lunes, 19 de agosto de 2013

Mesa de Bonardas (3° año): “Resaltando la parte llena del vaso”


Hace algunas semanas nos juntamos con amigos y colegas a probar a ciegas una serie de bonardas. Es el tercer año que organizamos esta cata, siempre con intenciones de ver qué tiene para entregarnos esta cepa año a año. Para ello armamos una selección que combina novedades, nuevas añadas, diversas regiones y variados segmentos de precios.



La lista de vinos degustados en dos tandas es la siguiente:

Tupun Bonarda 2011 ($ 44)
Altosur Bonarda 2013 - Finca Sophenia ($ 59)
Pulcú Bonarda 2012 ($ 89)
Montesco Bonarda 2012 - Passionate Wine ($ 75)
Valcosta Guala Bonarda 2012 ($ 75)
SinFin Guarda Bonarda 2011 ($ 67)
Chayee Bourras Bonarda Reserva 2011 - Bodega Bourras ($ 70)
Serie A Bonarda 2011- Familia Zuccardi ($ 85)
El Enemigo Bonarda 2009 ($ 253)
Emma 2011 - Familia Zuccardi ($ 220)
Algodón Estate Bonarda 2010 ($ 132)
Nanni Reserve Bonarda 2010 ($ 120)
Colonia Las Liebres Bonarda Argentina Reserve 2011 - Bodega Altos Las Hormigas ($ 168)
Durigutti Reserva Bonarda 2010 ($ 152)

Primera tanda (entre $ 44 y $ 89)

Abrir la noche ya es bastante difícil, y más aún si se lo hace “a capella”. Todos sabemos que el vino escogido para salir primero puede llegar a ser castigado, pero esta vez no sucedió para nada. 



El elegido fue el Pulcú: fragante en aromas, fresco, rozando la simpleza; lo que más valoro es que esté tan redondo. Su fruta proviene del Este, más precisamente de 25 hileras, con un particular bajo rendimiento, de un viñedo en Nueva California (Departamento de San Martin); y a pesar de la región, su paso por boca es sumamente fresco. Algunos catadores observaron en el final de boca ciertas notas que recordaban a roble, aunque hasta donde tengo entendido no tiene crianza en madera. Pertenece al proyecto personal de David Bonomi, enólogo de Doña Paula desde el 2004, quien desde el 2002 también conduce, con mucho cuidado y dedicación, su pequeña bodega Tierra Inti, ubicada en la zona de Carrizal del Medio (Luján de Cuyo).

Luego llegó el turno del Chayee, proveniente de San Rafael: una verdadera novedad; no tenía idea de que existía este vino hasta que “Martincito” Krawczyk se ofreció a sumarlo. Cuenta con la enología de Pablo Profili (ex enólogo de Renacer), y considero que hizo un buen papel en su debut. Con un estilo más contundente que el anterior, mayor volumen y taninos más marcados, seguramente debe de haber tenido una considerable crianza en barrica. Estimo que el tiempo en botella lo pondrá cada vez más ameno. Junto con una gastronomía acorde, puede funcionar muy bien.



Otra primicia fue la muestra de tanque que envió el propio Rogelio Rabino, el joven enólogo de Finca Sophenia (Gualtallary). Directo, frutal y de muy buena acidez, será el nuevo integrante de la familia Altosur. Este “golazo” es un adelanto que en pocos meses saldrá al mercado. Obviamente era un vino sin terminar, turbio, todavía con ciertas aristas lógicas, pero con un nervio que enamoró a la mayoría de la mesa. El secreto: una combinación de maceración carbónica con un vino de elaboración tradicional; divertido y atrevido al mismo tiempo, y corre muy rápido en boca. Cuando le pregunté a Rogelio por la elaboración, prefirió definirlo de la siguiente manera: “Es como los de 30 años, un poco de tradicional, un poco de juventud… la etapa que estoy viviendo”.


A pesar de ser el anfitrión, me ocupé de no saber las etiquetas que estaba sirviendo entre los invitados. Deseaba que también fuera una verdadera cata a ciegas para mí. Tal es así que estuve lejos de poder identificar uno de los bonardas que en este último tiempo más me gusta y suelo recomendar: me refiero al Montesco 2012. Mi impresión a ciegas muy diferente a la que le suelo encontrar: fruta un tanto madura y ciertos tonos herbáceos; quizás falto de redondez también. ¿Habrá sido el vino, el contexto, la botella o yo? No lo sé, pero estaré atento a la próxima botella que descorche para confirmar impresiones.

