplo en los de Altamira posiblemente los taninos estaban más redondos que en los de Gualtallary. Edgardo Del Popolo, enólogo de Doña Paula que estaba entre los presentes, destacó que esa diferencia en la textura tánica tiene que ver con los suelos de cada lugar. Otro rasgo sutil que encontré en los de Altamira fue la nota floral, y no tanto en nariz sino también en los aromas retronasales. 

Hubo otros hilos conductores más allá del denominador común “zona”, es decir, entre vinos de la misma bodega. Por ejemplo, un caso fue el de Doña Paula: en sus muestras a ciegas se podía identificar la “marca” del productor, es decir cierta elegancia, muy atractiva a mi criterio, y con moderación en sus aromas. Algo similar ocurrió con Altos Las Hormigas, ya que ambas muestras se destacaron por ser bien jugosos, fluidos y con una fruta tirando a sobremadura.
En el caso del Zaha, si bien había disponible sólo una muestra de Altamira, resultó sencillo reconocer el estilo que ya caracteriza a la bodega: vinos anchos en boca, pero de taninos dulces, redondos. Esta muestra en particular también era muy atractiva e impactaba fácilmente; inmediatamente me recordó a la actual 2010. 

Luego de tomar, durante estos últimos años, varios vinos de Michelini y de la zona de Gualtallary, pensé que iba detectar fácilmente los vinos de la región, pero no me resultó tan así. Si me guío por la nota mineral, piedra o tiza con que suelo reconocerlos, de las seis muestras en las que mejor lo percibí fue en Passionate Wine y Zorzal; pero si analizo llego a la conclusión de que quizás identifiqué a su enólogo más que a la región. ¿O será que en estas dos etiquetas de proyectos tan personales Michelini hace resaltar de manera especial esos rasgos de Gualtallary? Porque si lo comparo con Finca Sophenia, que pertenece a la misma región y también es elaborado bajo su mirada, lo encontré bastante diferente con respecto a los anteriores; más maduro y un tanto vegetal, lo cual creo que tiene que ver con un momento de cosecha más tardío, y posiblemente el estilo y mercado al que apunta la bodega de Roberto Luka.

Catena fue una de las bodegas que también envió muestras de ambas zonas, pero si deseaba compararlas entre sí resultaba muy difícil, ya que la proveniente del viñedo Adrianna era la única que ya había comenzado a estar en contacto con roble, y realmente los aromas del mismo se encontraban tan presentes que era un impedimento más al momento de tratar de percibir diferencias.

En este último tiempo, mucho hablamos de los vinos que en boca se desarrollan verticales; dicho de otra manera, que no son tan anchos y que en su paso se destacan por ser más bien largos y altos. Debo reconocer que esta característica me gusta y, si repaso las doce etiquetas de la presentación, creo que sólo dos fueron buenos representantes de este estilo, por lo que terminaron siendo mis preferidos de la noche. Me refiero a las muestras de Passionate Wine y de Zuccardi (posible Aluvional), pero casualmente una pertenece a Gualtallary y la otra a Altamira, y además están elaborados por diferentes enólogos. Nuevamente el estilo fue el único punto común, independientemente del productor u origen.
Trato de pasar en limpio todo lo anterior y termino relacionando las muestras más en función del estilo de la bodega o de rasgos que pretende acentuar su elaborador, mientras que su procedencia, al menos en esta instancia, queda como algo secundario.

Si antes de comenzar la cata habíamos pensado que las diferencias entre ambas regiones iban a percibirse fácilmente, terminó siendo lo contrario, inclusive generando más ambigüedad, al menos en mi cabeza. Me pregunto si lo que sucedió fue algo negativo. Y me respondo que para nada. La parte positiva es que treinta personas, todas relacionadas con el vino, representantes de diversos eslabones de esta gran cadena, se hayan reunido con asistencia perfecta para intentar sacar conclusiones; en la misma mesa enólogos, agrónomos, vinotequeros, periodistas, comunicadores amateur y consumidores apasionados, todos tratando de interpretar los vinos en el mismo idioma y poder comprender para dónde van. Creo que al momento este paso es el más importante; las características de Gualtallary y Altamira se irán definiendo con los años, el tema es no perderles pisada.




Pero me quedaron algunas preguntas picando, y no necesariamente sobre Altamira y Gualtallary:
¿Acaso tuvimos que esperar que un periodista de un país vecino nos acercara estas inquietudes y provocara este singular encuentro?
Y no me refiero sólo a la temática que nos convocó, que fue muy interesante por cierto, sino a la apertura de pensamiento para abrir el juego para que participen otros protagonistas, y que no son precisamente los profesionales de siempre.
De las notas que uno acostumbra a leer o ver en diferentes medios locales (gráfico, Internet, TV, radio), ¿qué porcentaje se destinan a opinión e investigación? De a poco, por suerte, este porcentaje va creciendo.
En algún punto en el área periodismo, y por rebote entre los consumidores, ¿también estaremos medio “en pañales”?

