martes, 20 de noviembre de 2012

“5ª Feria de Vinos de Lujo”



Por quinto año consecutivo, el periodista chileno especializado en vinos Patricio Tapia, junto con el Hotel Grand Hyatt de Chile, realizaron la 5ª Feria de Vinos de Lujo. Como es habitual, el lugar elegido fue los jardines y la terraza de ese impactante hotel ubicado en la Ciudad de Santiago. Aproximadamente sesenta bodegas de las más importantes de Chile –o mejor dicho “viñas”, como las llaman allá– dieron a degustar sus principales vinos. No sólo hubo súper premiums, íconos, premiados, sino también vinos de garaje de partidas limitadísimas, muy difíciles de conseguir, y todo en el marco único que ofrece este gran hotel.


A pesar de semejante propuesta de etiquetas, me animo a decir que esta feria fue mucho más que vino, ya que otro de sus pilares fue el gastronómico. Por ejemplo, durante el recorrido se podían encontrar puestos con variadas propuestas de cocina regional: ceviches, sushi, filetes de salmón marinados, preparaciones con carne de conejo o de cordero, gran variedad de quesos, jamones, salteados de hongos, bruschetas y una lista que sigue pero es difícil recordar por su extensión.


No conocía más ferias del mundo que las organizadas en mi país, pero creo que el nivel de este evento no es fácil de igualar. Además de lo detallado, debo hacer una mención especial a todos los que estuvieron a cargo de su atención y organización: tanto Patricio, dando en forma personal la bienvenida desde el primer minuto, hasta los encargados del servicio, manteniendo ese festival de exquisiteces de manera continua hasta el momento del cierre.
Sabía que el evento duraría aproximadamente cuatro horas; quizás puede parecer mucho, pero ante semejante propuesta no habría habido tiempo que alcanzara si uno hubiese deseado detenerse en todos los stands. Por eso mi recorrida hizo foco en algunas cosas específicas.
En primer lugar, los blancos. Como es habitual, a los sauvignon blanc los encontré súper expresivos, fragantes y de diferentes perfiles, ya que los había también con crianza en madera, y a pesar de ello muy sutiles y refrescantes. Seguí con chardonnay, una cepa que suele no entusiasmarme con facilidad, pero en los chilenos les encuentro esa fruta blanca fresca y el nervio que muchas veces les reclamo a los nuestros.
En segundo lugar, me ocupé de una nutrida tanda de Pinot y Syrah de los más diversos matices, que, en algunos casos, se inclinaron bastante hacia lo mineral, aclaro que es el perfil que más me gusta; pero logré mi mayor entusiasmo con las cepas no tan tradicionales como el Cinsault o el Carignan. Quiero destacar que esta última me gusta cada vez más. 


Algunos van a opinar que estoy loco, pero debo confesar que, habiendo podido hacerlo, probé relativamente pocos vinos de altísima gama, y que si bien Chile es sinónimo de Carmenere, tampoco le destiné atención especial a dicha variedad. Mi mayor tiempo se lo dediqué a un sector de la feria, que estaba ubicado como en una isla en la parte central y superior. Allí daban a degustar sus etiquetas un grupo de pequeños productores independientes, proyectos muy chicos, personales, llevados adelante por inquietos que, por lo visto, desean llegar un poco más allá, utilizando como camino cepas menos tradicionales o alternativas, o bien siguiendo métodos más “jugados” de elaboración, o directamente con la premisa de la menor intervención posible, que al fin y al cabo cuánto que tiene de jugado también. 