Le llegó el momento al SinFin, el bonarda proveniente de la bodega de Maipú conducida por el enólogo David Funes. Presentó una nariz bien interesante, más que su boca, donde cayó un poco. Sin embargo, me dejó conforme, sobre todo teniendo en cuenta su rango de precio. Me queda el mismo buen recuerdo que en la cata del año pasado.

Por otro lado, fue una gran pena que la botella del Valcosta (San Juan) no haya estado buena, algo que puede pasar, seguramente fue su corcho quien nos jugó una mala pasada. Como conozco bastante el vino, sé que hubiera sido un buen representante de otra región y estilo, al ser fruta más madura y de tostados acentuados. Pero perdió la posibilidad de hacer el buen papel que su versión 2011 había tenido en la cata del año pasado, cuando efectivamente había cosechado elogios. Leer aquella cata aquí.

Una de las lindas sorpresas nos la dio el vino de menor costo de la noche. Fresco, seco, recorre el paladar con bella fruta, personalidad, y tiene un largo de boca que no me hizo sospechar su bajo rango de precio. Su acidez y algo “verde” me hicieron pensar en Michelini, y no estuve muy lejos: se trataba del Tupún 2012, la línea más baja de la bodega y mi preferida. Lo podemos etiquetar como excelente RPC. Los hermanos Pellegrina cosechan una hermosa uva en sus antiguas fincas de Tupungato. Como hace poco tiempo estuve en su bodega probando la mayoría de sus vinos, este resultado no me sorprende. Creo que tienen que darle una “vuelta de rosca” a la imagen y comunicación de sus vinos, merecen más reconocimiento y llegada a los consumidores. Sus vinos no se destacan por complejos, pero sí por francos, sin maquillaje, y eso es muy valioso para mí.



Le llegó el turno al último de la primera tanda. Entre sus atractivos encontré la mezcla de frescura, con una fruta un tanto madura; su amplitud en boca, algunas notas que recuerdan al roble y todo sumamente bien ensamblado. Se trató del Zuccardi Serie A 2011, el cual además de lucir un atractivo diseño en su nueva etiqueta dice con orgullo en su frente “Santa Rosa”, región de donde proviene su fruta. Para Noelia, una de mis compañeras de cata, estuvo entre sus preferidos. A mi criterio, también hizo un buen papel, así que volveré sobre él.



Segunda tanda (arriba de $ 100)

Una de las sorpresas fue el Algodón 2010. Personalmente me resultó muy interesante: fresco, delicado y con dejo mineral.  Por lo visto, sus catorce meses de crianza en roble francés le aportaron más elegancia que aromas. Qué grata sorpresa San Rafael. Felicitaciones a Mauro Nosenzo (enólogo) y Marcelo Pelleriti (asesor).



Luego fue el turno del Emma 2011, que se demostró con algo más de peso en boca, amplitud y sin disimular que es un “vino importante”. Esta añada es toda de Santa Rosa, pero la 2012 en su composición hay un 15% proveniente de Tupungato. Destaco su equilibrio y profundidad; sobresalen algunas notas a “café torrado”, un tanto resaltadas para mi gusto. No dejo de reconocer que aportan complejidad, pero sospecho que si no estuvieran me atraería aún más.



En la siguiente muestra, por su ingreso seco en boca, me hubiera costado imaginar que estaba frente al Durigutti Reserva. Pero me encantó este vino que combina fruta de Luján y del Valle de Uco. Posee la frescura suficiente. Creo que en botella seguirá creciendo y poniéndose cada vez más amable. El aporte de su crianza en roble se siente, pero por lo visto los hermanos Durigutti saben de balance, y sobre todo cómo lograr seducir a los consumidores.



Otro que se destacó por su agradable fruta, suaves tonos especiados y complejidad –y todo muy bien integrado– fue el Colonia Reserve, la primera añada que sale al mercado de este vino que tiene la particularidad de haber sido criado en fudres de 3.500 litros (toneles de roble). Hacía poco había tomado el 2011 de la línea clásica, y le encontré cierta relación. Es un vino para volver sobre él, y tomar por botella, principalmente porque será para beberla toda.