Es importante que reconozcamos nuestros puntos flacos para mejorar, ya que de ello también necesitan nuestros vinos para seguir creciendo.

Parte II

Pero esto no es todo, la jornada que había comenzado a la 17 hs fue larga; aún faltaban disfrutar de la excelente cocina de Aldo’s Vinoteca & Restaurant, y de algunas etiquetas de la propia cava de Patricio, que tenía intenciones de que probáramos. Me vuelvo a detener aquí, porque pude interpretar claramente todo lo que “Pato” quiso contarnos con esos vinos, los cuales se dedicó a servir personalmente a cada uno de los invitados, sólo recordando su procedencia y segmento de precio. La parte más importante de su mensaje estuvo dentro de las botellas que paso a mencionar:

Villalobos Reserva Carignan 2010 (Chile)
Goliardo Caiño Rías Baixas 2010 (España)
Jacques Puffeney Arbois Poulsaid 2009 (Francia)
Casa Marin Sauvignon Blanc 2003 Single Vineyard  Cipreses (Chile)
Borgogno Barolo Reserva 2001(Italia)
Carignan 2007 (sin etiquetar y del propio Patricio - Chile)

Repaso estos vinos que, excepto el Barolo, estimo rondarán entre los 10 y 35 u$s, algo no disparatado por cierto; y pienso todo lo que bebí estos últimos quince años en nuestro país, donde para abajo nunca discriminé en precio y para arriba tuve la suerte de probar de todo. 



Me doy cuenta de que ninguno de estos vinos, los cuales me gustaron mucho todos, tienen absolutamente nada que ver con lo que estamos acostumbrados a beber por estos pagos. No digo que sean ni mejores ni peores, sólo destaco que son muy diferentes.
Por ejemplo estamos acostumbrados a valorar los vinos cargados en color, intensos, con mucha fruta, con buenos aromas del roble (siempre que sean de calidad y estén bien ensamblados); y de todas estas muestras importadas ninguna era así, pero todas poseían complejidad y otros atributos a mi gusto muy interesante también; vinos que, a pesar de no destacarse por la fruta, igual gozaban de otros aromas como minerales, especiados o más terrosos; que si bien no eran espesos, poseían buena estructura pero sostenida por la acidez; y por lo general todos, sin importar añada, presentaban buena frescura (un atributo fundamental que me invita a seguir bebiendo).
Nos queda claro que el perfil de los vinos mucho tiene que ver con su procedencia y que no podemos forzar algo que el terroir no nos facilita, pero entre eso y perseguir siempre la carga, la fruta madura y la madera, hay muchos grises. Estaría bueno poder identificarlos e interpretarlos con la mayor definición y nitidez posible. 



Quizás sea fácil, desde mi lugar, pedir cambios. Más allá de que el consumidor esté acostumbrado a buscar lo conocido, se puede ir de a poco: la diversidad también es una pieza necesaria para el crecimiento y, al menos desde mi humilde lugar, voy a apoyar siempre a quienes apuesten y la busquen.
Sólo me queda agradecer a Patricio por la organización, a Aldo Graziani por abrir las puertas de su casa y a los representantes de las bodegas y enólogos, que a pesar de la distancia se hicieron presentes: Laura Principiano de Zuccardi, Matías y Juan Pablo Michelini, David Bonomi y Edgardo Del Popolo de Doña Paula, y Jeff Mausbach de Manos Negras.


El mismo encuentro por  Patricio Tapia, por  Ariel Kulas o por Francisco Rivero Segura

3 comentarios:

  1. Excelente como siempre la reseña!!! Me alegra mucho que tengamos la misma interpretación de lo sucedido, por suerte hay cosas que van cambiando, a mi modo de ver hoy día tenemos mayor diversidad que hace 4 o 5 años, y es para celebrarlo!!!
    Abrazo!!!

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  2. Qué buena nota y qué suerte que hayas podido estar allí!
    Es una nota que me deja pensando y supongo que esa era la idea de Tapia. Lo digo porque ahora se viene hablando mucho de educar al consumidor sobre el terruño.
    Por otra parte, leí otras notas sobre el mismo encuentro (no 30, por supuesto, jeje) y muchas exaltaban las diferencias de los terruños como si fueran casi obviedades o algo fácil de detectar. No sé qué pensar.
    Están buenas estas cosas porque te plantean interrogantes y uno de ellos es: ¿dónde están los popes del vino argentino que nadie hace cosas así? Podemos hablar de mezquindades, esnobismos, roles y prejuicios, no?

    Un abrazo!

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  3. Gracias Arielitos por los comentarios!!

    Kulas, a pesar que muchas veces reclamo, estoy cada vez más entusiasmado con la calidad de nuestros vinos.

    Rodrig! no creo que haya popes y que nadie la tiene re clara, cada uno desde su lugar tiene que tratar de crecer y ver que cosas se pueden ir mejorando.
    Y la interpretación de esta experiencia que cada uno la haga a su manera, a mi me quedo eso, y como ya dije a pesar de todo el saldo es positivo. saludos

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