Ese ímpetu ya está presente en Patricio, quien organiza una feria en donde tiene capacidad y convicción para hacer convivir bajo un mismo cielo a un ultra premium de 300/400 dólares, con 200% de roble francés, con un tinto sencillo y bien liviano de uva “país” (características un tanto similares a la criolla argentina), o un maceración carbónica de carigan, o un pinot biodinámico vinificado en huevo de concreto, o un vino tranquilo que se crió bajo un velo natural. Esta mezcla nos brindó, a nosotros los visitantes, la posibilidad de un vertiginoso viaje para nuestras cabezas, llevadas de un lado a otro para reconocer los extremos, frenar y sacar conclusiones. Al menos eso me ocurrió a mí que, pese a toda la gran sinfonía que disfruté, también pude apreciar esos tiernos murmullos de la “isla”.
Ya conociéndolo un poquito a Patricio, estimo que en cualquier momento ese pequeño sector le va a quedar chico. Algunos de nuestros representantes argentinos, además de Matías Michelini que se encontraba mostrando sus Passionate Wine, fueron Brutal, Demente, Hulk y Bonarda Pura; digo “algunos” porque en otro extremo del parque se encontraba un stand de Zorzal Wines, que si bien sigue comandada por los hermanos Michelini, se vieron favorecidos por una nueva alianza comercial con Viña Morandé (Chile), que los llevó a ser también protagonistas del evento.
La propuesta de espumantes fue bastante más acotada; por lo poco que probé, me hace pensar que no es precisamente su punto más fuerte. Uno de los que me resultó fino y atractivo fue el Brut Nature de Morandé, un Método Tradicional del Valle de Casablanca y elegido precisamente N° 1 en la nueva “Guía Descorchados”.



Me despido de la feria soñando que no falte mucho tiempo para que en Buenos Aires podamos disfrutar de un evento de nivel similar, ya que también contamos con muy alta calidad de vinos y lugares hermosos por demás para poder realizarlo. Y me pregunto: ¿el motivo por el cual aún no pudimos hacerlo será organizativo? ¿O será algo más de fondo? ¿Tendrá que ver con que en la Argentina todos somos relativamente nuevos en esto del vino? Y cuando digo “todos”, me refiero a la cadena de la que siempre hablo, la que va desde el productor al consumidor, sin saltear tampoco a quienes los comunican y comercializan.


Sólo me queda agradecer a Patricio Tapia por tanta gentileza, y a mis doce compañeros de viaje, el Grupo de Cata Felices Los Tintos (FLT), que año a año está cada vez más consolidado, y del cual es un honor para mí formar parte.

Foto 1: Los Jardines y el comienzo del evento.
Foto 2: Patricio dando la bienvenida a los muchachos del grupo "Felices Los Tintos"
Foto 3: Pequeña muestra del gran festival de cocina.
Foto 4: Vinos que bebí y particularmente me gustaron.

Foto 5: Isla de los pequeños productores, recién comenzado el evento.
Foto 6: Morandé Brut Nature, destacado en Descorchados 2013.
Foto 7: Otra vista de los jardines, ya entrada la noche.


Otra mirada del evento según  el Blog Pasión Kuari
Link a Vinorama el sitio del periodista Patricio Tapia

6 comentarios:

  1. Muy buena reseña amigo, no puedo olvidar esa hermosa isla de "los locos", que viva la locura!!!
    Abrazo!!!!

    ResponderEliminar
  2. Excelente experiencia Arielito!!
    Este evento es altamente recomendable y hay lugar para todos..
    Es cierto, creo que la isla debería cambiar de nombre..
    jeje saludos

    ResponderEliminar
  3. Que envidia Musu! se lo dije también a Ariel. Que gran oportunidad de probar esas "locuras" vitivinícolas que mencionas, por suerte existen estos locos y ademas van en aumento.

    Coincido que a nuestros chardo les falta nervio, por eso siempre me he volcado al sauvignon blanc y si son de clima mas fresco mejor.

    Salute

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Patricio, siendo el periodista más importante de Chile, apoya a esas "locuras" y no creo que sea por ningún interés comercial. Colabora a abrir cabezas, que el gusto se diversifique y deje de ir siempre para el mismo lado.

      Saludos

      Eliminar
  4. Que buena feria !!!
    Veo difícil que acá se haga una con ese nivel de Gastronomía, creo que el problema es nuestra idiosincrasia.
    Imagino que te habrás traído algún shileno interesante, no?
    Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Traje solo dos botellas. Un Carmenere de De Martino y un SB de Casa Marín.
      En avión se pueden traer cuatro bot por persona. Y otro dato: para nosotros los vinos chilenos no son nada baratos, todo lo contrario. saludos

      Eliminar

Datos personales

Mi foto
Fernando// 15 4171 8019 fernandovinos@yahoo.com.ar