Tuvo que ser un salteño el encargado de romper el estilo que habíamos tenido hasta el momento: fruta más madura y con los especiados como protagonistas; los aromas provenientes de sus ocho meses de crianza en roble bastante presentes, pero bien redondo. El tiempo le hizo genial al bonarda de Nanni. Aunque los rasgos que indican su procedencia tienen más protagonismo que la varietabilidad, ello me importa poco porque el vino me gustó igual. Sólo me falta encontrarle el menú acorde, y a disfrutar. Una partida limitada, que creo sólo se puede comprar cuando se visita la bodega en el corazón de Cafayate.

Finalmente, creo que uno de los que menos elogios cosechó fue El Enemigo. En lo personal, quizás hubiera esperado mayor nitidez y definición en sus aromas, sobre todo teniendo en cuenta que era el de mayor precio. De todos modos, eso no quita que haya tenido buen recorrido en boca y sido disfrutable. Buscaré otra oportunidad para confirmar impresiones.



Luego de mis opiniones sobre cada uno de los vinos, lo más importante es la conclusión que se puede sacar de la cata en general. Por suerte siempre hay puntos interesantes para remarcar:

– Al momento de definir y juntar las muestras, fueron muchas las alternativas encontradas; y todas muy interesantes y tentadoras. De hecho optamos sólo por quince, cuando podrían haber sido muchas más. Es decir, si alguien desea probar bonarda, las opciones que hay en la góndola son variadas.

– Todos los vinos que degustamos, sin importar segmento de precio ni región, fueron amigables, de taninos amables y sueltos en el paladar. Este es un dato importante tanto para aquellos consumidores que prefieren los vinos suaves como para aquellos otros que todavía no ingresaron al mundo del vino, ya que en el bonarda podrán encontrar una “puerta entreabierta”.

– En los vinos de rango más alto, por lo visto sus hacedores priorizaron que sean elegantes ante que todo, incluso por sobre estilos ya reconocidos, como puede ser el de los Durigutti o el propio Marcelo Pelleriti. Tampoco recurrieron a que el protagonista sea la madera para justificar el segmento. Aplaudo esa decisión.

– A pesar de que los vinos degustados provenían de diversas regiones, siempre tendieron a ser frescos o al menos con una buena fluidez en boca. Incluso en algunos del Este, en una misma olfacción podían convivir la fruta madura y la nota fresca, algo realmente interesante, dado que suma complejidad con lo básico.

Otra visión 

Por pura coincidencia, mientras desarrollábamos esta reunión, al mismo tiempo era publicada una nota titulada con una frase de Michel Rolland pronunciada en el marco de una presentación de la nueva añada del Val de Flores: “En Argentina no se puede aspirar a lograr una Bonarda de la calidad del Malbec” .

En primer lugar, coincido con Rolland, por ejemplo cuando indica que con el bonarda se puede apuntar a lograr vinos de buena calidad, pero no de altísima gama, como sí se puede lograr con el Malbec. Sin embargo, si me detengo solamente sobre el título, y me meto en la cabeza de alguien que está navegando en internet, que no está tan “empapado” en el tema y que probablemente pasé por alto el contenido de la nota, fácilmente podría llegar a la conclusión de que en nuestro país “cualquier” bonarda nunca va a tener la calidad enológica de “cualquier” malbec. Por ende, un consumidor medio, con todos los malbec que hay en la góndola, ¿para qué va a elegir un bonarda para llevar a su mesa o para regalar?

El “vino” al que se refiere Rolland en la nota es de una calidad que la gran porción de consumidores –me animo a decir el 99%–no toma: la gente normalmente no compra vinos de altísima gama. Pero ese título debe de haber llegado a consumidores de la franja de $ 20, $ 30 o $ 50/bot.; o bien ocurrido algo peor, que haya llegado a posibles futuros consumidores, esos que aún no dieron su primer paso en la compra de vinos, y quienes seguramente ya no lo vayan a dar con el bonarda. 


En definitiva, un título como ése es mucho más lo que le restó al bonarda que lo que pudo haberle hecho ganar al malbec. Con esto no quiero cuestionar a quien publicó la nota, sino más bien observar desde otro ángulo y con intensiones de siempre tratar de sumar.

Luego de evaluar la cata, me queda en claro el camino por el que están optando algunos productores: no darle a esa cepa el mismo trato que se le da al resto (por ej. Malbec, Cabernet, etc.), sino resaltar sus virtudes. Ahí radica el secreto y ése es el camino que quienes lo comunicamos y vendemos debemos elegir, sencillamente porque es una cepa diferente, y desde lo bebible y “simple” puede llegar a ser más atractivo que cualquier otro varietal. 

Aunque estoy lejos de ser un especialista en marketing, creo que si resaltamos y comunicamos la parte del vaso que está llena, será mucho mejor para todos.


En el siguiente link a misma cata pero por el amigo y bloguero Ariel Kulas.  http://pasionkuari.blogspot.com.ar/2013/08/bonarda-para-todos-los-gustos.html

En el siguiente link "otros bonardas" catados y por el sommelier Roberto Colmenarejohttp://vinosencordoba.blogspot.com.ar/2013/08/bonarda-en-boca-de-todos.html

11 comentarios:

  1. Muy buena nota Fernando, me gustaron mucho las conclusiones que extrajiste de esta mesa de Bonardas donde tuve la suerte de estar. Me voy a tener que esmerar con la nota para poder decir algo nuevo, jaja

    Abrazo

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    1. Gracias Ariel. Estaré atento a tu nota. Y pondré tu link en la mía; así los lectores podrán tener los diferentes enfoques. Garcias X participar de la cata.

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  2. Muy buena nota Fer! Una lástima que me perdí la cata, pero ultimamente me estoy volviendo un consumidor habitual de bonarda, me parece que da vinos muy versátiles a la hora de acompañar comidas.

    En relación a Salta, otro exponente que hubiese funcionado bien y supongo conocerás es el Colome Lote Especial, a mi me gusta mucho.

    Y con respecto a lo que dijo Rolland, suena un poco inoportuno o se presta a la mala interpretación. En fin, ultimamente Michel parece que no anda muy feliz con sus declaraciones.

    Salud!

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    1. Así es Pablo, una pena que no hayas venido. No recuerdo haber probado el Lote Especial. saludos

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  3. No me extraña que coincidamos en las notas de cata y la percepción. Me alegra que hayas tocado el tema de la nota a Rolland, no se que pasa con el bonarda, parece que todos critican la cepa de la cual hay varios exponentes buenos y no así con pinot o sirah que es muy dificil encontrar etiquetas de calidad.
    Gracias por organizar este tipo de eventos y por la mención.
    Abrazo!!!

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    1. Al contrario, gracias a vos por asistir y por tu nota!! saludos

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  4. FERNANDO:
    Interesante mesa de cata !! Hay muchos buenos bonardas para probar en Argentina. Quizás todavía sean todos vino jóvenes, pero creo que tarde o temprano los enólogos le encontrarán la vuelta para elaborar productos algo más importantes o con capacidad de guarda...
    Justo saque también una nota de Bonardas en esta semana. Coincido contigo en Serie A, Colonia las Liebres y Montesco !!
    En cuanto a Rolland, no le den bola, le gusta "agitar el avispero" sólo para que se siga hablando de él... jejeje
    Un abrazo. ROBERTO

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    1. Confió en que con el tiempo, los enólogos/agrónomos le irán encontrando la vuelta a la cepa. De hecho en pocos años, fue bastante notable el crecimiento. saludos

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  5. Musu, excelente esta cata que organizaste y las consideraciones en tu nota. Coincido en los conceptos generales y como le dije a Ariel (Kuari) al Bonarda siempre lo pensé desde la juventud y su natural frescura, nunca desde la complejidad, que no la soporta porque para mí no tiene "casta" de gran vino.

    El Montesco Bonarda 2012 de Matias está correcto aunque algo verde, me gusta porque tiene personalidad pero no es un gran vino y muchos se dejan llevar por el encanto del proyecto al evaluarlo mirando la etiqueta, a ciegas se debe hacer la cata. Reitero como en otros lados que el Bonarda Pura 2012 es intomable.
    Abrazo

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  6. jeje Fabian.. siempre firme con tu posición frente al Bonarda Pura..
    deberías descorcharte varias botellas como aperitivo mientras hacés un asadito... jeje, estoy seguro q cambiarás tu opinión..
    Los vinos no son diseñados para una cata a ciegas, son hechos para beber y no pensar tanto. La cata a ciegas es para "rebuscados" como nosotros que deseamos ver un poco más allá..saludos. musu

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  7. Muy interesante este artículo. Soy colombiana y tengo cata de diferentes varietales mañana, entre esos está Colonia las liebres 2010 (no es la línea reserva). Además de la buena descripción de los vinos plantea una interesante discusión frente a la bonarda como un varietal diferente al malbec.

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